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Manuel Plácido Berriozabal-Beitia y Berrio

Biografía

Berriozábal-Beitia y Berrio, Manuel Plácido. Conde de Vallehermoso (IV). Elorrio (Vizcaya), 5.X.1775 – Madrid, 12.XII.1850. Oidor de Cuzco y de Charcas, alcalde del Crimen de Lima, ministro togado del Consejo de Indias, cámara del Consejo de Indias, ministro togado del Tribunal Supremo de España e Indias, ministro suplente del Tribunal Supremo de Justicia.

Hijo segundo de los cuatro habidos en el matrimonio formado el 26 de diciembre de 1769 por Andrés Berriozábal-Beitia y Berriozábal-Goitia (nacido en Elorrio el 1 de diciembre de 1749) y María Polonia de Berrio y Gastea (nacida el 9 de febrero de 1748 en Elorrio, donde testó el 12 de abril de 1813). Los apellidos de Manuel Plácido dimanaban de Berrio y procedían del municipio vizcaíno de Elorrio, si bien el de los Berriozábal- Beitia correspondía a la rama asentada en el barrio de Miota, donde fundó la casa solar infanzona, mientras que la de los Berrio se erigió en el barrio de su nombre de la misma villa. De esta manera, tanto su padre, Andrés Berriozábal-Beitia, como su madre, María Polonia de Berrio, hija de los dueños del mayorazgo de Berrio, pertenecían a una nobleza local de cierta raigambre, cuyos antepasados habían sido regidores o diputados.

Pues bien, aunque segundogénito, por seguir el mayor de los hermanos —Andrés Berriozábal-Beitia— la carrera eclesiástica, sería quien sucedería a sus padres como señor de la casa solar infanzona de Berriozábal- Beitia en la Cofradía de San Bartolomé de Miota y de la de Berrio en la de San Adrián de Argumeta del Señorío de Vizcaya. Sus abuelos paternos fueron Juan de Berriozabalbeitia y Aguirre y Ana María de Berriozabalgoitia y Batarrita, mientras que los maternos fueron Francisco de Berrio y Garaizábal y Josefa de Gastea y Cenitagiotia, todos de Elorrio.

Berriozábal estudió en Granada y fue en el Colegio de San Dionisio del Sacro Monte donde adquirió la formación necesaria para alcanzar en 1791 el grado de bachiller y maestro en Filosofía, y en 1797 los títulos de bachiller, licenciado y doctor en ambos Derechos y Teología por la Universidad de Orihuela (Alicante). Después fue becado por el Colegio Mayor granadino de Santa Cruz de la Fe y Santa Catalina Mártir, donde, además de desempeñar distintos cargos, se preparó para la cátedra de Vísperas de Cánones, que ganó en 1799 y ejerció en la Universidad de Granada durante seis años. Paralelamente había completado cuatro años de pasantía, siendo recibido en julio de 1800 para ejercer como abogado de los Reales Concejos. Tres años después, fue nombrado para sustituir al jubilado Miguel Sánchez Moscoso como oidor de Cuzco por consulta de 21 de noviembre de 1803 y título de 19 de febrero de 1804. En abril de 1804 comenzó su carrera judicial como oidor de la Audiencia de Cuzco.

Cuatro años más tarde se vincularía a la nobleza más acrisolada cuzqueña, al contraer matrimonio en la parroquia de San Pedro del Hospital de Naturales, el 18 de julio de 1808, con María Francisca Álvarez de Foronda y Mendive, natural de Cuzco, donde nació el 25 de octubre de 1789 y fue bautizada al día siguiente en la parroquia del Sagrario de su catedral, siendo apadrinada por su abuela materna Josefa Gabriela Jara, II marquesa de Casa Jara. Era hija de Manuela de Mendive y Jara, quien fue III marquesa de Casa Jara y XI condesa de Casa Palma, y de Faustino Álvarez de Foronda y Ortiz, III conde de Vallehermoso.

Como hija única, sucedió Francisca Álvarez de Foronda a sus progenitores en todas estas mercedes, pasando a ser la IV condesa de Vallehermoso, V marquesa de Casa Jara y XII condesa de Casa Palma. Del matrimonio nació una hija, Manuela de Berriozábal- Beitia, que casó con Francisco Javier Valvanera de Zárate y Peñeyro, hijo primogénito de los marqueses de Montesacro; y un varón, Juan Manuel de Berriozábal y Álvarez de Foronda, nacido en Urubamba en mayo de 1814, que sucedió en la casa y tomó el hábito de caballero de Santiago en 1833.

Después de que unos rebeldes saquearan la casa del IV conde consorte de Vallehermoso en Cuzco, la Corona por decreto de 30 de junio y título de 25 de julio de 1810, lo trasladó con el mismo empleo a la Audiencia de Charcas para reemplazar a Anselmo Bierna y Mazo, desde donde ejerció además, desinteresadamente, entre octubre de 1811 y junio de 1813, el cargo de auditor del ejército real en Potosí.

Por consulta de 9 de septiembre y título de 16 de noviembre de 1815, fue elevado a la alcaldía del Crimen de la Audiencia de Lima. En la capital del virreinato se le concedió, por decreto de 20 de octubre de 1819, la distinción de caballero supernumerario de la real y distinguida Orden de Carlos III, por la labor realizada en la formación de las causas abiertas a distintos insurgentes. Tras participar como vocal en la fallida junta de pacificación establecida en junio de 1821 por el virrey José de la Serna para negociar con el caudillo separatista José San Martín, tras la ocupación de Lima por éste fue hecho prisionero. En 1822 logró escapar a Río de Janeiro, donde el conde de Casa Flores, entonces embajador en la Corte imperial del Brasil, acogía a los realistas que lograban huir de la represión desatada por los llamados “patriotas”. Después, emprendió viaje de regreso a España.

Se instaló primero en Málaga, donde se encontraban las propiedades vinculadas al título de Casa Palma heredadas por su mujer. Una vez que, en enero de 1826, fue declarado purificado, pasó a Madrid para ocupar el cargo de vocal de la Real Junta de Examen y Liquidación de Créditos contra Francia, que le había sido concedido en noviembre de 1827, mismo mes en el que fue puesto en la lista de emigrantes de los virreinatos que recibían pensión en España.

El 4 de diciembre de 1829, fue nombrado ministro togado del Consejo de Indias, y un año más tarde, avanzó a la Cámara de Indias por decreto de 29 de octubre de 1830. Mereció entonces ser distinguido, en febrero de 1832, con la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica (convirtiéndose al mes siguiente en vocal de su Asamblea Suprema), finalizando el año con la plaza efectiva en la Cámara del Consejo de Indias.

A la muerte de Fernando VII, el 29 de noviembre de 1833, la apertura al régimen representativo, iniciada bajo la regencia de María Cristina con el Estatuto Real, estuvo acompañada de la supresión de los tradicionales consejos y consiguiente reorganización judicial. El conde de Vallehermoso fue elegido para ocupar una de las plazas de magistrado en el nuevo Tribunal Supremo de España e Indias desde el 1 de abril de 1834. Tras la matanza de frailes de la capital, que ocasionó el cese fulminante de sus autoridades civiles, fue nombrado, el 19 de julio de dicho año, por el ejecutivo de Francisco Martínez de la Rosa, gobernador civil en comisión. Aunque bajo su autoridad se eligió a la mesa interina del primer estamento de procuradores, fue un mandato puramente transitorio, lo que llevó al ministro del Interior, José María Moscoso de Altamira y Quiroga, a encontrar la persona idónea para el cargo en Manuel de la Pezuela y Ceballos, II marqués de Viluma —hijo del virrey Pezuela, al que Vallehermoso había tratado en Lima—, y que, una vez nombrado el 12 de agosto, tomara posesión el 11 de septiembre de 1834.

Terminado el tiempo del Estatuto Real con el restablecimiento en agosto de 1836 de la Constitución de Cádiz, aunque se contemplaba el reemplazo de la anterior cúspide judicial el 10 de octubre de 1836, se le mantuvo como magistrado del Tribunal Supremo.

Promulgado el Código político de 1837, se situó claramente en la interpretación que al mismo daba el Partido Moderado, cuya expresión fue la presentación bajo sus siglas como candidato a senador por Vizcaya en las elecciones de octubre. Por esa razón, cuando, tras la revolución del verano de 1840, se hizo dominante la interpretación opuesta del Partido Progresista, el 8 de octubre de ese año fue cesado del cargo judicial, y jubilado el 16 de febrero de 1841 con la pensión máxima de cuarenta mil reales. Con todo, no terminó entonces su actividad pública.

La vuelta de los moderados al poder con el inicio del reinado efectivo de Isabel II y la hegemonía de los presupuestos doctrinarios con la Constitución de 1845, reportó al conde de Vallehermoso, en esos momentos vinculado a la Diputación permanente de la Grandeza de España como vocal suplente, un escaño permanente en la Cámara Alta, al haber sido distinguido en diciembre de 1846 con su nombramiento como senador vitalicio. Ocupando esta alta dignidad, el 12 de diciembre de 1850, a consecuencia de una pulmonía, falleció, siendo ministro jubilado y suplente del Tribunal Supremo de Justicia.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Secc.

XXIII, Dirección General del Tesoro, inventario 2, leg. 88, doc. 19; leg. 92, doc. 210; leg. 96, doc. 215; Archivo General de Indias (Sevilla), Ultramar 825; Cuzco 4; Archivo Histórico Nacional (Madrid), Fondos Contemporáneos, Justicia 4713 (1), exp. 6673; Archivo del Senado, Expediente personal del Senador Vitalicio D. Manuel Plácido de Berriozábal, Conde de Vallehermoso y Casa-Palma, sig. HIS-0495-04.

A. y A. García Carraffa, Diccionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos, t. 16, Madrid, Imprenta Antonio Marzo, 1924, págs. 128-144; M. de Mendiburu, Diccionario histórico-biográfico del Perú, segunda edición con adiciones por Evaristo San Cristóval, t. III, Lima, Imprenta Enrique Palacios, 1932, pág. 49; G. Lohmann Villena, Los americanos en las órdenes nobiliarias (1529-1900), t. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, 1947, pág. 50; Archivo Histórico Nacional, Catálogo alfabético de los documentos referentes a títulos del reino y grandezas de España conservados en la Sección de Consejos Suprimidos, t. I, Madrid, Patronato Nacional de Archivos Históricos, 1951, pág. 246; V. de Cadenas y Vicent, Extracto de los expedientes de la Orden de Carlos 3.º 1771-1847, t. II, Madrid, Hidalguía, 1981, págs. 85-86; M. A. Burkholder y D. S. Chandler, Biographical Dictionary of Audiencia Ministers in the Americas, 1687-1821, Westport, Connecticut, Greenwood Press, 1982, págs. 47-48; J. Kerexeta, Linajes y casas solariegas de Elorrio, Elorrio (Vizcaya), Caja Laboral Popular, 1987; V. de Cadenas y Vicent, Caballeros de la Orden de Santiago que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo xix, 2.ª ed., Madrid, Hidalguía, 1993, pág. 211; M. de Zábala y Menéndez, Historia Española de los Títulos Concedidos en Indias, vol. II, Madrid, Editorial Nobiliaria Española, 1994, págs. 695-696.

 

Javier Pérez Núñez y Mark A. Burkholder

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