Maleha, Zag de la. ¿Toledo?, p. m. s. xiii – ?, c. 1279. Arrendador del tesoro real, almojarife mayor.
Sobre su filiación, los investigadores no se ponen de acuerdo: tal vez naciera en Toledo el hijo del afamado cortesano judío Abulrebia Šelomoh ibn Şadoq de Toledo, llamado en los documentos don Zulema, recaudador de los tributos del rey de Granada en tiempo de Fernando III, y con Alfonso X, su mandadero —embajador— y almojarife mayor o recaudador de impuestos.
Ésta es la opinión más extendida, representada por H. Brody y Y. Baer. Otros como N. Roth sostienen que Zag de la Maleha es Yişűaq ben Šošán, hijo del almojarife Me’ir ibn Šošán. Como la cuestión aún no está resuelta, se sigue la primera línea de investigación. Los títulos, los honores y las riquezas acompañaron al hijo de don Zulema, don Yişűaq ibn Şadoq quien, arrendador y recaudador del Rey, fue conocido en la documentación cristiana como Zag de la Maleha, sobrenombre éste de procedencia hebrea: si en esa lengua a la sal se la denomina mélaű, el hebraísmo romanceado de Maleha se puede traducir por “el salinero”, aludiendo al arriendo que él hizo de las salinas para el tesoro real.
Gozó de la admiración y de los elogios de poetas tan relevantes como Todros ben Yehudá ha-Leví Abulafia, que no duda en decir de él que era “señor entre señores”, y en dedicarle los cuarenta y ocho primeros poemas de su Dîwân, gozar de su protección y acompañarlo en sus viajes como su servidor. Llegó a reunir tanto poder que su autoridad se dejaba notar por largos períodos de tiempo en las decisiones económicas más importantes que se tomaban en la Cancillería Real, lo que unido a una actitud real de favores y privilegios hacia los judíos, provocó el malestar entre los nobles a partir del año 1270. La nobleza descontenta pedía al Monarca la abolición de las aduanas portuarias y de los servicios fiscales extraordinarios; incluso uno de ellos, Nuño de Lara, reclamó para sí las salinas que estaban en poder de Zag de la Maleha. En la revuelta, hicieron prisionero al astrónomo Abraham Alfaquín, liberado en 1275 cuando el Rey aplastó la rebelión, y los judíos de la Corte recuperaron sus prebendas.
Zag de la Maleha arrendó el cobro de las deudas y de los impuestos de los últimos veinte años desde 1276, siéndole entregados para su examen todos los padrones de impuestos. Junto con un comerciante cristiano y Abraham ibn Šošán, yerno del almojarife don Me’ir, arrendó las tasas de todo el ganado del reino y de aquellos que, pertenecientes a la Mesta, adeudaban multas. Por otro lado también se encargó de reclamar la devolución del salario a caballeros que no habían cumplido con sus deberes militares y de aquellos fondos cobrados o pagados de modo indebido a la Administración local, o su malversación, así como la recaudación de las multas derivadas del incumplimiento de contratos privados o con la corona.
Pero la lucha que al final del reinado de Alfonso X se desató entre éste y su hijo Sancho, hizo caer en desgracia a Zag de la Maleha. Jefe de los almojarifes de Castilla y León, en 1278 recibió del Monarca el encargo de enviar dinero para la provisión del ejército y la flota que ponían cerco a Algeciras. El infante Sancho desvió ese dinero para sí, y todas las sospechas recayeron en Zag de la Maleha, al tiempo que cundía el descontento entre las tropas con los consiguientes desórdenes, por lo que fue arrestado hacia 1260, con las acusaciones que contra él lanzó žemu’el Abú Dirhâm, así como todos los recaudadores de impuestos judíos en 1279. Como castigo ejemplar, el otro tiempo poderoso arrendador de impuestos reales, Zag de la Maleha, fue poco después sentenciado a morir en la horca, y el primer sábado de enero de 1281 fueron encarcelados todos los judíos que se encontraban en sus sinagogas. Recuperaron la libertad después de abonar 4.380.000 maravedís de oro para el erario real.
Todros ben Yehudá ha-Leví Abulafia lamentó su muerte en varios poemas elegíacos. En el encabezamiento de uno de ellos —el cuatrocientos cinco de la edición de Yellin (1932)— se describe su muerte, señalando que “fue colgado de un árbol”.
Bibl.: Todros ben Judah Abulafia, Gan Hammeshalim wehahidot, ed. en hebreo de D. Yellin, vol. I, Jerusalem, 1932, págs. 140-163; Y. Baer, Historia de los judíos en la España cristiana, vol. I, Madrid, Altalena, 1981, págs. 99-105; N. Roth, “Two Jewish courtiers of Alfonso X called Zag (Isaac)”, en Sefarad, n.º 43 (1983), págs. 75-85; A. Sáenz-Badillos y J. Targarona Borrás, Diccionario de autores judíos (Sefarad. Siglos x-xv), Córdoba, Almendro, 1989, pág. 169.
María Fuencisla García Casar