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Anastasio Vives y Rocamora

Biografía

Vives y Rocamora, Anastasio. Orihuela (Alicante), 16.V.1599 – Onda (Castellón), 20.V.1674. Carmelita (OCarm.), obispo de Segorbe.

Nacido en 1599, el 15 de diciembre de 1609, a los diez años, vistió el hábito carmelita en el Convento de Orihuela, junto con su padre y un hermano. Profesó el 17 de mayo de 1615. Realizados los estudios, enseñó Artes en Alicante y Teología en Valencia. Consta que en 1634 había leído un curso de Artes y tres de Teología. En este año fue nombrado prior del convento de Orihuela. En 1637 se pidió para él la concesión del título de magisterio. En 1640 fue elegido definidor provincial. En este año confirmaron su elección, como prior, hecha por los conventuales de Valencia. Durante su priorato ocurrió la tragedia de la peste de Valencia. El padre Vives fue uno de los que se entregó con más ardor y caridad a favor de los apestados. Dice Ximeno que “la peste pudo acabar con muchos millares de vidas, pero no acobardó el zelo, vigilancia, caridad e intrepidez de ánimo, con que este prelado insigne se arrojaba a los peligros, por no faltar el consuelo de sus súbditos”.

En el capítulo provincial, celebrado en Calatayud el día 3 de mayo y siguientes de 1653, fue elegido provincial. En 1658 se retiró al convento de Orihuela “que entonces se hacía casa de reforma”. Poco tiempo permaneció en su retiro. El 25 de septiembre ya había sido nombrado obispo de Segorbe, lo que causó la natural alegría a sus paisanos. Según Caperó, rehusó admitir la dignidad y fue preciso el precepto del reverendo padre provincial. De su actividad, como obispo existen abundantes datos sobre el culto, sobre las obras en la catedral, sobre su deseo de concordia en las diferencias que existían entre el virrey y la ciudad.

Siempre con miras al bienestar y perfeccionamiento espiritual y moral de sus diocesanos y a la integridad de la disciplina eclesiástica, dispuso el prelado la celebración de un sínodo diocesano. Se abrieron las sesiones el 12 de abril de 1668. Todo el articulado es sumamente interesante. Consta de cuarenta y siete títulos con casi trescientas disposiciones sinodales. Fue impreso en Valencia en 1669 por Jerónimo Villagrassa.

A mediados de 1671 se dieron por terminadas las obras de la nueva capilla de Nuestra Señora del Carmen de la catedral, uno de los proyectos que con más ilusión acariciaba Vives. Fue costeada de su propio peculio, como asimismo el retablo, ornamentos, lámparas de plata, etc. Recibió solemnemente las reliquias del cuerpo de San Félix, mártir, donadas por el papa Clemente X al duque de Segorbe, con ocasión de su embajada en Roma.

“Labró dos sepulcros, uno para sí y otro para colocar honoríficamente los huesos del Ilmo. Sr. D. Fr. Sancho de Ull, obispo de Segorbe y Albarracín, religioso carmelita, electo el año 1319”.

El juicio que mereció a sus contemporáneos su actuación como obispo no puede ser más elogioso. “Ni en su celda, ni en su palacio, admitió jamás alaja alguna que oliese a ostentación. Iba personalmente a visitar a los enfermos, no sólo en el hospital, sino también en sus casas, por humildes que fuesen. Cuando en el palacio había algún enfermo, por su misma mano le administraba la comida y medicinas. La devoción a María fue grande, erigió lucidísima cofradía de la Virgen del Carmen, fundándole todos los años una fiesta solemnísima, todos los días rezaba a la Virgen los tres tercios del Rosario”.

Cuando acababa de cumplir setenta y cuatro años de edad “y creyendo prestar un gran servicio a la diócesis, tomó una decisión digna de la ejemplaridad de su santa vida. La renuncia a la mitra. Y el 6 de diciembre del año citado de 1672, inesperadamente, daba el adiós al obispado, para ir a retirarse al convento de carmelitas de Onda (Castellón). Antes de renunciar hizo donación a la iglesia catedral y a su cabildo de todos los pontificales, plata y otras halajas preciosas y pidiendo después su Ilma. vendiese el báculo al ilustrísimo señor Juan Casteldeses, electo obispo de Albarracín, le respondieron no les privase de tener el consuelo del báculo, ya que les faltaba el pastor”.

Mientas gobernaba la diócesis de Segorbe no olvidó a su provincia carmelitana; trabajó por su progreso espiritual y se preocupaba por implantar la reforma en los conventos. En este sentido, el 21 de octubre de 1668 escribió al padre Luis Pérez de Castro, regente de Transpontina, pidiéndole que intercediera para poder afiliarse a la provincia de Aragón y Valencia, el padre Andrés Caperó, perteneciente a la de Castilla y a quien consideraba muy útil, por sus prendas, letras y virtud, para implantar la observancia de las constituciones de la reforma flandrobelga en los conventos de Levante y Aragón.

En la última etapa de su vida en el convento carmelitano de Onda, “iba vestido de remiendos, como cualquier religioso pobre. En la celda en que vivía en Onda tenía unas sillas de esparto y por las paredes unas estampas de papel, cuanto había menester, para servirse era extremadamente pobre”. El padre Andrés Caperó, prior entonces del convento de Onda y después obispo de Lugo, afirma literalmente: “No le vi vez confesar, que al darle la absolución no se enterneciera. Siempre que celebraba el Santo Sacrificio de la Misa, lloraba desmedidamente, copiando la devoción de su redentor Jesu Cristo, que en el sacrificio se ofreció al Eterno Padre en la Cruz, dexó empleo que imitar en sus lágrimas.

Fue el consuelo de las distintas comunidades religiosas de la villa de Onda. En la última enfermedad el cabildo de Segorbe envió dos capitulares, con el fin de que le asistieran y el obispo con la humildad que solía respondió que estimaba sobre sus ojos la merced que le hacían, pero que no lo merecía y así que no podía admitirles, con lo cual les suplicó encarecidamente, volviesen a sus casas; sólo deseaba la quietud para morir”.

En estos últimos años consta que salió en una ocasión a Valencia, el 22 de abril de 1674, en que asistió a la consagración del obispo de Albarracín, el carmelita Pedro Tris; también asistió como consagrante otro obispo carmelita, Juan Bautista Sorribas.

El ejemplar obispo carmelita Anastasio Vives y Rocamora murió santamente el 20 de mayo de 1674 entre las dos y tres de la tarde. Las exequias se celebraron en los conventos de Valencia y Onda. “Poco después de su muerte y a petición del Cabildo, los despojos del benemérito prelado segobricense eran trasladados a la catedral de Segorbe, para ser inhumados en la capilla de Nuestra Señora del Carmen por él fundada.”

 

Fuentes y bibl.: Archivo General del Reino de Valencia, Secc. Clero, lib. 344, Actas de los capítulos provinciales de la Provincia carmelita de Aragón y Valencia 1631-1694; Archivo Municipal de Orihuela, n.os 2, 304, 313, 1018, 2051; Archivo Histórico Nacional, cód. 426 B, Quinque libri conventus Carmelitarum valentinorum.

J. Martí (OCarm.), “Sermón en las exequias del ilustríssimo Señor D. Fr. Anastasio Vives de Rocamora, obispo de Segorbe, del consejo de su Magestad”, en M. Maya (OCarm.), Jardín de varios sermones, vol. II, Zaragoza, Agustín Verges, 1676, págs. 860-868; A. Caperó (OCarm.), Sermón que predicó [...] en las exequias celebradas [en el convento de Onda] [...] por el Ilmo. Sr. D. Fray Anastasio Vives de Rocamora, Zaragoza, 1679; V. Ximeno, Escritores del reyno de Valencia [...], vol. II, Valencia, Joseph Estevan Dolz, 1749; C. de Villiers (OCarm.), Biblioteca Carmelitana, Aurelianis [Orleans], excud. M. Couret de Villeneuve & J. Rouzeau-Montaut, 1752, 2 vols. (ed. de G. Wessels, Roma, 1927); P. L. Llorens Raga, Episcopologio de la diócesis de Segorbe-Castellón, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1973; B. Velasco Bayón (OCarm.), Historia del Carmelo español, vol. III, Roma, Institutum Carmelitanum, 1990-1994, págs. 507-514.

 

Balbino Velasco Bayón, OCarm.