González López, Antonio. Ferrol (La Coruña), 13.XII.1815 – ?, s. XIX. Militar y caballero laureado de San Fernando.
Ingresó en el Ejército en el mes de septiembre de 1833 en clase de cadete del Regimiento de Borbón, siendo dos años después promovido a subteniente del mismo Cuerpo.
Participó en la Primera Guerra Carlista, combatiendo a partir de diciembre de 1833 en Castilla la Vieja, derrotando a la partida de Cuevillas en Castro Gonzalo y trasladándose a continuación a las provincias vascongadas.
Al ser fortificada Maestu (Álava) en 1834, entró en el mes de marzo a formar parte de su guarnición, compuesta por nueve compañías del Regimiento de Borbón al mando del 1.er comandante Francisco Álvarez del Manzano, siendo gobernador de la plaza el coronel Juan José de Caula.
El enemigo puso sitio a la plaza en varias ocasiones, pero su guarnición resistió bravamente. El 30 de enero de 1835 sufrió un primer ataque en presencia de don Carlos y dirigido por Zumalacárregui al mando de siete batallones de infantería, caballería y varias piezas de artillería, siendo rechazado el asalto.
En el mes de febrero se produjo otro ataque de tres batallones, que se repitió el 7 de marzo, siendo el más duro el que tuvo lugar el 3 de abril, en el que fueron rechazados los carlistas tras doce horas de combate y después de haber hecho más de doscientos disparos de cañón. Liberada la plaza el 7 de abril por el general Luis Fernández de Córdoba, ese mismo día publicaba la siguiente Orden General alusiva a los defensores de Maestu: “La guarnición de Maestu se ha hecho digna del aprecio de la Reina nuestra Señora, de la admiración y gratitud de la patria.
“Durante 15 meses de continuo sitio o bloqueo ha visto estrellarse contra sus débiles fortificaciones los perseverantes esfuerzos del enemigo, ha sufrido con heroica constancia las mayores privaciones y fatigas.
En completa incomunicación con todas partes, ha sacrificado a su Reina y a su patria todas las afecciones privadas del ciudadano; un solo desertor, un solo hombre débil o cobarde no ha empañado la gloria de sus brillantes armas: la disciplina se ha conservado en toda su pureza: oficiales, sargentos y soldados, todos han rivalizado en bravura y decisión: todos se han hecho merecedores de que el ejército los conozca como el verdadero modelo de las virtudes que siempre le caracterizaron. Su noble ejemplo no puede dejar de excitar la admiración, y de hallar imitadores entre los militares españoles.
“Para hacer justo homenaje al relevante mérito de dicha guarnición hasta donde alcanza mi autoridad, y mientras imploro de S. M. las debidas recompensas, he resuelto: 1º.- Dar las gracias en nombre de S. M. y del Excmo. Sr. General en jefe del ejército, al gobernador, señores jefes, oficiales, sargentos y tropa de la benemérita guarnición de Maestu, y que esta orden se publique en la general del ejército que opera en las provincias de mi mando, hasta que el Excmo. Sr. General en jefe mande hacer extensiva a la de todo el ejército del Norte. 2º.- Que el gobernador y los jefes de la guarnición me pasen con toda brevedad noticia de las personas y acciones más sobresalientes, para que recaiga sobre ellas la debida recompensa y estímulo. 3º.- Que el primer día que formen las tropas de aquella guarnición con las que se hallan a mis inmediatas órdenes en la ciudad de Vitoria, y a presencia de su vecindario, pasen formadas en columnas con distancia por delante de todos los cuerpos, y que éstos, con las armas presentadas y banderas desplegadas, saluden a tan bizarros compañeros de armas a la voz de sus respectivos jefes por la aclamación de viva la guarnición de Maestu, honor a sus virtudes.” “Nombrado el general Valdés ministro de la Guerra y comandante general en jefe de los Ejércitos de Operaciones y Reserva, se dirigía a éstos desde Vitoria el 18 de abril de 1835, recogiendo el artículo 3.º de la Orden General de dicho día las siguientes concesiones: “Quedan condecorados con la cruz de S. Fernando de segunda clase todos los oficiales, y con la de Isabel II los demás individuos de las guarniciones de Olazagoitia y Maestu, sin perjuicio de otras recompensas [...]”.
La concesión de la Cruz laureada de San Fernando a todos los oficiales que participaron en la citada defensa fue muy controvertida, ya que no se realizó el preceptivo juicio contradictorio, no obstante lo cual les sería concedida por Real Orden de 16 de mayo de 1840.
En marzo de 1835 fue ascendido a subteniente por antigüedad, continuando ese año luchando en Vascongadas, hallándose en la retirada de Maestu y en las acciones de Artaza, Castrejana, Arrigorriaga, Guevara, Salvatierra, Montejurra, Allo y Dicastillo.
En 1836 combatió a los carlistas en Arlabán, Zubiri, Larrasoaña, Oteiza y otras acciones, así como en la batalla de Luchana, terminando el año con el empleo de teniente, alcanzado por antigüedad en el mes de noviembre.
Al año siguiente luchó en Durango, Zornoza, en las líneas de San Sebastián, Irún, Fuenterrabía, Andoain, Gorriti y Lecumberri, ganando el empleo de capitán por méritos de guerra en la batalla de Chiva, en la que sufrió una herida de gravedad por bala de fusil en el pecho y fracturas del brazo izquierdo y de la pierna derecha.
Debido a las heridas recibidas no se pudo incorporar a su Regimiento hasta el mes de agosto de 1838, volviendo a participar en operaciones, asistiendo a la toma de los fuertes de Ramales y Guardamino, donde de nuevo resultó herido de bala de fusil, continuando en campaña a pesar del mal estado de su salud. Tras estar presente en el convenio de Vergara y darse fin a la guerra en el Norte, pasó a Aragón, recibiendo el 25 de diciembre una nueva herida de bala de fusil.
En 1840 participó en la conquista de los fuertes de Segura y Castellote, y ganó el ascenso a 2.º comandante por méritos de guerra durante el sitio de Morella.
A continuación combatió en Berga, persiguiendo al enemigo hasta su penetración en Francia.
A consecuencia de su participación en los sucesos políticos del mes de octubre de 1841 se vio obligado a emigrar a Francia, no pudiendo volver a España hasta el derrocamiento de Espartero, en 1843, pasando entonces a servir en el Regimiento de Almansa, en el que en ese mismo año alcanzó el empleo de 1.er comandante, siendo trasladado seguidamente al Regimiento de Galicia, con el que prestó servicios en el Campo de Gibraltar, Madrid, Valencia y Alicante, hasta que en 1847 pasó a la situación de reemplazo.
En 1848 fue destinado al Regimiento de África, con el que intervino en la provincia de Málaga en la persecución de partidas revolucionarias, y los años siguientes prestó servicio de guarnición en esta provincia y en las de Granada, Valencia y Gerona.
Tras adherirse al movimiento nacional de 1854 le fue concedido el empleo de teniente coronel, confiándosele seguidamente el mando del batallón de Cazadores de Alba de Tormes, del que un año después pasó al Regimiento de Gerona, con el que intervino en los sucesos revolucionarios de Barcelona del mes de julio de 1856.
Ascendido a coronel en noviembre de 1857, en el mes de marzo del siguiente año se le nombró jefe del 3.er distrito de Barcelona, manteniéndose en este cargo hasta que en 1862 se le dio el mando del Regimiento de Aragón, pasando poco después a mandar el de Bailén y en 1864 el de Saboya, siendo en este último año puesto al frente de la 32.ª media brigada de Provinciales.
En 1866 pasó a la situación de reemplazo en La Coruña y al año siguiente se le concedió el retiro.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. G-2792.
J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.
José Luis Isabel Sánchez