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Juan de Meneses

Biografía

Meneses, Juan de. ?, p. m. s. XV – Tejadillo (Salamanca), III.1494. Obispo de Zamora y presidente de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid.

Oriundo de la villa de Talavera de la Reina e integrante de uno de los linajes con mayor proyección de la misma, el obispo de Zamora Juan de Meneses fue hijo de Fernando Álvarez de Meneses, regidor de Talavera, y de Marta de Orellana, además de pariente en cierto grado del cardenal Juan de Carvajal. La primera mención documental que ha podido ser localizada de Juan de Meneses data del 2 de abril de 1445, cuando figuraba ya como canónigo en la Iglesia Magistral de Talavera.

En su juventud realizó sus estudios teológicos en Salamanca y se graduó como doctor en Bolonia. Aún en 1463 estudiaba derecho canónico en la Universidad de Perugia, para lo cual contaba con una licencia que le permitía percibir los frutos de sus dignidades toledanas durante su ausencia. En concreto, fue al menos arcediano de Guadalajara y canónigo de la catedral de Toledo antes de ser nombrado obispo de Zamora por el papa Paulo II a comienzos de 1468, dignidad que ocupó hasta su fallecimiento, en 1494.

La guerra civil que padecía el reino de Castilla cuando tuvo lugar su nombramiento episcopal provocó que Meneses tuviera graves dificultades para tomar posesión de su nueva dignidad. En concreto, hubo de hacer frente a las resistencias presentadas a su nombramiento por parte de un sector del cabildo catedralicio y de la ciudad de Zamora, liderado por el chantre Gonzalo de Valencia, miembro de un prominente linaje zamorano que entonces se encontraba inmerso en una lucha de bandos por el control del gobierno de la urbe. Eventualmente lograría vencer esas resistencias y tomar posesión de la sede.

Aunque no contamos con datos concretos sobre su vinculación previa, en los momentos finales del reinado de Enrique IV de Castilla (1454-1474) se trataba de un destacado colaborador del monarca: el 24 de octubre de 1474 el rey le confiaba, junto al concejo de Zamora, la guarda de la ciudad, con el fin expreso de evitar que el almirante de Castilla y sus partidarios pudieran ocuparla. Ello no fue óbice para que, poco más tarde, se incorporara a la corte de los reyes Isabel y Fernando como su oidor y consejero real. Sus buenos servicios y formación le sirvieron para ser designado por esos monarcas como presidente de la Real Chancillería de Valladolid el 9 de enero de 1478, con la misión específica de emprender las reformas que esa institución precisaba tras años de decadencia. Aunque ostentó este relevante cargo por un breve espacio de tiempo, en adelante continuaría asistiendo a los monarcas de Castilla y Aragón como uno de los principales miembros de su Consejo.

A pesar de sus múltiples ocupaciones cortesanas, Juan de Meneses no dejó de atender a sus deberes como obispo de Zamora: ya en junio de 1473 o en 1479 —la fecha varía según la fuente— celebró un sínodo diocesano cuyos acuerdos concretos para la reorganización de la vida eclesiástica de la diócesis no se han conservado, pero son parcialmente conocidos. Asimismo, este prelado destaca de forma particular por la férrea defensa que realizó de los bienes de su mitra, que sufrieron, al igual que los de otras muchas dignidades e instituciones religiosas, importantes usurpaciones en los anárquicos años finales del reinado de Enrique IV y durante la Guerra de Sucesión que siguió al fallecimiento del monarca. Especialmente graves fueron los abusos cometidos por el toresano Juan de Ulloa en los primeros años de su pontificado y, luego, por su hijo, Diego de Ulloa. En la mayoría de los casos, Meneses acabó por recurrir a la justicia regia para solucionar esos pleitos. Aparte del patrocinio y amparo de diversas instituciones religiosas de su diócesis, entre sus actuaciones como obispo de Zamora adquiere un lugar notorio la reforma que promovió en la Audiencia Episcopal hacia el final de su pontificado con el fin de racionalizar y mejorar su funcionamiento.

En lo que respecta a su patrimonio particular, Juan de Meneses logró convertirse en uno de los grandes propietarios de los territorios situados en el término de la villa de Talavera. Al final de su vida era dueño, entre otros bienes, de las heredades de Hinojoso y Tejadillo. En este último lugar otorgó su testamento el 6 de marzo de 1494. En él ordenaba ser sepultado en el monasterio de Santa María del Pilar, cerca de la villa de Arenas de San Pedro, donde instituyó una capilla que entonces dotaba generosamente. Su hermana, Teresa de Meneses, habría de ser la heredera universal de todos sus bienes, exceptuando aquellos destinados a la satisfacción de los servicios de sus criados y a numerosas mandas pías. La grave enfermedad que padecía le impidió plasmar su rúbrica en el testamento, razón por la que tan solo pudo poner su sello. Falleció poco después y seguramente en la misma Tejadillo, pues el 19 de marzo siguiente los Reyes Católicos comunicaban su muerte a su alcaide en la fortaleza episcopal de Fermoselle.

 

Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia (RAH), col. Salazar, 9/291, fol. 168r, fols. 171r-174r, fols. 202r-206r y fols. 358r-361r; Archivo General de Simancas (AGS), Registro General del Sello, leg. 1480-06-09, fol. 221, leg. 1494-03-19, fol. 351; Archivo de la Catedral de Toledo, X.11.C.2.27.

J. Fernández Domínguez Valencia, La guerra civil a la muerte de Enrique IV: Zamora-Toro-Castronuño, Zamora, Imprenta Provincial, 1929, págs. 3-4; T. de Azcona, La elección y reforma del episcopado español en tiempos de los Reyes Católicos, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1960, págs. 82-83; M.ª A. Varona García, La Chancillería de Valladolid en el reinado de los Reyes Católicos, Valladolid, Universidad, 1981; M.ª de la S. Martín Postigo, Los Presidentes de la Real Chancillería de Valladolid, Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1982, págs. 29-30; L. Suárez Fernández, “El obispo comunero, don Antonio de Acuña, defensor de los bienes de la mitra zamorana (1509-1518)”, en Hispania Sacra, 36, 74 (1984), págs. 485-508; A. García y García, Synodicon Hispanum, vol. IV: Ciudad Rodrigo, Salamanca y Zamora, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1987, págs. 439-440; M. A. Ladero Quesada, “Aproximación al proceso de formación del patrimonio de la Iglesia zamorana (Obispo y Cabildo): 1132-1484”, en Espacio, tiempo y forma. Serie III, Historia medieval, 1 (1988), pág. 252; J. M. Nieto Soria, Iglesia y génesis del Estado Moderno en Castilla (1369-1480), Madrid, Editorial Complutense, 1994, pág. 449; A. Franco Silva, La fortuna y el poder: estudios sobre las bases económicas de la aristocracia castellana (s. XIV-XV), Cádiz, Universidad de Cádiz, 1996, págs. 155-156; A. Arganda Martínez, Historia de Talavera cristiana: la Iglesia en Talavera (siglo I al XV), Talavera de la Reina, 2001, pág. 227; T. de Azcona, Isabel la Católica. Vida y Reinado, Madrid, La Esfera de los Libros, 2002, pág. 199; M. Á. Jaramillo Guerreira, “Ordenanza y acuerdos del Número de los Notarios de la Audiencia Episcopal de Zamora”, en J. L. Hernández Luis (ed.), SIC VOS NON VOBIS. Colección de estudios en honor de Florián Ferrero, Zamora, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte - Junta de Castilla y León - Universidad Nacional de Educación a Distancia - Asociación de Archiveros de Castilla y León - Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo, 2015, págs. 119-155.

 

Diego González Nieto

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