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Bernardo Pampillo

Biografía

Pampillo, Bernardo. San Cosme de Piñeiro (Lugo), 22.VI.1780 – Montevideo (Uruguay), 2.V.1855. Militar y comerciante.

Era hijo de Manuel Pampillo y Javiera. Destinado a la carrera eclesiástica, inició sus estudios, pero los interrumpió por falta de vocación religiosa. A los veinte años de edad salió del puerto de La Coruña a bordo de la fragata correo Cantabria con destino al Río de la Plata. De inmediato se dedicó al comercio de importación, lo que le permitió obtener una regular fortuna. Como militar de carrera, se alistó en 1805 en el Batallón de Urbanos de Comercio. Al producirse la Primera Invasión Inglesa, en 1806, actuó en la Reconquista del 12 de agosto, resultando herido. Al formarse el Tercio de Gallegos ingresó en él y, por sus antecedentes, fue designado capitán de la séptima compañía. Durante la Segunda Invasión Inglesa, Pampillo obtuvo la rendición del coronel británico Pack, que, puesto prisionero el año anterior, faltó a su juramento de no volver a tomar las armas contra España. Liniers le extendió un certificado donde se reconocía el valor, patriotismo y amor al Rey por parte del fiel Pampillo, que renunció a toda compensación material.

En ese mismo año de 1807 contrajo matrimonio con Casimira Novas, porteña, miembro de una destacada familia de la elite mercantil. En junio de 1808, junto a otros 65 comerciantes, Pampillo entregó un escrito al consulado porteño por el cual se trataba de evitar el contrabando con el Brasil. Ignacio de Rezaval, prior del consulado, le inició un juicio por calumnias, que debió probar, siendo patrocinado Pampillo por el doctor Mariano Moreno. Finalmente el caso fue sobreseído. Declarada la guerra contra Napoleón, efectuó donativos a Su Majestad por la suma de 200 pesos. En 1809 solicitó de Liniers el grado de teniente coronel y el nombramiento de edecán. En diciembre de ese mismo año pidió la patente de retiro. Reemplazado Liniers por Cisneros, Pampillo, con otros compatriotas, solicitó al nuevo virrey la liberación de Álzaga.

Con motivo de la Revolución de Mayo de 1810, Pampillo consideró facciosa la Junta Provisional de Gobierno creada por el Cabildo de Buenos Aires y, sintiendo agraviado su patriotismo, se exilió en Montevideo. Enteradas las autoridades de su fuga, se acordó la detención de su correspondencia, abriéndose un proceso de averiguaciones sobre la responsabilidad que pudiera caberle a quien le había facilitado el traslado al país vecino. La Junta comisionó a Manuel Belgrano, que se encargó de levantar el sumario respectivo para esclarecer los hechos. Sus bienes fueron confiscados.

Avecindado en Montevideo, introdujo a su costa espías en Buenos Aires para obtener noticias y dinero, y ayudó, desde el exilio, a la lucha contra los partidarios de la emancipación. Pampillo pasó a desempeñar las funciones de secretario de Elío, gobernador de la Banda Oriental, disidente con la Junta porteña. Pero esa relación fue efímera: Pampillo terminó enemistándose con Elío, y éste, militar de decisiones rotundas y represivas, mandó a aquél preso a España. Al llegar a la Península, Pampillo pidió al Consejo de Regencia que se formase un tribunal para juzgar su conducta, e instruido el proceso por el Consejo Superior de Guerra, obtuvo una sentencia absolutoria. Solicitó a la regencia ser empleado en una expedición que marcharía a Montevideo, pero, a raíz del informe desfavorable del tribunal, se decidió que solicitase cualquier destino en la Península.

Finalmente logró salir de España rumbo al Río de la Plata, y se enteró en Río de Janeiro de que Montevideo había caído en manos de los patriotas. El director supremo del Río de la Plata, Gervasio Posadas, dispuso que, una vez llegado al puerto de Buenos Aires, debía ser tomado prisionero. Pampillo no continuó su viaje y se estableció en Río de Janeiro, pero en noviembre de 1819 se le imputó que había robado a Juan Santiago Barros la suma de 100.000 pesos. Al ser descubierto por la policía, entregó el dinero y fue expulsado de la ciudad en 1822. Llegado a Buenos Aires, el Gobierno tuvo noticias del acto ilícito que había cometido, por lo que el gobernador Bernardino Rivadavia, ordenó al jefe de policía, Joaquín de Achával, que levantase un sumario. El 11 de mayo de 1822, Rivadavia dictó por decreto, contra Pampillo, el abandono inmediato del territorio, haciéndole la prevención de que, en caso de regresar, sería destinado a trabajos públicos por diez años. A pesar de todo, Pampillo obtuvo un permiso para residir sesenta días en Buenos Aires bajo inspección policial. La benéfica y anónima intercesión tuvo éxito, pues se suspendió hasta nueva orden su salida del país. Pampillo vivió en la parroquia de San Nicolás, pero se trasladó luego a Montevideo, donde residió en medio de la pobreza y el olvido.

 

Bibl.: M. Castro López, Bernardo de Pampillo, Buenos Aires, Talleres Ochoa, 1919; H. Quesada, “Un episodio de la Invasiones Inglesas”, en Papeles del Archivo, Buenos Aires, Archivo General de la Nación, 1942, págs. 91-115; A. Vilanova Rodríguez, Los gallegos en la Argentina, t. I, Buenos Aires, 1953, págs. 506-512; C. Zubillaga Barrera, Los gallegos en el Uruguay. Apuntes para una historia de la inmigración gallega hasta fines del siglo xix, Montevideo, Ediciones del Banco de Galicia, 1966, págs. 200-208; V. O. Cutolo, Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, t. I, Buenos Aires, Elche, 1968, págs. 290-291.

 

Sandra Fabiana Olivero

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