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Antonio de Lanzagorta y Urtusáustegui

Biografía

Lanzagorta y Urtusáustegui, Antonio de. Vizcaya, c. 1695 – Villa de San Miguel el Grande (México), 1774. Caballero de la Orden de Calatrava y capitán reformado de Caballería Montada, alcalde, síndico y juez ordinario del valle de Gordejuela, teniente general de alcalde mayor, regidor llano u honorario, alcalde ordinario de primer y segundo voto, y procurador general de la villa de San Miguel el Grande.

Nació hacia 1695 en el Barrio del Pontón (valle de Gordejuela, Encartaciones del señorío de Vizcaya). Hijo de Antonio de Lanzagorta y Ribas, y Juana de Urtusáustegui y de la Puente. Sus abuelos paternos fueron Santiago de Lanzagorta y Antonia de Ribas, y los maternos, Domingo de Urtusáustegui y María de la Puente, todos hidalgos del señorío de Vizcaya. Los parientes de Antonio de Lanzagorta tuvieron cargos de regidor, síndico, tesorero, colector de bulas y procurador síndico en el valle de Gordejuela, en el barrio del Pontón y en las cuadrillas de Sandamendi y Lazagorria, durante los años de 1600, 1616, 1628, 1632, 1642, 1651, 1692, 1697 y 1711.

A su llegada a la Nueva España, Antonio de Lanzagorta residió un tiempo en Ciudad de México, pasó después al Real de San Felipe de Cuéllar, llamado posteriormente villa de San Felipe el Real de Chihuahua (actual ciudad de Chihuahua) en el obispado de Durango, y finalmente se trasladó a la región de San Miguel el Grande.

En 1724, aún siendo vecino del Real de Chihuahua, contrajo matrimonio con Rosa Francisca de Landeta y Urtusáustegui, hermana de Francisco José de Landeta, I conde de Casa de Loja. Gracias a este vínculo se avecindó en la villa de San Miguel, lugar en el que se consideró, poco tiempo después de su llegada, como uno de los personajes más conocidos, poderosos y acaudalados de la región.

Hacia mediados del siglo xviii, los bienes que Antonio de Lanzagorta poseía se valoraron en aproximadamente 500.000 pesos de oro común, repartidos en varias haciendas agrícolas y ganaderas, e incrementados con lo que producían sus transacciones en el comercio local, novohispano y ultramarino. Un ámbito que le permitió tener nexos importantes con los comerciantes del consulado de la Ciudad de México, entre ellos Antonio de Bassoco, con quien le unía un fuerte compadrazgo.

En la región de San Miguel el Grande, fue propietario de las haciendas de La Petaca, La Cieneguilla, Cañada de la Virgen, San Antonio de los Ceballos y San Joseph de la Quemada, además de varios ranchos, molinos, miles de cabezas de ganado y una hermosa casona en la Plaza de Armas de la villa de San Miguel.

En la hacienda de trasquila de San Joseph de la Quemada, debido a su extensión de siembras y multitud de ganado de pelo, había más de seiscientos sirvientes para las labores diarias. En la década de 1770, su hijo Francisco Antonio de Lanzagorta y Landeta solicitó una licencia real para fundar un trapiche de paños de lana, de manera que se aprovechara la extensión y las aguas de la Quemada, así como el trabajo de la numerosa población que residía en sus alrededores.

En el reino de la Nueva Galicia, fue propietario del agostadero y las labores de Cruces Grandes, pertenecientes a la jurisdicción del Real de Nuestra Señora de las Nieves. Una propiedad que se quedó intestada a la muerte de Antonio de Lanzagorta y de su hijo Francisco Antonio, hasta que fue reclamada en 1778 por la viuda de éste, María Rosalía Anacleta de Acosta y Yáñez, tutora, albacea y tenedora de sus seis herederos: José María, Francisco Antonio, Ignacia María, Juan María, José Ignacio y María Ana.

En el valle de Gordejuela fue elegido 2.º alcalde en el año de 1723, 3.er síndico en 1729, alcalde y juez ordinario en 1736. En el Ayuntamiento de San Miguel el Grande, desempeñó los cargos de teniente general de alcalde mayor en el año de 1734, de regidor llano u honorario desde 1732, alcalde ordinario de primer y segundo voto en los años de 1725, 1729, 1734, 1735, 1753, 1760 y 1761; y procurador general en 1738, 1739, 1760 y 1761.

En 1750 inició un largo proceso para ser nombrado caballero de la Orden de Calatrava, dignidad que recibió el 29 de septiembre de 1752 en la parroquia de la villa de San Miguel el Grande, después de presentar una serie de pruebas que comprobaron su hidalguía y limpieza de sangre, así como la que tuvieron por lo menos cuatro generaciones de sus antepasados. Una solicitud que fue amparada no sólo por los testimonios que aseguraban la antigüedad del linaje y sus armas, el prestigio y la posición económica que tenían las familias Lanzagorta, Ribas, De la Puente y Urtusáustegui, sino también por las leyes forales que expresaban que todos los naturales, vecinos y moradores del señorío de Vizcaya, tierra llana, villas, ciudad y Encartaciones, eran notorios hidalgos, y, por lo tanto, portadores de nobleza y grandes privilegios.

 

Fuentes: Archivo de la Parroquia de San Miguel Arcángel, Fondo Sacramental, Serie Defunciones; Fondo Disciplinar, Serie Asociaciones Religiosas y Serie Correspondencia; Archivo General de la Nación (México), Abasto y Panaderías; Alcaldes Mayores; General de Parte; Mercedes; Oficios Vendibles y Tierras; Biblioteca Pública de Jalisco, Fondos Especiales; Archivo de la Real Audiencia de Guadalajara, Civil, caja 82, exp. 4; Archivo General de Indias (Sevilla), México, 1047; Archivo Histórico Nacional (Madrid), Órdenes Militares, Caballeros Calatrava, exp. 1356.

 

Graciela Cruz López