Risueño de Amador, Benigno. Cartagena (Murcia), 13.II.1802 – Bagnère de Bigorre, Altos Pirineos (Francia), 3.VIII.1849. Médico, profesor de Patología y Terapéutica.
Fue hijo de un médico del Real Hospital Militar, Juan Risueño, y de María Amador. La recién creada Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia (1811) solicitó en 1815 a su padre, miembro a su vez de la Junta de Sanidad, ante el peligro de padecer otra vez epidemias de fiebre amarilla, un informe sobre las mismas. Estudió Filosofía y Teología, como becario del obispado, en el Seminario Diocesano San Fulgencio de Murcia, caracterizado en aquellos años por su orientación progresista liberal, ordenándose sacerdote en 1820. Descolló como estudiante por su brillante inteligencia, llegando a ser, primero, pasante de Teología, Filosofía y Humanidades; y, posteriormente, ocupó la Cátedra de Filosofía (clase de Lógica) en dicho seminario. Su ideología liberal se manifestó con elocuencia y contundencia en la oración fúnebre que pronunció el 13 de octubre de 1822 en la iglesia de Santa María de Gracia, en Cartagena, con motivo de las exequias del héroe de la Guerra de la Independencia, Felipe de Arco-Agüero, Gran Mariscal de Campo, liberal, que, unido a Rafael del Riego, entró victorioso en Madrid y obligó a Fernando VII a jurar la Constitución.
Como consecuencia de su compromiso con las ideas liberales, tras el Trienio Liberal, al acaecer la década ominosa con Fernando VII, tuvo que exiliarse en 1823 a Francia. Allí, tras secularizarse, estudió medicina en Montpellier. Adquirió renombre y prestigio poco después de terminar sus estudios de medicina gracias a que fue, con Jean Eugène Dezeimeris, en 1829, uno de los dos ganadores, del concurso y premio (catorce mil volúmenes de la biblioteca del recientemente fallecido Moreau de la Sarthe), entre cinco mil concursantes, convocado por la Real Academia de Medicina de París sobre el tema Qué ventajas ha obtenido la medicina práctica del estudio de las Constituciones Médicas y de las Epidemias. Ya en ese estudio muestra su adscripción a la mentalidad ambientalista neohipocrática, componente de la nueva Salud Pública que, a partir de Johann Peter Frank, Jean Nöel Hallé y de Philippe Pinel, se está configurando en Europa. La repercusión por el premio logrado fue grande. De esta forma en España, a pesar de seguir aún como rey Fernando VII, el Ayuntamiento de Cartagena le felicitó ese mismo año de 1829. Posteriormente, tras la muerte del Rey, la Reina le concedió, a instancias del Ayuntamiento de Cartagena, en 1836, la Cruz de Isabel la Católica.
Llegó a ser profesor de Patología y Terapéutica de la Facultad de Medicina de Montpellier, adquiriendo prestigio nacional e internacional. Hay que dejar constancia de que fue académico correspondiente de las Academias de Medicina de su Murcia natal, cuando se reinstala en 1828, y de la de Cádiz, una de las más prestigiosas de España en aquellos momentos.
Fue, asimismo, académico de la Academia Real de Medicina de París y de la Sociedad Real de Bruselas.
El siguiente trabajo, premio Portal de la Real Academia de Medicina de París, de 1836, y publicado en las Mémoires de esta institución en 1837, es el estudio sobre La Influencia de la Anatomía Patológica sobre la medicina, desde Morgagni hasta nuestros días. Muestra Risueño de Amador un profundo conocimiento de las orientaciones y contenidos de la mentalidad anatomoclínica que, desde Marie François Xavier Bichat, se convierte en el paradigma de referencia y adquiere la hegemonía científico-médica europea. La configuración de la entidad nosológica (especie morbosa) ya no está basada en la aquilatación y clasificación de los síntomas (François Boissier Sauvages) sino en la adecuación entre síntomas, signos anatomoclínicos y la presencia de la lesión anatomopatológica. El esfuerzo del hospital de La Charité de París va encaminado a completar este programa científico. En este contexto, la disciplina de Anatomía Patológica es crucial para el ejercicio y el saber médicos. Risueño de Amador revela la base científica y sistemática de la propuesta de Bichat ligada a la comprensión de la especificidad de la formación de los tejidos y, por ende, de las lesiones.
La última aportación de importancia de Risueño de Amador, Memoria sobre el cálculo de probabilidades aplicado a la medicina, es con motivo de la controversia desencadenada en aquellos años en torno al uso del cálculo de probabilidades (método numérico) en la medicina.
Se desarrolla en el seno de la Academia de París, al año siguiente, 1837, un debate que dura un mes y medio sobre esta cuestión en el que los dos protagonistas son Risueño de Amador y el abanderado del uso de la estadística médica Pierre Alexandre Louis. Éste había demostrado la inutilidad, incluso lo negativa que es la aplicación de las sangrías en los procesos inflamatorios (1835). Probablemente esta aportación de Risueño de Amador sea la de más altura al polemizar con bases argumentales extraídas tanto del vitalismo remanente de la Facultad de Medicina de Montpellier (François Boissier Sauvages, Téophile Bordeu, Paul-Joseph Barthez) como del énfasis en la necesidad de interpretar adecuadamente los síntomas, las especies morbosas y la individualidad de cada caso y enfermo, propias de Jean Bouillaud. Muestra no sólo un buen conocimiento de las teorías reinantes sobre esta materia, sino una facilidad para extraer los puntos de vista de los defensores del uso de las matemáticas, desde Pierre Simon de Laplace hasta Siméon Denis Poisson o Antoine Louis Claude Destutt-de-Tracy. Su línea de ataque consiste en la interpretación que hay que darle a las denominadas “diferentes posibilidades” de cada aspecto o fenómeno, que no se reducen a las meramente numéricas, sino que remiten a su única comprensión dentro del marco conceptual global en el que ocurre.
Por último, hay que destacar su adscripción a la práctica de una homeopatía moderada, sufriendo las consecuencias del veredicto adverso (Informe Double) que la Real Academia de París había pronunciado en 1835, al prohibírsele la defensa de estas ideas en la Facultad de Medicina. De todas formas, contribuyó con una aportación a esta disciplina en el congreso científico que se celebró en 1844 en Nimes, que versó sobre La acción de los agentes imperceptibles sobre el cuerpo vivo.
Tras una larga y penosa enfermedad murió en el balneario de los Pirineos, Bagnère de Bigorre, el 3 de agosto de 1849, a los cuarenta y siete años de edad.
Obras de ~: Quels avantages la médecine pratique a-t-elle retirés de l’étude des constitutions médicales et des épidémies?, Montpellier, Imprenta de Vve. Picot, 1829; Influence de l’anatomie pathologique sur la médecine depuis Morgagni jusqu’à nos jours, Paris, Baillière, 1837; Mémoire sur le calcul des probabilités appliqué a la médecine, París, Imprenta de Cosion, 1837; Mémoire sur l’action des agens imperceptibles sur le corps vivant, Montpellier, 1846.
Bibl.: Th. L. Bradford, “Pioners of Homeopathy: Risueno d’Amador”, en British Journal of Homeopathy, 8 (1849), pág. 141; M. Campo y Vidal y F. García Ballester, “Biografía del doctor Benigno Risueño de Amador”, en Trabajos de la Cátedra de Historia Crítica de la Medicina, 4 (1935), págs. 295-304; Ch. Janot, Historie de l’homeopathie française, Fontenay-aux- Rose, 1936; C. Bonmatí Azorín, “Un cartagenero, Risueño de Amador, Profesor de la Facultad de Medicina de Montpellier (1802-1849)”, en Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología Médica, 6 (1954), págs. 183-193; E. Gelabert Aroca, Contribución a la Historia de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Murcia, Murcia, Real Academia de Medicina y Cirugía, 1982; J. M.ª López Piñero, “Risueño de Amador, Benigno”, en J. M.ª López Piñero, Th. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, vol. II, Barcelona, Península, 1983, pág. 237; P. Riquelme Oliva, Iglesia y liberalismo. Los franciscanos en el Reino de Murcia (1768-1840), Murcia, Espigas, 1993; J. M.ª López Piñero, A. Rodríguez Quiroga y A. Martínez- Almagro, “Benigno Risueño de Amador. El pensamiento morfológico en medicina. Estudio de la constitución de la anatomía patológica”, en J. M.ª López Piñero, A. Rodríguez Quiroga y A. Martínez-Almagro, Clásicos morfológicos murcianos, Murcia, Morphos, 2000, págs. 59-63.
Pedro Marset Campos