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Rafael Cerero y Sáenz

Biografía

Cerero y Sáenz, Rafael. Cádiz, 13.XI.1832 – Madrid, 29.III.1906. Militar, científico, teniente general procedente de Ingenieros.

Fue promovido a teniente en la Academia de Guadalajara, en la que había ingresado el 1 de septiembre de 1848, el 22 de septiembre de 1852, pasando destinado al entonces único Regimiento de Zapadores Minadores. En mayo de 1854, pasaba a servir en la Comandancia general de Andalucía para auxiliar los trabajos de la Comandancia de Cádiz, formando parte de la comisión encargada del proyecto de mejoras de las fortificaciones de la plaza e isla gaditana. Por su trabajo, el ingeniero general dispuso que se le hiciera constar en su hoja de servicios el celo e inteligencia demostrados.

Destinado en abril de 1855 a la Comandancia de Ceuta, fue nuevamente felicitado por el ingeniero general, por su participación en el proyecto de fortificación de la plaza. En diciembre de 1856 volvió otra vez a Cádiz para ocuparse del servicio de la Comandancia de la plaza y de las obras que en ella se ejecutaban. Estuvo en este cometido hasta que, en agosto de 1860, después de haber ascendido en julio de 1859 a capitán de Ingenieros, pasó a encargarse de las obras de Tarifa. En junio de 1862, cesaba en su destino de la citada plaza para marchar en comisión al extranjero con la misión de estudiar los adelantos de la artillería y marina militar en su relación con la fortificación. En recompensa por los especiales servicios que prestó en los trabajos ejecutados en la fortificación de Cádiz, por Real Orden de 10 de octubre se le concedía la Cruz de Caballero de la Orden de Carlos III. Terminada la comisión, regresaba en septiembre de 1867 a Cádiz, donde se ocupó de la redacción de la Memoria de los estudios realizados en el extranjero, incorporándose después a la Junta Superior Facultativa del Cuerpo, de la que había sido nombrado secretario. En reconocimiento a sus méritos contraídos en la citada comisión y en la Memoria relativa a la misma, por Real Orden de 24 de febrero de 1864, se le otorgaba la Cruz de Caballero de la Orden americana de Isabel la Católica, y por otra Real resolución de 6 de junio de 1866, se le asignaba el empleo de comandante de Infantería. Formó parte también de la comisión encargada de estudiar y proponer las obras convenientes para la línea exterior de Ceuta, y como comprendido en el Decreto de 10 de octubre de 1868, obtuvo el grado de teniente coronel.

Volvía a Cádiz en febrero del año 1868, donde continuaba prestando sus valiosos servicios, hasta que, por Real Orden de 17 de mayo de 1872, se dispuso que pasara a la isla de Cuba con el empleo de comandante de Ingenieros del ejército de Ultramar, embarcando a principios de julio del mismo año. Según la Real Orden, quedaba a las inmediatas órdenes del brigadier segundo jefe de la Dirección General Subinspección del Cuerpo en aquella isla, para que le auxiliara en el estudio del proyecto de defensa, acuartelamiento y comunicaciones de la isla. Con anterioridad, habiéndose encontrado en los acontecimientos revolucionarios que tuvieron lugar en Cádiz en los días 5, 6 y 7 de diciembre de 1868, fueron premiados los méritos que contrajo en estos sucesos con el grado de coronel (los cuerpos facultativos: Estado Mayor, Ingenieros y Artillería, podían ascender por méritos, hasta en tres escalas: Grado, Ejército e Infantería, y solo por antigüedad en el suyo), y por sus relevantes servicios al formular los proyectos de diversas obras para la defensa de la importante posición de Cádiz, se le concedió en septiembre de 1870 la Cruz de 2ª clase del Mérito Militar, designada para premiar servicios especiales. Finalmente, en abril de 1872 obtuvo el empleo de teniente coronel del ejército como premio a su constante laboriosidad en los varios trabajos de los que fue autor.

Desembarcado en la Habana el 18 de julio de 1872, tomó inmediatamente posesión de su destino, y habiendo sido promovido en junio de 1874 al empleo de teniente coronel de Ingenieros del ejército de Ultramar, se hizo cargo del detall de la Comandancia de La Habana, a la que había sido destinado, y que desempeñó, hasta que por Real Orden de 24 de octubre se le concedió el pase a situación de supernumerario sin sueldo con residencia en la Habana. Durante todo el tiempo que sirvió en activo en aquella isla, se le confiaron importantes comisiones, además de haber estado en repetidas ocasiones encargado de la Comandancia de la plaza. Entre estas comisiones, merecen especial mención las que con carácter reservado le confió en dos ocasiones distintas el capitán general con respecto a los Estados Unidos: la de formar parte de la de defensas de las islas y la de miembro de la que había de representar a las provincias de Ultramar en la Exposición Internacional de Filadelfia. En la misma, fueron premiadas con medallas las obras que presentó, con los títulos: Tratados espaciales de la ciencia del Ingeniero y Proyecto de poleas para levantar pequeños pesos. Por estos servicios se le otorgó la Cruz de 3ª clase del Mérito Militar roja. En el marco de su carrera profesional, en mayo de 1877 era promovido a coronel de Ingenieros del ejército de Cuba. En octubre de 1878, fue nombrado vocal de la Comisión de Estadística, y en agosto del año siguiente, de la Sanidad Española que, en unión con la de los Estados Unidos, debía estudiar las causas y desarrollo de la fiebre amarilla.

Dado de baja en el ejército de Cuba en noviembre de 1881 por haber cumplido el tiempo máximo de residencia en la isla, siguió en ella en la situación de supernumerario que le había sido concedida, hasta que, por haber solicitado su alta en activo, regresó en agosto de 1883 a la península. Al llegar, se le confirmaba el empleo de coronel del Cuerpo, con la antigüedad de 21 de abril de 1881 que le había correspondido por su puesto en la escala general (al marchar destinado los militares a Ultramar, lo hacían con el empleo superior, pero al volver, recuperaban su empleo inicial). En principio, se le comisionó para auxiliar los trabajos de la Junta de Defensa del Reino, siendo destinado en marzo de 1884 a la Junta especial de Ingenieros, sin perjuicio de seguir en la anterior comisión. En ese año, como ponente de la Junta Especial, realizaba un informe sobre el proyecto de defensa del puerto de Pasajes, parte del estudio de las defensas del Pirineo en Guipúzcoa.

Promovido a brigadier, comandante general subinspector de Ingenieros de las islas Filipinas, por Real decreto de 11 de mayo de 1885, desembarcaba en Manila el 11 de agosto siguiente. Cesaba en su destino en noviembre de 1889, momentáneamente y a solicitud propia, a causa del mal estado de su salud. Había prestado importantes servicios durante su permanencia en aquel archipiélago, tales como la arriesgada comisión que llevó a cabo en 1886, a bordo del vapor Baoolod, bajo el fuego del enemigo que ocupaba ambas orillas, con la misión de reconocer el río Grande desde Cottabato al fuerte de Balat, con el objetivo de estudiar las obras que se debían ejecutar en los puntos de nueva ocupación en Mindanao. En los meses de mayo y junio de 1888 se trasladó la isla del Corregidor para formar el plan de las obras de defensa de las bocas de la bahía de Manila, cuya breve ejecución, como él mismo había propuesto a la superioridad, hubiera, posiblemente, evitado la rápida caída de Manila, en la posterior guerra contra los Estados Unidos.

En vista de que su salud seguía delicada, por Real decreto de 18 de junio de 1890, se dispuso que cesara en el cargo de comandante general subinspector de Ingenieros de Filipinas. Por sucesivas resoluciones, se le comisionaba para el examen y estudio comparativo del puerto de Subic con el de Cavite, con relación a la defensa de aquel archipiélago, teniendo en cuenta las modificaciones que para la seguridad de la capital había de producir la ocupación de la isla del Corregidor y el empleo de la artillería de gran alcance en la bahía de Manila. Posteriormente, se le designaba como comandante general subinspector de Ingenieros del distrito militar de las islas Canarias y posteriormente del de Extremadura. A pesar de los destinos señalados, siguió en Madrid para ocuparse de las comisiones que se le habían confiado, entre las que figuraban, la de vocal de la especial de Defensas del Reino y la mixta de funcionarios de los Ministerios de Gobernación, Fomento y Guerra, que había de proponer las disposiciones convenientes para el establecimiento de las zonas militares de costas y fronteras.

Reorganizada la Junta Superior Consultiva de Guerra, por Real decreto de 18 de enero de 1893, fue nombrado vocal de su segunda sección. Por otro de abril del mismo año, se le otorgó la Gran Cruz del Mérito Militar designada para servicios especiales en recompensa de los que prestó con motivo del último congreso literario hispano-americano, y en atención al relevante mérito qué había contraído en la redacción de su obra Estudio sobre la resistencia y estabilidad de los edificios sometidos a huracanes y terremotos.

Por Real decreto de 27 de noviembre de 1893, se le nombró comandante general de Ingenieros del ejército de operaciones de África, destino en el que continuó pese a su ascenso a general de División por Real decreto de 21 de enero de 1894, hasta que por otro de 21 de marzo se le confirió el cargo de comandante general de Melilla, que ejerció hasta que en 20 de marzo del año siguiente fue nombrado comandante general de Ingenieros del primer Cuerpo de Ejército. Una vez más, sin perjuicio de ejercer el citado destino, se le encargó de la presidencia de las comisiones creadas con el objeto de revisar y redactar los programas que sirvieron de base al estudio de los proyectos de tipos de cuarteles, se le ordenó que estudiara las defensas del litoral, para lo que recorrió las costas de la península e islas adyacentes, ejerció el cargo de vocal extraordinario de la Junta Consultiva de Guerra. También fue designado para formar parte, como vocal, de la Junta creada en el Ministerio de Hacienda para proponer un plan general de construcción y reparación de edificios públicos de Madrid, presidió la comisión nombrada para redactar el programa de necesidades para instalar en la corte los almacenes, parques de campaña y dependencias del Cuerpo de Ingenieros, y la encargada de redactar un nuevo reglamento para las obras y servicios a cargo del mismo Cuerpo.

En virtud del Real decreto de 17 de septiembre de 1898 asistió en París, como ministro plenipotenciario, a la negociación y conclusión de un tratado de paz entre España y los Estados Unidos.

En consideración a sus servicios y circunstancias, por Real decreto de 26 de abril de 1899 fue promovido al empleo de teniente general, y, en 28 del mismo mes se ordenó que pese a su ascenso, continuaría formando parte de la Comisión de Defensas del Reino, para la que había sido nombrado en marzo anterior, y en septiembre siguiente acompañó al ministro de la Guerra en su viaje a Asturias y la visita a las fábricas de armas del Estado. En mayo de 1900 se le destinó a la Junta Consultiva de Guerra en calidad de presidente de la segunda sección, cesando en este cometido para pasar al Cuarto Militar de Su Majestad el Rey, como jefe del mismo, en virtud del Real decreto de 17 de mayo de 1902, cargo en que cumplió la edad reglamentaria para el pase a la sección de reserva del Estado Mayor general del ejército, que se dispuso por Real decreto de 13 de noviembre de 1903.

Estando destinado en Cádiz en el año de 1869, se dedicó, debidamente autorizado para ello, al estudio del proyecto de mejora del puerto de aquella plaza.

Además de las ya citadas condecoraciones con que fueron premiados sus relevantes méritos, poseía las cruces de San Hermenegildo en sus tres órdenes y la Gran Cruz de Isabel la Católica, la medalla conmemorativa de la campaña de Cuba con distintivo rojo, y las de Alfonso XIII y de la Regencia. Asimismo, había sido declarado benemérito de la patria. Fue académico numerario de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana y Caballero de las órdenes de Isabel II y de Carlos III.

 

Obras de ~: Escritos: Noticia sobre los niveles-péndulos de Mayer y Charles, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1860; Memoria sobre las armaduras destinadas a sostener las cubiertas de los edificios, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1863; Estudios sobre la aplicación del hierro a las construcciones, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1870-1871; Noticia sobre el uso y aplicaciones del cemento fabricado en las provincias vascongadas, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1871; Discurso leído en el acto de su recepción en la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana el día 24 de noviembre de 1872, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1873; Estudios sobre las máquinas empleadas en las construcciones, y aplicación de la fuerza motora del vapor en las construcciones públicas, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1875; Siniestro debido a una mala armadura, Madrid, Memorial de Ingenieros. 1880; Compañía española de alumbrado de gas de La Habana: informe presentado a la Junta Directiva sobre el Estado de la fábrica y los trabajos verificados en ella durante el año de 1882, La Habana, La Propaganda Literaria, 1883; Estudio sobre la resistencia y estabilidad de los edificios sometidos a huracanes y terremotos, Madrid, Imprenta del depósito de la guerra. 1890.

Proyectos: Proyecto para la construcción de un marco de hierro destinado al servicio de las piezas en las baterías acasamatadas y descubiertas, 1867; Noticia sobre la influencia de los medios ordinarios de ventilación que se emplean en los almacenes de pólvora a prueba, aplicados á los tiempos de paz, como consecuencia de lo observado en el que en 1862 se construyó en Cádiz, 1869; Anteproyecto para el hospital militar de la plaza de Cádiz, 1870.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar de Segovia, Expedientes pers.

[Redacción], “Necrología”, en Memorial de Ingenieros del Ejército, LXI, 4 (abril de 1906), págs. 115-120; Índice Analítico del Memorial de Ingenieros (1843-1920), Madrid, 1921; W. E. Retana, Breve Diccionario Biográfico de los Ingenieros Militares que han estado en las Islas Filipinas, Madrid, Memorial de Ingenieros, 1923; F. J. Díaz González, “Estudio histórico jurídico de los tratados de liquidación del Imperio español de ultramar: el Tratado de París de 10 de diciembre de 1898 y el de Madrid de 30 de junio de 1899”, en Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad de Alcalá, vol. 2005 (2004-2005), págs. 36-50; M. Ponce Ortiz de Insagurbe, “Las fuentes documentales para el estudio de la historia de la construcción militar de los siglos XVIII y XIX”, en Actas del Tercer Congreso Nacional de Historia de la Construcción: Sevilla, 26-28 octubre 2000, Madrid, Instituto Juan de Herrera, 2000; Mª. J. Vilar, Ceuta en el siglo XIX: a través de su cartografía histórica y fuentes inéditas, (1800-1912), Murcia, Universidad de Murcia, 2002; J. Sáez García, “Proyectos de fortificación del puerto de Pasaia (Pasajes) en los últimos años del siglo XIX”, en Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 5 (2006), págs. 467-486.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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