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María Suárez de Toledo

Biografía

Suárez de Toledo, María. Sor María la Pobre. Toledo, 1437 – 3.VII.1507. Religiosa terciaria franciscana, clarisa (OSC), fundadora de conventos.

Nació en Toledo, en un linaje muy destacado de la ciudad, emparentado con los miembros de las casas de Alba, Oropesa y Orgaz. Entre sus ascendientes más directos se encuentran alcaldes mayores de la ciudad, camareros mayores del Rey, alguaciles, arzobispos de Toledo —Vasco Fernández o Gutierre Gómez— e incluso el arzobispo de Santiago de Compostela —Suer Gómez—. Pero no cabe duda de que el pariente más destacado de la joven noble toledana era el monarca Fernando el Católico. El padre de doña María, Pedro Suárez de Toledo, casado con Juana de Guzmán, señores de Pinto, descendía de Pedro Suárez — alcalde mayor, fallecido en 1385—. De él, una de sus dos hijas, Inés de Ayala (señora de Casarrubios), era bisabuela del monarca; la otra, Teresa de Ayala (señora de Pinto), era la abuela paterna de doña María.

María se crio junto a sus hermanas, Leonor y Juana, hasta las bodas de ambas; Leonor de Toledo casaba con el señor de Maqueda, Alonso Carrillo de Acuña, mientras que Juana de Toledo hizo lo propio con el señor de Montemayor, Juan de Ribera. Sus padres optaron por casar a María, aun rechazándolo ella, con un caballero andaluz, el señor del Carpio, García Méndez de Sotomayor, marchando así a Andalucía. El matrimonio no fue largo, unos siete años, y la oposición de María a esta unión, además de la falta de descendencia, hizo que sus padres la devolvieran a Toledo, donde conoció poco después la muerte de su esposo. Los deseos de doña María eran muy distintos; su entrega a los más necesitados y el pauperismo son los ideales evangélicos sobre los que gira su vida. Sus contemporáneos la conocían con el sobrenombre de sor María la Pobre por su acusada piedad y vocación religiosa, muy marcada desde niña, que la acompañaría toda su larga vida.

En estas circunstancias, muchos miembros femeninos de importantes linajes se veían en la encrucijada de volver a contraer matrimonio u optar por la vida religiosa. Doña María continuó, como muchas de sus contemporáneas, por la segunda vía. Su desarrollo personal la llevó a esta opción bien concienciada de la labor social que podía llevar a cabo. El primer paso fue tomar el hábito de la tercera Orden de San Francisco. Así vivió con una compañera de origen toledano también, Juana Rodríguez, una vida de ayuda y pobreza en Toledo. Durante un año cambió su actividad caritativa en la ciudad por la disciplina contemplativa que la llevó a vivir como emparedada en una iglesia de Toledo, que se desconoce, separada del mundo y sólo comunicada con su compañera Juana Rodríguez y el confesor franciscano, Pedro Pérez. Visiones y profecías eran para sus contemporáneos y biógrafos parte de aquella transformación. Fue entonces cuando doña María escribía durante su reclusión por mandato de su confesor; lamentablemente estas obras han desaparecido.

Su fama caritativa e incluso de santidad la llevaron a la Corte de sus parientes los Reyes Católicos en Segovia. Poco tiempo permaneció en la corte, regresando a Toledo en sólo seis meses, hacia 1474. Permaneció durante tres años en el hospital de la Misericordia atendiendo enfermos; en ese período llegó a caer enferma y, ya recuperada, inició una segunda etapa de su vida religiosa, con gran trascendencia para la ciudad. En 1477 tomó la decisión de fundar un convento de terciarias franciscanas en el núcleo urbano. Decisión nada extraña después de esta evolución vivencial y si se tiene en cuenta que varios miembros de la familia habían ocupado puestos de relevancia en la iglesia toledana, tanto en el plano secular como regular. Una pariente muy cercana, Teresa de Ayala, tía abuela suya, era priora en el monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo, de la Orden de Predicadores. La relación personal con los monarcas proporcionó a María Suárez una residencia al convento recién creado. Las casas denominadas de la Reina —antiguo palacio de los Suárez de Toledo— en la parroquia de San Antolín fueron por merced real otorgada en Medina del Campo el 10 de agosto de 1480 para la fundación. Asimismo, el mayordomo y procurador de doña María, Lope de Villegas, tomaba posesión el 27 de octubre de 1488 de la antigua parroquia de San Antolín; todo el conjunto de edificaciones formaba el convento de Santa Isabel de los Reyes —por patrocinio real— de terciarias regulares. La autorización llegaba en 1483 del cardenal Mendoza y se escogió la advocación a santa Isabel de Hungría —santa laica que tomó el hábito de terciaria secular franciscana—. Sor María fue nombrada hermana mayor cuando contaba cuarenta años. En 1487 ella y el resto de las beatas terciarias pasan a profesar en la Orden de Santa Clara, tomaron clausura, hicieron votos y sor María se convirtió en abadesa. La causa de este cambio la basan sus biógrafos en su relación con el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros.

El 3 de julio de 1507, con setenta años de edad, moría en Toledo, en el convento que ella misma había fundado.

 

Bibl.: T. Tamayo de Vargas, Vida de la Excma. Señora y Venerable Madre doña María Suárez de Toledo llamada por su humildad Sor María la Pobre, fundadora y primera abadesa del real monasterio de Santa Isabel de los Reyes de Toledo, Toledo, 1616 (Biblioteca Nacional de España, ms. 3/7947); L. de Yanguas, Breve catálogo de los siervos de Dios así religiosos como religiosas y de la Tercera Orden que han fallecido con singular opinión y fama de muy virtuosos en la Santa Provincia de Castilla de la regular observancia de Nuestro Seráfico san Francisco desde el año 1465 hasta el de 1687 […], Roma, 1684 (Archivo de la Curia General de la OFM, ms. C/12); P. de Salazar, (OFM), Crónica e historia de la Provincia de Castilla, Madrid, 1722 (2.ª ed., Madrid, Cisneros, 1977), págs. 359-367; E. Heredero (OSC), Vida de la Excma. Sra y Venerable Madre doña María Suárez de Toledo, llamada por su humildad Sor María la Pobre, Toledo, Vda. é Hijos de J. Peláez, 1914; J. Gómez Menor, “Suárez de Toledo, María”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, suplemento I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1987, págs. 686-687; B. Martínez Caviró, Conventos de Toledo: Toledo, castillo interior, Madrid, Real Fundación Toledo, 1990; L. Canabal Rodríguez, “Los conventos de clarisas de Toledo (siglos XIV-XVI)”, en Archivo Ibero-Americano, LIV, n.º 213-214, (1994), págs. 473-483; Los conventos de Toledo (siglos XII-XVI), Madrid, Universidad Complutense, 1997; L.  Moreno Nieto, Santos y beatos de Toledo, Toledo, Instituto Teológico San Ildefonso, 2003, págs. 183-185.

 

 Laura Canabal Rodríguez

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