Schömberg, Carlos. Nanteuil-le Haudouin (Francia), 1601 – París (Francia), 1665. Virrey de Cataluña al servicio del Rey de Francia Luis XIII.
Militar francés de origen palatino, hijo del mariscal Henri de Schömberg, marqués de Épinay y conde de Nanteuil y de Durétel. Carlos Schömberg fue duque consorte de Halluin. Antes de ser nombrado lugarteniente del Rey de Francia en el Principado de Cataluña, en el contexto de la guerra de separación (1640-1652), había sido nombrado en el año 1632 gobernador del Languedoc. Desde esta posición, se ganó la confianza de la Corona al defender con éxito el ataque castellano de las tropas de Felipe IV, consiguiendo asimismo el levantamiento del asedio de la plaza de Leucata en 1636. Tales victorias le valieron, un año más tarde, el título de mariscal. Carlos Schömberg, veterano ya entonces de la Guerra europea de los Treinta Años, aún seguiría luchando en la región del Rosellón junto con las tropas del mariscal de La Melleraie, llegándose a apoderar de la estratégica ciudad de Perpiñán y Salses en 1642. En 1644 obtuvo el cargo de gobernador de Metz y Verdún. Finalmente, entró en el Principado de Cataluña como comandante en jefe del Ejército francés en el marco de la guerra de separación el día 5 de junio de 1648, el mismo en que fue investido como virrey, mandato que ejerció desde mayo a diciembre del mismo año.
Desde el inicio de la guerra había sentido verdadera pasión por los asuntos de Cataluña, y, de hecho, conocía el país por haber estado en el Languedoc y haber seguido desde allí el proceso de intervención francesa.
Aunque, como era preceptivo, su entrada había tenido lugar en la ciudad de Barcelona, Tortosa debía constituir su primera e inminente visita. Tortosa era por entonces el objetivo militar de Francia contra el ejército castellano. El mariscal Merchin preparó el asedio de la villa y las tropas de Schömberg la bloquearon.
En la jornada del 22 de junio, tras una batalla que se prolongó durante ocho días por acción fundamentalmente de la artillería francesa y la imprevisión del gobierno español, la ciudad fue conquistada, constituyendo uno de los gestos bélicos de mayor importancia durante aquella guerra. El virrey Schömberg, gravemente aquejado de un ataque de gota que había hecho su aparición tan pronto como pisó el principado, hallándose en una situación de casi postración y parálisis, entró en Tortosa montado en una silla. Tras la conquista, la represión se revistió de una crueldad ilimitada. No ajeno a las barbaridades y saqueos que podían subseguir si sus ejércitos no contaban a tiempo con sus pagas, Schömberg no cesó de insistir en este sentido a las autoridades francesas; no en vano la Francia de Mazarino estaba atravesando por el momento culminante de la Revolución de la Fronda, lo que complicaba enormemente su acción en Cataluña. Pero las profanaciones de iglesias y conventos, el latrocinio de los templos o la venta pública de los ornamentos sagrados, eran constantes. La población del país, sometida a la presión constante del Ejército, iba haciendo su propia guerra contra la soldadesca.
El éxito militar se vio pues empañado por tales atrocidades. Indignados ante ello, los miembros del Consejo de Aragón, en Madrid, no dudaron prestamente en solicitar al rey Felipe IV que levantase una Cruzada contra sus autores. De hecho, para Francia, la conquista de Schömberg significaba no tan sólo la adquisición de un importante botín para su ejército, sino también la adopción de nuevas estrategias militares de cara a someter la parte oriental del Reino de Valencia y para adentrarse a través del Ebro en el Reino de Aragón. En lo estrictamente político, bajo su breve virreinato tuvo por fin lugar el reparto de los bienes confiscados y la concesión de mercedes honorarias.
También, a fin de controlar las riendas de las instituciones de gobierno y defenestrar a los desleales, intentó supervisar las insaculaciones de los consellers de Barcelona, lo cual ya venía constituyendo desde hacía tiempo una estrategia de control político, pero se vio coartado ante el decisivo enfrentamiento del Consell de Cent, oposición que iba a marcar sus últimos pasos como virrey en Cataluña. Debido al progreso de su enfermedad, no tardaría Schömberg en solicitar insistentemente a la Corte francesa su regreso a Francia, en donde esperaba hallar alivio a su dolencia con una cura de aguas.
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Mariela Fargas Peñarrocha