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Manuel Zubiaur y Eizaga

Biografía

Zubiaur y Eizaga, Manuel. Bilbao (Vizcaya), 1660 – ?, p. m. s. XVIII. Sacerdote, escritor, jurista.

Manuel Zubiaur era doctor en Derecho Civil y Canónico. Fue beneficiado y prior de las Iglesias Unidas de la Villa de Bilbao y de Nuestra Señora de Begoña, en la anteiglesia del mismo nombre, así como comisario juez subdelegado de la Santa Cruzada de Vizcaya y condado de Ayala. Labayru, historiador del señorío de Vizcaya, refiere de él que “se distinguía por sus conocimientos de paleografía antigua” y que a él se le debían “numerosos documentos y escrituras religiosos y políticos puestos en claro, tanto de carácter latino como castellano, cuya lectura era indescifrable para muchos archiveros”. Se le atribuyen diversas intervenciones en la elaboración de informes jurídicos relacionados con el establecimiento de aranceles eclesiásticos por diversos servicios litúrgicos. Fue autor de dos libros: Opusculo de Teología Moral (1716) y Aritmética Practica, para instruir la juventud (1718).

Zubiaur fue un buen conocedor de la práctica mercantil y del mundo de los negocios comerciales, centrado principalmente en la intermediación y la exportación de lana castellana y bienes de la siderurgia vasca, del Bilbao del cambio del siglo XVII al XVIII.

Aunque, con toda probabilidad, de extracción social modesta, tanto él como su familia alcanzó una relativa prosperidad, siempre en el marco del notable dinamismo comercial que la capital del señorío conoció a partir del último cuarto del siglo xvii —él fue propietario de diversas capellanías e inmuebles localizados en Bilbao, al tiempo que su hermano alcanzaba el grado de capitán con destino en Nueva España—. De ese mismo hecho da fe su proximidad a la influyente familia de la alta nobleza española Ponce de León y Lancaster; sus dos libros fueron dedicados a diferentes miembros de la misma. No obstante, sus relaciones más íntimas tuvieron lugar en el entorno de algunos miembros de la nobleza vizcaína que habían accedido al gobierno del señorío y a la dirección del consulado de Bilbao, como los hermanos Juan Martín y Juan Pablo de Landecho y Aranguren, así como entre el clero ilustrado que formaba parte de los círculos intelectuales del momento, como José Antonio Ibáñez de la Rentería y Montiano, precursor de la pre-ilustración científica en el País Vasco y cronista de la provincia, a quien encargó la introducción con que se abre su Opúsculo de Teología moral.

Zubiaur fue el autor más joven de una familia de escritores que, teniendo siempre como telón de fondo el pujante mundo del comercio bilbaíno, extendió su influencia, tanto ideológica como empresarial, a lo largo de toda la Ilustración española, en particular, en su caso concreto, en lo relativo a la pretensión de dignificar el comercio y de dar carta de naturaleza legal y moral al cobro del tipo de interés en las operaciones de préstamo (Arriquíbar, Heros, Ibáñez de la Rentería, Uría Nafarrondo, etc.). De hecho, sus dos libros deben de interpretarse en el contexto de los avatares del característico mundo mercantil bilbaíno en el que, con toda probabilidad, transcurrió buena parte de su vida. Precisamente, el segundo de ellos —el menos relevante—, la Aritmética Practica, para instruir la jubentud (1718), que su autor dedicó a Joaquín Ponce de León y Lancaster, duque de Arcos, era una obra de matemática elemental en la que también se enseñaba a reducir distintas monedas y se ejercitaba al alumno en la práctica de calcular los derechos adeudados por las mercancías que se introducían en Bilbao procedentes del mar y por aquellas otras que se remitían a los puertos secos con destino a Castilla.

Dos años antes, en 1716, Zubiaur había publicado su Opúsculo de Teologia moral. El libro, dedicado a María Isabel Ponce de León y Lancaster, duquesa de Alba, fue uno de los primeros del siglo XVIII español que planteó, con los ojos puestos en el lector no académico, la legitimidad de la usura.

El tema del capital, el beneficio y el interés fue objeto de encendidas polémicas en el Antiguo Régimen y Zubiaur dedicó la totalidad de su obra a su discusión. El punto de partida no podía ser otro que la tradición escolástica, que había condenado como usura el cobro de interés en virtud de los préstamos; aunque esta condena era de tipo moral, no significa que los criterios que la habían originado fueran también económicos.

Como escolástico experto en Derecho, Zubiaur no podía menos de condenar la usura. Sin embargo, su aguda percepción de la vida mercantil bilbaína y de las funciones desempeñadas por influyentes grupos sociales —principalmente, la nobleza rural, los mayorazgos y las instituciones religiosas— en la financiación de los negocios de la clase mercantil bilbaína —y, en general, de la economía local— le permitió analizar las circunstancias concretas que rodeaban a los contratos de préstamo específicos y encontrar en ellas motivos que justificaban el cobro de un interés.

En la defensa de éste, Zubiaur utilizó una estrategia tradicional, en el sentido de que sus argumentos procedían de la literatura escolástica; no obstante, en ellos cobraba una importancia decisiva el análisis de las circunstancias particulares. En el trasfondo de su obra se percibe el descontento de un grupo de rentistas, socialmente muy relevante, por no percibir los pagos suficientes en concepto de interés por parte de una clase comercial acomodada en la percepción de unas tasas de beneficios crecientes. De ahí que uno de los principales argumentos utilizados por el sacerdote bilbaíno para justificar el cobro de interés fuera que no consideraba razonable que el prestamista resultara menos beneficiado que el prestatario que utilizaba su dinero. Así pues, los principales destinatarios de su Opúsculo eran aquellos hidalgos y caballeros que “por ser mayorazgos cortos y sus rentas tenues” habían de buscar algún rendimiento a su patrimonio; y por ello también el capítulo II de la obra estaba dedicado a probar que no “solo los mercaderes sino otras personas pueden llevar intereses”. Esta exigencia no solo tenía sentido como un requerimiento ante los comerciantes de la ciudad sino como justificación de la legitimidad moral de las propias demandas por parte de los proveedores de fondos.

Todas estas pretensiones venían envueltas en una inequívoca defensa del comerciante y de las actividades mercantiles. Zubiaur era consciente de que esa profesión estaba asociada a posturas insolidarias y antisociales, y salía al paso de cuantas calumnias se vertían contra ella, sugiriendo que tenían su origen en la “envidia contra los mercaderes”. No obstante, su defensa del comercio tenía lugar desde una visión de la sociedad de tipo estamental y todavía ajena al individualismo burgués. Esta es la razón de su crítica a determinadas prácticas comerciales, de su condena a los préstamos a interés otorgados por los nobles “que tienen superabundantes riquezas” y de su posición favorable a abrir las puertas del comercio únicamente a los hidalgos y la pequeña nobleza, defendiendo al mismo tiempo la existencia de estamentos privilegiados al que se les adjudicaba unas funciones sociales incompatibles con el comercio. Estos argumentos, aunque de indudable textura tradicional, contribuirían sin embargo a abrir la senda de una tradición que, en lo referido a la legitimidad del cobro de interés, culminaría con una visión mucho más cercana a la modernidad, de la mano de otro sacerdote de Bilbao relacionado con su consulado de comercio, José María Uría Nafarrondo.

 

Obras de ~: Opusculo de Teología Moral. De Contractibus. Y de ellos mas lato, de Cambiis, Pignoribus, Testamentisque, Bilbao, Manuel Román, 1716; Aritmética Practica, para instruir la juventud, Bilbao, Antonio Zafra, 1718.

 

Bibl.: E. de Labayru, Historia General del Señorío de Vizcaya, vol. IV, Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1969; J. M. Barrenechea, “Ilustración y modernidad en el pensamiento económico vasco del siglo XVIII”, en Letras de Deusto, 41 (1988), págs. 75-96; “Estudio Preliminar”, en Moral y economía en el siglo XVIII. Antología de textos sobre la usura: Zubiaur, Calatayud, los Cinco Gremios Mayores y Uría Nafarrondo, Vitoria, Gobierno Vasco, 1995, págs. XL-LIII.

 

Jesús Astigarraga Goenaga

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