Stuyck Álvarez, Gabino. Madrid 1787 – 1858. Director de la Real Fábrica de Tapices. Alcalde de Barrio. Vocal de la Junta Municipal de Beneficencia. Presidente de la Santa y Real Hermandad de Labradores y Hombres Buenos de Madrid.
Fue el mayor de los siete hijos de Livinio Stuyck Vandergoten y María de las Nieves Álvarez. Livinio Stuyck Vandergoten fue uno de los directores más destacados de la Real Fábrica de Tapices, que vivió durante su mandato momentos de gran prosperidad, abasteciendo a los Reales Sitios con un gran número de bellísimas tapicerías y alfombras. Livinio, que sucedió en la dirección de la Real Fábrica a sus tíos, los Vandergoten, expertos artesanos, pertenece ya a una nueva clase social, la burguesía, que se enriquece con los negocios y a quienes vivir de las “artes y oficios” no va a ser obstáculo para gozar incluso del privilegio de nobleza. Sus descendientes llevarán la cómoda vida de una familia adinerada, recibiendo una esmerada educación; Gabino hizo estudios de gramática latina, lengua, dibujo y matemáticas. En adelante, los primogénitos que van sucediéndose en la dirección de la Real Fábrica alternarán los nombres de Livinio y Gabino.
En 1817 murió Livinio Stuyck Vandergoten y su esposa solicitó al Rey la dirección de la manufactura. Tan insólita actitud en una mujer de su época pretendía evitar rencillas familiares en torno a la herencia del cabeza de familia. Fernando VII accedió a la petición y el 13 de julio de ese mismo año María de las Nieves fue nombrada Directora de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, en idénticas condiciones que su esposo; un nombramiento puramente formal, porque María de las Nieves otorgó a sus hijos mayores, Gabino y Juan, un poder para que la representaran en todos los asuntos relacionados con la Fábrica. Juan obtuvo una plaza en el Ejército, como oficial de Dragones de Lusitania, y murió poco después. Quien se ocupó de la gestión de la manufactura fue Gabino, que durante años había vivido distanciado de su padre, que nunca le perdonó el haber contraído un matrimonio desigual, con una costurera llamada María Martínez.
Gabino Stuyck Álvarez encontró grandes dificultades para mantener a flote la empresa familiar En 1727, tras la muerte de su madre solicitó al Rey que le confirmara en su puesto de Director de la Fábrica, lo que le fue concedido, pero se le niega a su esposa la pensión de 30 reales diarios que había disfrutado María de las Nieves. En 1831 se permitirá a Gabino el uso del uniforme que acredita su servicio a la Real Casa.
Tras la muerte de Fernando VII, los gastos de la primera guerra carlista absorbieron una buena parte del presupuesto nacional; se estableció un impuesto de guerra e incluso los establecimientos benéficos, como la Inclusa, dejaron de percibir sus asignaciones. Una industria de lujo como la Real Fábrica de Tapices tuvo por fuerza que acusar la grave crisis del país. Gabino se vio obligado a pagar el alquiler del edificio de la Fábrica y el de su propia vivienda aneja, que hasta entonces disfrutara como favor real. En 1834 la Reina Gobernadora ordenó que se abonaran los encargos de tapicería iniciados para la Real Casa pero que no se hiciera ninguno nuevo. Gabino luchó desesperadamente para convencer a la soberana de que la desaparición de la Fábrica supondría la pérdida de una prestigiosa industria, siempre al servicio de la Corona, y también la miseria de los empleados y sus familias. En 1738 consiguió por fin una nueva contrata con la Casa Real, en términos menos ventajosos que la anterior, porque se le rebajaban los precios de los encargos.
Durante la regencia de Espartero se encargó a la Fábrica la restauración de los tapices del Palacio del Pardo, que mantendrá a la industria ocupada los cuatro años siguientes; en 1843 se hace lo propio con los del Monasterio de la Encarnación y luego con los de San Lorenzo. A estas obras de retupido y limpieza, junto con la fabricación de alfombras para los Reales Sitios, se dedicó toda la capacidad de la manufactura, que a partir de 1847, coincidiendo con un cierto desahogo de la Real Hacienda, verá multiplicarse estos encargos, aunque no se hicieron obras de nuevo porque la Reina Isabel II no era muy amante del arte del tapiz.
La estabilidad de la Real Fábrica, con una facturación anual de unos 100.000 reales, se mantuvo hasta la muerte de Gabino en 1858. Su hijo Livinio Stuyck y Martínez, a quien la Reina había concedido en 1844 los honores de director de la Fábrica, empezará su gestión en un momento con perspectivas de expansión.
Al igual que sus antepasados, Gabino Stuyck Álvarez fue miembro de la Real Diputación del Hospital de San Andrés de los Flamencos, fundado en 1594 por Carlos de Amberes para socorro y ayuda de los pobres y peregrinos de su país. En 1849 el ruinoso edificio de este Hospital en la calle de San Marcos fue demolido y vendidas sus pertenencias, conservando las de mayor valor para su futura sede; entre ellas estaba el cuadro de Rubens que representa el martirio de San Andrés, que fue depositado en la Real Fábrica de Tapices en espera de un nuevo edificio.
Fuentes y bibl.: Archivo de la Real Fábrica de Tapices, Oficios con traslados de Reales Ordenes del Mayordomo Mayor de Palacio y del Intendente General de la Real Casa y Patrimonio al Director de la Real Fábrica de Tapices sobre limpieza, retupido y encargos de tapicerías, Madrid, 13 de marzo de 1835, leg. 27/4.1; Nueva contrata aprobada por S.M. la Reina Gobernadora…entre la Real Casa y el director de la Real Fábrica de Tapices Dn. Gabino Stuyck, Madrid, 17 de febrero de 1838, leg. 27/3.6.
E. Iparraguirre y C. Dávila, Real Fábrica de Tapices, Madrid, Real Fábrica de Tapices, 1971, págs. 59-73; F. y B. Vidal Galache, Historia del Hospital de San Andrés de los Flamencos 1594-1994, Madrid, Editorial Nerea, S.A., 1996, págs. 122 y 194; F. y B. Vidal Galache, “La proyección ultramarina de la Real Fábrica de Tapices en la crisis del 98”, en actas del Congreso Internacional Los 98 ibéricos y el mar, Lisboa, 1998, págs. 225-236.
Florentina y Benicia Vidal Galache
