Bolívar y Mena, Pedro de. México, c. 1645 – Filipinas, c. 1700. Letrado y oidor en Filipinas.
Hijo de Juan de Bolívar y de la Cruz, natural de Lucena y muerto en Guadalajara (México), fiscal y oidor en Manila, oidor en Guatemala, y de Justa de Mena y de la Cueva, que murió en el curso de la navegación hacia México desde Filipinas hasta Guatemala.
Inició sus estudios en la Universidad de Manila y los continuó en México, en cuya universidad incorporó su grado de bachiller en Artes obtenido en Filipinas y se graduó de bachiller en Cánones (29 de noviembre de 1666) y en ella fue nombrado sustituto y regente de la cátedra de Decreto y la leyó entre el 26 de junio y el 7 de septiembre 1667 y también leyó y sustituyó la de Sexto entre el 26 de junio y el 7 de septiembre de 1668. Hizo oposición a las cátedras de Vísperas de Filosofía, Instituta, Vísperas de Cánones y a la de Decreto en 1678 y nuevamente a la de Instituta en 1679, y fue elegido consiliario de la universidad (1674) y le cupo en suerte la consiliatura de la Facultad de Leyes (10 de noviembre de 1676-10 de noviembre de 1677).
En 1667 fue recibido como abogado por la Real Audiencia de México, fue designado abogado del Ayuntamiento de la ciudad de México, y el virrey marqués de Mancera, el 17 de enero de 1670, lo nombró relator de la sala del crimen de la Audiencia para que la sirviera interinamente mientras se proveía titular.
Por Real Provisión de 19 de junio de 1680 se despachó título de oidor de la Real Audiencia de Manila en favor de Antonio Quijano, señalándose como sustituto por si hubiera muerto o no aceptare a Pedro de Bolívar y Mena y, en dicha conformidad, por real provisión expedida en Madrid el 24 de junio de 1680 se le libró su título de oidor en Filipinas. Como Quijano rehusó esta plaza, su nombramiento tuvo efecto y se trasladó a Manila en compañía de su mujer Josefa de la Cueva Alnalte.
Tomó posesión de su plaza en 1682, pero pronto quiso abandonarla, y así, en carta fechada el 25 de junio de 1684, informaba a la Corona de su mal estado de salud y solicitaba que se le permitiera pasar a servir en México, respondiéndosele por real cédula dada en Madrid el 6 de octubre de 1685 que se le tendría en cuenta en las primeras vacantes, y en el año siguiente sustanció la causa por la sublevación de los sangleyes del Parián, que el 28 de mayo de 1686 habían dado muerte al alguacil mayor de las licencias de sangleyes Nicolás de la Vallena, autos que remitió a la Corte el 30 de abril de 1687.
En Manila intervino activamente en las diligencias que, junto a sus colegas y al gobernador Juan de Vargas y Hurtado, acabaron en el decreto de destierro del arzobispo de Manila, fray Felipe Pardo, y de varios religiosos dominicos, hechos cuya investigación encomendó el Consejo de Indias, en calidad de juez pesquisidor a las islas, al alcalde de Casa y Corte Francisco de Campos Valdivia, a quien, por Real Cédula de 18 de enero de 1687 se le informaba que se había suspendido de sus oficios a los oidores Diego Calderón Serrano, Diego Antonio de Viga, Pedro Sebastián de Bolívar y Mena, y al fiscal Esteban Lorenzo de la Fuente Alanís, y se agregaba que se había dado orden al nuevo gobernador y a los nuevos oidores de la Audiencia, que prendieran a dichos ministros y que junto con Juan de Vargas Hurtado los llevaran, bajo custodia, a los lugares donde habían estado desterrados el arzobispo y los dominicos, y que una vez que les tomara confesión los hiciera salir en el primer navío que hubiera a Nueva España, pero sin permitirles la entrada en las ciudades de México y Guatemala.
Decretada la suspensión de Bolívar y Mena, su plaza fue provista, sobre consulta de 5 de febrero de 1687, en Juan de Sierra Osorio, y el pesquisidor Francisco de Campos Valdivia informaba a la Corona desde Manila el 1 de octubre de 1689, que Bolívar y Mena aún continuaba desterrado, sin que en el futuro volviera al despacho de su plaza ni al servicio de ninguna otra de justicia.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Filipinas, 24, r. 3, n. 22; Filipinas, 90, n. 1; Filipinas, 273, n. 1; Filipinas, 331, l. 8, fols. 31r.-31v., 167v.-168r. y 294v.-295v.; Filipinas, 522; Indiferente General, 123, n. 24; 124, n. 48; 126, n. 89.
E. Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias, t. II, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1947, pág. 522.
Javier Barrientos Grandon