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Francisco Máximo de Moya Torres y Velasco

Biografía

Moya Torres y Velasco, Francisco Máximo de. Jaén, 1680-1685 ‒ ?, s. XVIII. Arbitrista.

Preocupado por analizar la decadencia económica de España, fue autor de varios trabajos entre los que destaca el Manifiesto universal de los males envejecidos que España padece. Este trabajo resulta de gran interés, no sólo porque proporciona información acerca de los problemas económicos de su época, sino también porque puede considerarse una obra que sirve de nexo de unión entre el arbitrismo castellano del siglo XVII y el proyectismo del XVIII. Moya Torres fue un hidalgo que a lo largo de su vida ocupó diferentes cargos en el ámbito de la Administración Pública en Úbeda, Baeza, Martos y otros pueblos de Jaén, cargos que le permitieron adquirir conocimientos en el ámbito de la Hacienda Pública.

Su principal trabajo titulado Manifiesto Universal de los Males Envejecidos que España padece, y de las causas de que nacen, y remedios que a cada uno en su clase corresponde, sin que tenga nota de arbitrio; antes sí, para que se conozca el daño de los que se establecieron, fue publicado en 1727 y puede considerarse un repertorio de gestión tributaria cuyo objetivo final es el de buscar los medios más eficaces con los que poder financiar el déficit público, con suficiente capacidad recaudatoria como para poder llevar a cabo todo un proceso de reestructuración impositiva cuyo fin sería la simplificación de los mismos, y la creación de una única Agencia de Administración Tributaria o, como el propio autor denomina, “Dirección Universal de Hacienda y Guerra”. Sobre la base de lo que Moya Torres señala como “supresión de rentas gravosas”, enumera todo un conjunto de reglas de saneamiento tributario que abarcan desde la armonía fiscal entre regiones, hasta el comercio interior y exterior, la moneda, el Ejército y la Iglesia.

El Manifiesto está compuesto por quinientas catorce observaciones, o capítulos, que contienen reflexiones generales sobre la situación de España y de los españoles; el abandono de los campos; el elevado número de arrendatarios; del gobierno; el pillaje; del encarecimiento de los bienes y de la tasa; del comercio exterior; los subsidios y las bulas; del clero secular; de la retención del comercio de grano; de los beneficios de la Iglesia; los censos y los juros; los Tribunales Eclesiásticos, Reales y de la Santa Cruzada; de los privilegios de la Santa Inquisición; de los funcionarios, guardas y ministros; de la lentitud de los procedimientos judiciales, de la situación de los presos y los privilegios de los funcionarios de presidios, de las fiestas, del comercio exterior, de los Montes de Piedad; de la supresión de las Hermandades; de la Nobleza; de los reinos de Aragón, Cataluña, Valencia y Andalucía; del contrabando; del abandono de pueblos y castillos; de los montes y terrenos baldíos; del Consejo de la Mesta; de los Mayorazgos; de los judíos. El memorial también contiene epígrafes más precisos dedicados a las Rentas Reales, el Ejército, la Guerra y la Marina.

La obra concluye con un conjunto de Assertos o afirmaciones que incluyen, a modo de conclusiones, aspectos tratados en el corpus central de la obra sobre cuestiones relacionadas con la Hacienda, el Ejército y los Tribunales de Justicia.

A lo largo de todo el trabajo es evidente la intervención del Estado en todos los ámbitos de la economía, un intervencionismo ilimitado por parte del Rey, al que el mismo autor avisa de “que los males de España no son de Dios embiados, sino perversión del Govierno”.

Un asunto que llama la atención en el Manifiesto es el hecho de que el autor no tratara en absoluto el aspecto del gasto público. En vez de defender la disminución del gasto público, se explaya, con objeto de reducir el déficit público, en la gestión de los ingresos, de ahí que propusiera la creación de una especie de Ministerio de Hacienda, “de forma, que se halle formal, y fácil quenta de todo lo entrado”.

Con relación al comercio reproduce la doctrina arbitrista del XVII que consideraba que la causa de la decadencia económica de España en general, y de la Hacienda Pública en particular, se encontraba en el comercio exterior. No duda en recomendar al Rey que obstaculizase el asentamiento de las casas de comercio extranjeras, e intervenir la importación de mercancías con elevado valor añadido exhortando de que dicho comercio habría que “cerrarlo à todos los medios que aora omito”. Para Moya Torres “dichos Comercios” están “desangrando à España sin sentir”, puesto que los extranjeros comercian en España productos cuyas materias primas habían adquirido previamente a los españoles. No se detiene en analizar las causas de ese aparente desigual comercio.

Estrechamente ligado al comercio se encuentra su reflexión sobre asuntos monetarios, una reflexión a la que Moya Torres dedica los capítulos treinta y uno, y treinta y dos del Memorial. Siendo consciente de que la abundancia de dinero era perjudicial para la economía “pues no todo el bien de las Monarquias està en el mucho dinero”, se pueden encontrar en su exposición argumentos que permiten asegurar que se acercaba a la teoría de flujo de especie. En este sentido no sólo comprendía que los elevados precios alteraban las relaciones comerciales, ya que, con la moderación de precios, los extranjeros “no adquiririan tanto dinero con los frutos de los Subditos de estos Dominios”, sino también, sabedor de que las alteraciones monetarias eran perjudiciales, establecía, con relación a la circulación monetaria, que el valor del dinero venía determinado por la cantidad ya que “teniendo poco oro, con èl se puede adquirir mucho pan… que aunque sean pocas —las monedas— en su valor crecen… para que por falta de numero preciso, no vare la circulación”.

Relata el profesor Domínguez Ortiz, que Moya Torres fue consecuente consigo mismo a lo largo de su carrera. Su Manifiesto en el que tantas ilusiones había puesto, no había despertado eco. Sus grandes planes de reforma se quedaron olvidados en los cajones de las covachuelas.

Hasta el fin conservó su vocación de consejero de gobernantes, sintiéndose en posesión de recetas mágicas, y por ello, aunque renegara de la palabra, merece plenamente el título de empedernido arbitrista.

 

Obras de ~: Manifiesto universal de los males envejecidos que España padece [...], Memorial dirigido a Felipe V, Madrid, Librería de Francisco Laso [1727] (ed. y est. prelim. de A. Domínguez Ortiz, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1992; en pág. 77 el propio Moya Torres nos informa de haber escrito un Memorial fechado el 6 de junio de 1726); Memorial [dirigido a Felipe V], 26 de diciembre de 1730 (ms. en Archivo Histórico Nacional, Osuna, 4.267-1, 5 fols.); Compendio de las ideas de D. Francisco de Moya, ms. en Archivo Histórico Nacional, Estado, lib. 881, fols. 143-166; Representación dirigida al más fácil y seguro aumento del Real Erario y a conseguir el más pronto alivio y riqueza de la Monarquía, 1740 (en Biblioteca Nacional de España, sign. VE 457-42).

 

Bibl.: A. Domínguez Ortiz, “Estudio preliminar”, en F. M. Moya Torres y Velasco, Manifiesto universal de los males envejecidos que España padece, op. cit.; L. Perdices de Blas y J. Reeder, Diccionario de Pensamiento Económico en España, 1500-1812, Madrid, Editorial Síntesis-Fundación ICO, 2000.

 

Rogelio Fernández Delgado

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