Mata Linares, Francisco Manuel de la. Valladolid, 20.V.1706 – Madrid, 28.II.1780. Consejero de Castilla y académico de la Real Academia Española.
Aunque nació en Valladolid, como haría constar en su propio testamento, era originario de San Vicente de la Barquera, localidad natal de su padre, Fernando Ventura de la Mata Linares, el cual, tras ejercer como corregidor en varias circunscripciones, pasó a la carrera judicial en 1699 como alcalde mayor supernumerario de la Audiencia de Galicia, cargo que sería el inicio de lo que iba a ser toda una dinastía familiar en la administración de justicia en la España borbónica. Fernando Ventura llegó a ser oidor de la Chancillería de Valladolid y allí contrajo matrimonio en 1680 con Fausta Jacinta González Calderón, señora de los Yantares y Martiniega, en el valle de Peñarrubia.
Francisco Manuel de la Mata Linares contrajo matrimonio con Ana Tomasa Vázquez, natural de Tordesillas, hija de José Vázquez Dávila Arce, señor de las villas de El Carpio y Quintanilla, y de María Jesús Vázquez Dávila. Del matrimonio nacieron nueve hijos, seis de ellos varones, de los cuales tres siguieron la trayectoria familiar. El primogénito, Juan de Sahagún, logró culminar el ascenso social de la familia al ser distinguido por Carlos III en 1774 con el título de conde del Carpio por los servicios de su padre, tras haber estudiado en el colegio de San Bartolomé y seguir la carrera judicial, en la que llegó a ser ministro de lo Criminal de la Audiencia de Cataluña. Años más tarde fue consejero del Consejo de Órdenes y miembro de la Junta del Banco de San Carlos. También siguió los pasos de su padre Benito María, que marchó a Indias como oidor de Chile y que regresó a España en 1802 para ocupar un sillón del Consejo de Indias.
Fernando María ingresó también en el colegio mayor de San Bartolomé, siguió la carrera judicial pero murió muy joven en 1756 cuando ejercía una fiscalía de la Audiencia de Aragón. Por su parte, Francisco de Paula, Enrique Camilo y Pedro Regalado siguieron la carrera militar, alcanzando los dos primeros el generalato, en los grados de mariscal de campo y brigadier, respectivamente. El sexto hijo, José Eugenio, debió de seguir la carrera eclesiástica. En cuanto a las hijas, dos de ellas hicieron convenientes enlaces. Francisca Javiera contrajo matrimonio con Miguel María Panes, marqués de Villapanes, y María del Rosario con Juan Manuel Cagigal, que llegó a ser teniente general de los Reales Ejércitos. En todos sus hijos invirtió grandes sumas de dinero, ora en la educación, ora en inversiones tan especiales como la que hizo con Pedro Regalado, en quien se gastó 60.000 reales en 1762 al comprarle una compañía en el Regimiento de Caballería de Farnesio.
Destacó entre sus hijos la figura de Benito de la Mata Linares, encargado de juzgar la sublevación de Tupac Amaru en 1780 y luego firme partidario del gobierno josefista desde 1808. La Real Academia de la Historia guarda en la actualidad su importante legado documental relativo a los grupos indígenas americanos.
Francisco Manuel de la Mata Linares fue colegial becario del colegio mayor San Bartolomé de Salamanca.
Cuando testó, y enumeró los numerosos cargos que había desempeñado al servicio de la Monarquía durante toda su vida, señaló que todos esos empleos se los había proporcionado la beca de ese colegio que vistió el día 17 de octubre del año 1722. Años más tarde, cuando ocupaba altos cargos en el gobierno de la Monarquía, fue uno de los principales protectores de los colegiales, hasta el punto de que el profesor Molas Ribalta lo ha calificado como “hacedor y jefe de colegiales”. En Salamanca cursó el bachiller de Cánones, se licenció en Leyes y llegó a ser rector en octubre de 1729 del colegio mayor de San Bartolomé.
A una edad muy temprana, con tan sólo veintisiete años, fue nombrado académico supernumerario de la Real Academia Española el 26 de noviembre de 1733, aunque ya desde octubre de 1728 gozaba de los “honores” de académico. Prosiguió luego su carrera en la Universidad de Salamanca, de la cual sería catedrático de Cánones y catedrático de Decretales en 1737. En octubre de ese mismo año se inició en la carrera judicial al ser nombrado oidor de la Audiencia de Sevilla.
Sin embargo, no llegó a ocupar esa plaza y prefirió esperar a servir en su Valladolid natal, a pesar de la prohibición existente de ejercer las tareas judiciales en el lugar donde se había nacido. El 23 de junio de 1738 fue nombrado fiscal de lo Criminal de Chancillería de Valladolid y en marzo de 1740 promocionó al fiscal civil del mismo tribunal, desempeñando incluso ambas fiscalías hasta primeros de julio de ese año, aunque con carácter interino la primera. De nuevo de forma interina fue nombrado fiscal de lo Criminal entre noviembre de 1744 y junio de 1745.
El año 1748 fue decisivo en su carrera. El día 30 de mayo recibió nombramiento de alcalde de Casa y Corte y se trasladó a Madrid para servir esa plaza. A partir de ese momento su carrera fue imparable. El 20 de junio de 1754 llegó a la máxima institución de gobierno y justicia de la Monarquía, el Consejo de Castilla, al ser nombrado fiscal civil del mismo. El 11 de julio de 1758 promocionó a un puesto de consejero del Consejo de Castilla y desde esa fecha acumulará numerosos cargos y atribuciones. Será viceprotector del Real Protomedicato en 1759, gobernador de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte de 1765 a 1767, superintendente general de presidios, presidente del Concejo de la Mesta, juez conservador del número de receptores de Madrid, y delegado inmediato al Rey para la Caballería General del Reino. El 7 de julio de 1765 fue nombrado consejero asesor del Consejo de Castilla en el Consejo de Guerra. Alcanzó la cima de su carrera el 1 de julio de 1770 cuando fue nombrado consejero camarista de la Cámara de Castilla, puesto en el que permanecería hasta que falleció el día 28 de febrero de 1780. Fue uno de los consejeros que, formado en los colegios, trató de impedir, aunque sin demasiado éxito, que prosiguiera la política de reforma de los colegios mayores.
Cuando contaba con tres años y medio de edad, en 1710, su padre le consiguió un hábito de caballero de la Orden de Calatrava. A la muerte de su padre heredó el señorío en el valle de Peñarrubia que había aportado su madre al matrimonio.
Fue regidor de los Ayuntamientos de Valladolid y Madrid, puesto este último que luego heredarían sus hijos Juan de Sahagún y Benito. En su calidad de consejero de Castilla y de académico de la Real Academia de la Española mantuvo relaciones de amistad con importantes personajes de la época, entre ellos con el erudito valenciano Gregorio Mayans y Síscar. Gozó de una extraordinaria influencia y poder, en particular desde 1770, cuando en su condición de camarista de Castilla tuvo la potestad de elaborar las ternas de nombramientos que se presentaban ante el Rey.
Bibl.: J. Fayard, Los ministros del Consejo Real de Castilla (1621-1788). Informes biográficos, Madrid, Hidalguía-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Salazar y Castro, 1982, pág. 176; F. Andújar Castillo, Consejo y Consejeros de Guerra en el siglo xviii, Granada, Universidad, 1996.
Francisco Andújar Castillo