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José García Otero

Biografía

García Otero, José. Cádiz, 1794 – Vigo (Pontevedra), 9.VIII.1856. Ingeniero militar, inspector general del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, académico de mérito de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando,​ miembro numerario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales,​ miembro del Consejo Real​ y director general de Obras Públicas.

Ingresó, con fecha de 5 de febrero de 1813, en la Academia provisional establecida en Cádiz durante la Guerra de Independencia. Al desaparecer la Academia de Ingenieros de Alcalá, con motivo de la guerra, el comandante general del Cuerpo, Antonio Samper, atendiendo a la disminución del número de Oficiales de Ingenieros por muerte, prisión o afrancesamiento, propuso la reapertura de la Academia, para compensar tal disminución.

En un primer momento se señaló Granada, pero esta ciudad fue evacuada, al ser invadida Andalucía por los ejércitos franceses. Refugiado el Gobierno en la isla de León, se propuso, sin éxito, que se estableciese en Cádiz, donde había estado la antigua Academia de Matemáticas. Volvería a insistir el general Samper proponiendo que al menos se estableciesen en Baleares y Ceuta dos academias, al modo de la antigua de Barcelona y a cargo de Oficiales de Ingenieros. En 1811, la cuestión del escaso número de ingenieros se agravó, ya que, según el conde de Noroña, nuevo ingeniero general, “habían pasado al Estado Mayor 20 Oficiales (de Ingenieros), fallecido 18 durante la guerra, 47 estaban prisioneros, salieron a otros destinos 8, sentenciados por infidencia 5, y enfermos de larga fecha 4, solo quedaba un centenar y de éstos 20 achacosos e inútiles; quedan unos 80 antiguos y buenos”. Se había admitido unos treinta subalternos (de Infantería), pero sus conocimientos eran débiles y apenas sabían los principios de la Aritmética, Geometría y Fortificación. Designada Palma de Mallorca para establecer la academia, se nombraba al sargento mayor Mariano Carrillo de Albornoz y al capitán Bartolomé Amat para que adquiriesen tratados y material de enseñanza, pero, una vez más la cuestión se frustró. El coronel de Artillería Mariano Gil Bernabé, que había establecido un Centro de Enseñanza Militar en la isla de León, informó de que alguno de sus alumnos poseía suficientes conocimientos como para ingresar en el Cuerpo. El comandante general del mismo aceptó la idea, pero proponiendo que fuesen examinados por un tribunal formado por oficiales de Ingenieros y que los que aprobaran los exámenes debían reunirse en Cádiz donde se completaría su instrucción.

El Tribunal examinador se reunía en noviembre de 1811, ingresando 38 alumnos, que serían conocidos con el nombre de “gilitos”, por el director de la citada Academia Militar de Cádiz (Gil). Aún habría una segunda promoción en Cádiz, en 1813, a la que pertenecía García Otero, que terminó sus estudios en Alcalá, ya evacuada de los franceses, en 1814, como subteniente de Cuerpo. En 1816 ascendía a capitán segundo de Ingenieros, con destino como ayudante, en la Academia de Ingenieros de Alcalá. En 1821 seguía en el mismo destino, desapareciendo del Estado de Ingenieros de 1836.

En los primeros años del régimen de Fernando VII y durante la “Década Ominosa”, el número de ingenieros militares disminuyó, como resultado de las purgas políticas y de las dificultades presupuestarias. El escalafón de 1818 muestra esa regresión, al reducirse el Cuerpo a 136 miembros. Las reformas militares planteadas en el “Trienio Liberal” proponían un aumento de efectivos, fundamentado en la necesidad del servicio del Estado. Tras la fracasada etapa de proyectos liberales, los problemas políticos originaron la baja en el Cuerpo de algunos ingenieros, que ingresaban en el Cuerpo de Caminos en la década de 1830, como fue el caso de José García Otero, Baltasar Hernández, Pedro Severo Robles y Elías Aquino.

A pesar de la separación del Cuerpo de Ingenieros, García Otero mantuvo, a lo largo de los años, una estrecha relación con los miembros de su antiguo Cuerpo, como Bartolomé Amat y Bonifaz y Mariano Carrillo de Albornoz, con los que colaboró, desde muy pronto, en la redacción de algunas obras, como el Plano de las inmediaciones de Puerta de tierra de la Plaza de Cádiz, levantado en junio de 1814, para instrucción y ejercicio de los Sres. oficiales y alumnos de la Academia del Cuerpo establecida en Cádiz, y por tanto antes de su separación, o bien ya separado, en la obra de Mariano: Tratado de topografía y agrimensura (1838). En la parte II, Mariano Carrillo indica que “en el libro, García Otero había hecho varias correcciones y redactado la parte quinta, que trataba del dibujo, y también había litografiado las láminas de la topografía”.

Uno de sus trabajos más interesantes de su época como ingeniero de caminos fue el “reconocimiento del río Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla, verificado en los años de 1842 y 1844 por órdenes del Ministerio de la Gobernación de la Península”, publicado en Madrid, en la Imprenta de la Publicidad, a cargo de M. Rivadeneyra, en 1847, y que se puede encontrar en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.

García Otero firmó la interesante memoria publicada en 1847, con la colaboración de los ingenieros Joaquín Núñez de Parado, Alejandro de Olavarría, Valentín María del Río y Carlos Cortés. La labor de García Otero se inscribe en la evaluación de la capacidad del río como vía de navegación interior, pero, a diferencia de otras aportaciones de finalidad similar, su informe va más allá, tanto en términos hidráulicos como geográficos. Ofrece en su trabajo una estimación de su caudal mediante unos procedimientos de aforo que, por primera vez, parecen reales, frente a otras mediciones anteriores más especulativas. Su conclusión es que el Guadalquivir “tiene todas las propiedades de un río-torrente”, con las severas limitaciones que sus enormes oscilaciones de caudal le imponían para servir de vía navegable. Estas apreciaciones le llevan a respaldar la propuesta, como más factible y útil, de construir un “canal lateral” paralelo al Guadalquivir a partir de Alcolea o Lora del Río, al que dedica un amplio epígrafe. Señala, además, el gran potencial de este tramo del Guadalquivir para el riego agrícola, así como para la generación de energía. Una visión que es, en cierto modo, la que acabaría por materializarse. Añade un “Plano Topográfico del curso del Guadalquivir entre Córdova y Sevilla, con la división en trozos que se representan en nueve planos particulares, para mejor inteligencia del reconocimiento practicado en Septiembre, Octubre y Noviembre de 1842”, a escala 1:15.000. García Otero adjunta al texto de su reconocimiento una cartografía que “constituye por sí misma una auténtica colección de planos”.

 

Obras de ~: con B. Amat Bonifaz y F. Preysler, Plano de las inmediaciones de Puerta de tierra de la Plaza de Cádiz: Levantado con la plancheta en los días 28 de mayo, 4, 11 y 18 de junio de 1814, para instrucción y ejercicio de los Sres. oficiales y alumnos de la Academia del Cuerpo establecida en Cádiz, 1814; Planta, sección AB y perfil de un puente sobre un río, con arco de triunfo, 1827; Alzado de la fachada lateral y sección de una universidad para Sevilla, 1828, cuatro planos.

 

Bibl.: Estados (Escalillas) del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, 1815-1836; S. Arbaiza y C. Heras. “Inventario de los dibujos de arquitectura de los siglos XVIII y XIX en el museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (VII)”, en Academia: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 104-105 (2007), págs. 157-248; M. Silva Suárez, Técnica e ingeniería en España. IV: El ochocientos, pensamiento, profesiones y sociedad, Zaragoza, Real Academia de Ingeniería - Institución “Fernando el Católico”, 2007; M.ª Á. Velamazán Gimeno, “La renovada formación científica en la Academia de Ingenieros de Alcalá de Henares (1803-1823)”, en D. Ruiz-Berdún (ed.), Ciencia y Técnica en la Universidad Trabajos de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, vol. II, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá, 2018, págs. 485-511; F. Olmedo Granados, “Guadalquivir: mapas y relatos de un río”, en Expobus [en línea], disponible en https://expobus.us.es/guadalquivir/107.pdf

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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