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Livinio Giorgio Stuyck

Biografía

Stuyck, Livinio Giorgio. Bruselas, 21.I.1756 – Madrid, 1817. Director de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Alcalde de Barrio. Alcalde de la Santa y Real Hermandad de Labradores y Hombres Buenos de la Villa.

En 1780, Cornelio Vandergoten, Director de la Real Fábrica de Tapices y único superviviente de su familia, había hecho venir desde Flandes a su sobrino nieto, Livinio Stuyck, "para aprender el dificil arte de la tapicería". Pero Livinio no iba a resignarse a la oscura labor de tejedor; había nacido para mandar y pronto se hizo indispensable como mediador con los altos funcionarios del Real Oficio de Tapicería. Y así fue como Livinio Stuyck Dange, que después adoptó Vandergoten como segundo apellido, se hizo con el control de la manufactura, destacando con su poderosa personalidad entre los directores de la Real Fábrica de Tapices.

En 1786 falleció Cornelio y con él se extinguió la dinastía de maestros tapiceros que durante 65 años habían dirigido la Real Fábrica de Tapices. Según lo acordado con el soberano, la dirección de la Fábrica debía quedar en manos de los oficiales más antiguos. Pese a la resistencia presentada por el pintor José del Castillo y por los oficiales tapiceros, que ya se consideraban merecedores del cargo, Livinio consiguió el nombramiento de Director de la Real Fábrica de Tapices.

Livinio heredó la fortuna de los Vandergoten, a la que sumó el legado de un oficial de la Fábrica. Era el momento formar una familia y el flamante empresario se casó con una joven nacida en Lerma, llamada María de las Nieves Álvarez, con la que tuvo siete hijos, de los que cinco llegaron a la edad adulta; a partir de entonces, aquel hábil negociador se dedicó con tesón a conseguir del rey cargos y honores para él y los suyos, naturalmente pensionados.

En la Real Fábrica, además de los encargos reales, se atendían los de otros personajes de la nobleza, como la Duquesa de Alba, o de políticos de la importancia de Godoy o el Ministro Miguel Múzquiz. Los grandes artistas de la Corte como Mariano Salvador Maella, José del Castillo, Francisco y Ramón Bayeu siguen pintando cartones hasta finales del siglo; Goya, convertido ahora en el artista de moda, colaboró sin entusiasmo hasta 1792.

Livinio no se conformó con ser un empresario adinerado, ya que para ocupar un lugar destacado en la sociedad madrileña debía tener algún cargo público, y consiguió los de Alcalde de Barrio y Alcalde de la Santa y Real Hermandad de Hombres Buenos y Labradores de la Villa. Estos nombramientos, que le dieron poder y satisfacción, estuvieron a punto de costarle la vida cuando desafió la autoridad de Bonaparte para proteger los intereses de los agricultores.

La Guerra de la Independencia fue una época de grandes sufrimientos para los Stuyck, que tuvieron que abandonar su casa ante la inminente llegada de los soldados de Napoleón, que se instalaron en la Fábrica, causando en ella grandes destrozos. Pasado un tiempo la familia volvió a su hogar, que mostraba las huellas de la barbarie. Los tres años siguientes sobrevivieron gracias a la habilidad de negociador de Livinio, que convenció a José Bonaparte de la necesidad de mantener a flote una industria única en su género, de la que dependían muchas familias de trabajadores, e incluso evitó la venta del edificio donde se alojaba la Real Fábrica.

A punto de finalizar la guerra, la Real Fábrica fue de nuevo invadida por los franceses y su Director encarcelado, acusado no sin razón de colaborar con el Empecinado y el cura Merino, los guerrilleros que tantos problemas estaban dando al rey intruso. El traslado de los franceses a Valencia, tras la derrota de Los Arapiles, evitó probablemente que Livinio fuera juzgado por traición. Algún tiempo después, el desagradable episodio fue aprovechado por Livinio para obtener de Fernando VII una ayuda económica que le permitiría levantar su decaído negocio y los nombramientos de Ayudas del Real Oficio de Tapicería para sus hijos Livinio supo invertir su fortuna en fincas rústicas y urbanas. Con tesón fue arrancando mercedes a los sucesivos soberanos, obteniendo para su esposa la pensión disfrutada anteriormente por la viuda de Cornelio; para sus dos hijos mayores, cargos en el Real Oficio de Tapicería y para otro una ayuda en metálico por ser corto de vista. Él no desdeña el dinero, pero sobre todo quiere honores, como el uso del uniforme del Real Oficio de Tapicería con el que fue inmortalizado en un hermoso retrato, atribuido a Zacarías González Velázquez.

Livinio y sus sucesores pertenecen ya a una nueva clase social, la burguesía, que se enriquece con los negocios y a quienes el vivir de las "artes y oficios" no va a ser obstáculo para gozar incluso del privilegio de nobleza. Livinio hizo frecuentes viajes a su tierra natal y se relacionó con la colonia flamenca de Madrid en el Hospital de San Andrés de los Flamencos, fundado en 1564 por Carlos de Amberes, del que era benefactor, pero formó una familia española y con ella se que integró plenamente en la vida social de la Corte.

Tras cinco años de guerra brutal y destructiva, a la quiebra de la Real Hacienda se unió la pérdida progresiva de las colonias americanas; cuando murió Livinio Stuyck, el 30 de junio de 1817, en la Fábrica se acusaban los efectos de la ruina nacional y en sus talleres se trabajaba casi exclusivamente en la restauración de tapices y alfombras estropeados. A la viuda de Livinio Stuyck, María de las Nieves Álvarez, que hasta entonces había desempeñado su papel de burguesa acomodada, le corresponderá la difícil tarea de mantener a flote la industria familiar, apoyada por su hijo mayor, Gabino.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico de la Real Fábrica de Tapices: Stuyck, Livinio: Memorial de Livinio Stuyck al conde de Melito, Madrid, abril de 1811, leg. 8/8; Stuyck, Livinio: Representación al rey pidiendo que se respete la contrata con la Real Fábrica de Tapices en los términos que se estableció con Cornelio Vandergoten. Madrid, 27 de marzo de 1786, leg. 8, c. 2; Stuyck, Livinio: Expediente sobre franquicias y venta de la casa, Madrid, 1809-1813, leg. 24/7.1

E. Iparraguirre y Davila, Real Fábrica de Tapices. 1721-1971, Madrid, Real Fábrica de Tapices, 1971, págs. 40-49; F. y B. Vidal Galache, La Real Fábrica de Tapices en los documentos de su Archivo. Madrid, Real Fábrica de Tapices, 2000, págs. 27-30 y 60-63.

 

Florentina y Benicia Vidal Galache