Eijo y Garay, Leopoldo. Vigo (Pontevedra), 11.IV.1878 – 31.VIII.1963. Canónigo, predicador y capellán real, catedrático, obispo de Tuy y Vitoria, patriarca de la Indias Occidentales, académico de la Lengua y conciliarista.
Vivió por poco tiempo en su tierra natal porque, muerto su padre, la madre, vinculada al servicio de una familia noble, se trasladó con ella a Sevilla cuando el hijo contaba cinco años. Ingresó en el Seminario Pontificio de Sevilla y más tarde fue pensionado para continuar los estudios eclesiásticos en Roma, como alumno del Pontificio Colegio Español, donde estuvo considerado como uno de los más brillantes de su tiempo. Ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 1900, quedó incardinado al servicio de la diócesis hispalense, pero todavía permaneció en Roma otro año para cursar Derecho Canónico en la Universidad Gregoriana, obteniendo también en esta materia la máxima calificación. En Sevilla fue oficial de la curia diocesana y profesor de la Universidad Pontificia, en la que enseñó lengua hebrea y fue catedrático supernumerario de Teología.
En diciembre de 1904 consiguió por oposición la canonjía magistral de Santiago de Compostela, en cuyo seminario conciliar fue profesor de Teología y Patrología. En la curia diocesana ocupó también diversos cargos: censor, juez prosinodal, defensor del vínculo, y se le concedió entonces el título de predicador y capellán de honor de la Casa Real. En 1909 ganó la lectoralía de la catedral de Santiago. Además de su trabajo capitular y docente, desarrolló también una intensa actividad oratoria, pronunciando sermones y conferencias.
Cuando el 28 de mayo de 1914 san Pío X le preconizó obispo de Tuy, fue el obispo más joven de su tiempo, pues apenas contaba con treinta y seis años de edad. Su nombramiento se debió al interés que mostró por él el cardenal Rafael Merry del Val, secretario de Estado, quien le había conocido en Roma y le consideraba como una de las mejores promesas del clero secular español. Recibió la consagración episcopal el 8 de noviembre del mismo año en la catedral de Santiago de Compostela de manos del cardenal Martín de Herrera. Sin embargo, no tuvo tiempo de cuajar su actuación en la diócesis tudense, pues el 22 de marzo de 1917 fue nombrado por Benedicto XV obispo de Vitoria. Pero también en esta diócesis, que entonces comprendía el territorio de las tres provincias vascongadas, tuvo un pontificado breve, pues el 14 de diciembre de 1922 fue nombrado obispo de Madrid-Alcalá por el papa Pío XI. Tras tomar posesión el día 26 de junio de 1923, hizo su entrada solemne en la capital de España el 1 de julio de 1923, en la que permanecerá durante cuarenta años, siendo posiblemente el eclesiástico con más presencia en la vida española de esa época gracias a su prestigio personal y a los cargos que desempeñó en la capital de la nación. El 21 de julio de 1946 el papa Pío XII le otorgó con carácter personal el título de patriarca de las Indias Occidentales, tradicionalmente vinculado a la jurisdicción castrense, siendo el último prelado español que lo ostentó, pues desde su muerte no ha vuelto a concederse a nadie.
Mantuvo buenas relaciones con Alfonso XIII, la Corte y el Gobierno hasta el advenimiento de la República, de tal forma que fue considerado un obispo áulico. Después tuvo sus relaciones correctas con las nuevas autoridades, aunque protestó contra la política antieclesiástica del Gobierno y defendió los derechos de la Iglesia y de los católicos. Sus relaciones personales con el nuncio Federico Tedeschini no siempre fueron fáciles debido a las visiones contrapuestas que ambos tenían en temas concretos que afectaban a las relaciones Iglesia-Estado. En 1935 el nuncio, que había intentado en varias ocasiones alejarlo de Madrid, lo propuso para arzobispo de Santiago de Compostela, pero este nombramiento no llegó a realizarse.
Consiguió salvar la vida el 18 julio de 1936 al salir de Madrid y marchar a su ciudad natal, desde donde ejerció la jurisdicción eclesiástica a través de vicarios generales que, en la capital de España, organizaron y desarrollaron una intensa actividad pastoral clandestina. Ésta funcionó hasta el final de la persecución religiosa, ya que de forma oculta se atendía a muchos sacerdotes escondidos, se celebraban misas y se administraban sacramentos en domicilios particulares, a pesar de la prohibición del culto tanto público como privado impuesto por las autoridades republicanas y de los severos controles de los milicianos armados.
Durante su extenso pontificado la diócesis matritense experimentó una imparable explosión demográfica a partir de la Guerra Civil. Por ello, al terminar el conflicto, realizó una reorganización general de la curia y diócesis tras la devastación del trienio anterior, que causó el asesinato de 491 sacerdotes diocesanos y seminaristas, así como de varios centenares de religiosos y seglares. Para ello emprendió importantes acciones pastorales y catequéticas, fomentó las vocaciones sacerdotales, manifestó honda preocupación misional a través de cartas pastorales, creó nuevas parroquias y mandó edificar numerosos templos. Contó con la valiosa colaboración de tres obispos auxiliares: Casimiro Morcillo González en la década de los cuarenta, y José María García Lahiguera y Juan Ricote Alonso a partir de 1950, gracias a los cuales se pudo desarrollar la vida religiosa madrileña, ya que el patriarca-obispo tuvo que compaginar las tareas estrictamente pastorales con una intensa vida social caracterizada por su actividad política, científica y cultural, que le llevó a colaborar estrechamente con el régimen franquista y a pertenecer a los máximos organismos de la vida pública, quizá a veces en detrimento de las tareas propias de su ministerio episcopal.
Fue académico numerario, desde 1929, de la Real Academia Española, y de la Academia de Ciencias Morales y Políticas (desde 1935), presidente del Instituto de España y del Patronato Raimundo Lulio, director del Instituto Francisco Suárez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, académico correspondiente de la Real Academia Gallega, y poseedor de numerosas condecoraciones eclesiásticas y civiles. También fue diputado en Cortes durante varias legislaturas entre los años cuarenta y cincuenta. Fue el prelado más representativo de la jerarquía española preconciliar; sólo pudo asistir a la primera sesión del Concilio Vaticano II (1962), cuando era ya muy anciano y vivía alejado del espíritu eclesial renovador promovido por los papas Juan XXIII y Pablo VI. Tan extensa actividad le impidió, sin embargo, cuajar una obra escrita digna de sus cualidades intelectuales; pero dejó numerosas publicaciones menores, que testimonian su pensamiento teológico, su preocupación pastoral, su talante científico y cultural. Fue enterrado en la catedral de San Isidro de Madrid.
Obras de ~: Novena al Santo Ángel Custodio de España, Madrid, Imprenta Enrique Teodoro, 1917; Oración fúnebre por el alma de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid, Revista de Archivos, 1920; Santo Tomás y la Mística, Madrid, Voluntad, 1923; Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción pública del Excmo. Sr. Dr. D. Leopoldo Eijo Garay. Contestación de D. Francisco Rodríguez Marín, Madrid, Voluntad, 1927; La persona jurídica. Su concepto filosófico y derechos fundamentales que debe respetar en ella el Estado, Madrid, Luz y Vida, 1935; La hora presente, Madrid, 1939; Carta pastoral sobre la caridad fraternal cristiana, Madrid, 1942; Directrices sociales, Madrid, Ediciones de la Vicesecretaría de Educación Popular, 1942; A la unidad por la caridad, Madrid, [Secretariado Diocesano de Misiones del Obispado de Madrid-Alcalá], 1960; El Seminario y la Obra de Vocaciones Sacerdotales, Madrid, Gráficas Manero, 1961.
Bibl.: L. Martínez Kleiser y J. Zaragüeta, A la memoria del Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Leopoldo Eijo y Garay, Patriarca Obispo de Madrid-Alcalá y Presidente del Instituto de España, Madrid, Magisterio Español, 1964; C. García Cortés, “Obispos de Galicia procedentes del Seminario compostelano”, en Estudios Mindonienses, 7 (1991), págs. 614-618; V. Cárcel Ortí, “Benedicto XV y los obispos españoles. Los nombramientos episcopales en España desde 1914 hasta 1922”, en Archivum Historiae Pontificiae, 29 (1991), págs. 197-254; 30 (1992) 291-338; “Nombramientos de obispos en España durante el pontificado de san Pío X (1903-1914)”, en Analecta Sacra Tarraconensia, 68 (1995), págs. 235-423; Pablo VI y España (1963-1978), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1997, págs. 308-309; Z. Pieta, Hierarchia catholica, vol. IX, Padova, Edizioni Messaggero Padova, 2002, págs. 8, 27, 199 y 200; A. Hernández Matías, “La Iglesia de Tuy y sus prelados recientes (1586-2000)”, en J. Aranda Doncel et al., Historia de las Diócesis Españolas, vol. 14. Iglesias de Santiago de Compostela y Tuy-Vigo, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2002, págs. 685-687.
Vicente Cárcel Ortí