Donguillén, Juan Bautista. Pamplona (Navarra), s. t. s. XVII – XI.1682. Catedrático en las universidades de Huesca y Valladolid, alcalde de la Real Corte Mayor de Navarra, consejero del Consejo Real de Navarra.
Nació en Pamplona, hijo de Juan Donguillén. Aunque comenzó su carrera impartiendo clases de Derecho en las aulas universitarias, siguió los pasos de su padre en los Tribunales Reales de Navarra.
Colegial en la Universidad de Huesca, llegó a ser catedrático de Decreto en aquella universidad. Después pasó al Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid, donde obtuvo la cátedra de Decretales —la primera cátedra a la que opositó y a la que concurrieron quince doctores— el 28 de agosto de 1660, y la de Código en 1662. A lo largo de su vida demostró una estrecha relación con el Colegio Mayor vallisoletano, cuyas autoridades escribieron a la Diputación navarra en 1658 solicitando para Juan Bautista la plaza que había quedado vacante en el Consejo Real de Navarra por muerte de su padre Juan Donguillén. Él, a su vez, dejó en su testamento cien ducados a favor del colegio.
Fue nombrado alcalde de la Real Corte Mayor el 3 de abril de 1665, por muerte de Pedro Munilla.
Seis años más tarde ascendió a oidor del Consejo y se nombró, con fecha 12 de julio de 1671, a Juan Francisco de Aguirre y Álava para ocupar la plaza de alcalde que dejaba vacante. Su nombramiento de oidor del Consejo Real de Navarra es del 25 de mayo de 1671, por ascenso de Miguel López de Dicastillo a alcalde de Casa y Corte.
En agosto de 1679 fue elegido oidor de la Chancillería de Granada, pero no aceptó el cargo, por lo que siguió desempeñando sus funciones de consejero en Navarra hasta su muerte, en noviembre de 1682. Fue sustituido por Mateo López de Dicastillo, nombrado el 8 de febrero de 1983.
Entre las tareas que se le encomendaron en esos años, el Consejo le encargó, en octubre de 1672, que informase sobre el embargo de unas cargas de cereal —y arresto de los que lo transportaban—, ejecutado por el alcalde de Aézcoa, en el que se había entrometido el auditor de la gente de Guerra cuando el caso competía a la justicia ordinaria. Dos años después se le hizo cargo de la supervisión de lo decretado por Félix de Belzunce, recién nombrado sustituto fiscal, en todos los negocios criminales.
Casado con Juana Antonia de San Martín, su viuda, pese a gozar de una escritura censal de dos mil ducados de capital en el vínculo del reino, solicitó por los servicios prestados por su difunto marido la merced de un voto supernumerario de escribano real.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Navarra, Mercedes Reales, lib. 29, fols. 74r., 367v. y 369r.; lib. 30, fol. 158v.; Actas de Diputación, lib. 4, fol. 119v.; Escrituras censales, leg. 1, carpeta 19; Tribunales Reales, Archivo Secreto, tít. 2, fajo 1, n.º 18; secc. Tribunales Reales, subsecc. Tercera, Libros de Gobierno y Administración, Autos Acordados, lib. 41, fol. 300v.; Consultas al Virrey, lib. 39; Índice, lib. 1, fol. 47v.; Archivo Histórico Nacional, secc. Consejos Suprimidos, Relaciones de Méritos y Servicios, leg. 13383, n.º 210.
M.ª Á. Sobales Seco, Los colegiales mayores de Santa Cruz (1484-1670), una elite de poder, Salamanca, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Bienestar Social, 1987, pág. 149; M.ª S. Martín Postigo, “Colegiales de la Diócesis de Pamplona en el Colegio Mayor de Santa Cruz de Valladolid”, en Primer Congreso General de Historia de Navarra, IV. Comunicaciones, Pamplona, Gobierno de Navarra-Institución Príncipe de Viana, 1988, págs. 165-174; M.ª D. Martínez Arce, Aproximación a la Justicia en Navarra durante la Edad Moderna. Jueces del Consejo Real en el siglo xvii, Pamplona, Fecit, 2005, págs. 28, 120, 127, 137-138, 162-163, 191-195, 199, 201, 203, 206 y 242.
María Dolores Martínez Arce