Pompeyo, Sexto. Sextus Pompeius Magnus Pius. ¿Roma (Italia)?, c. 75-67 a. C. – Mileto (suroeste de Turquía), 35 a. C. Senador y militar romano.
Era hijo de Cnaeus Pompeius Magnus y de Mutia Tertia, una mujer emparentada con algunas de las más importantes familias senatoriales. Heredó de su padre el cognomen Magnus y él adoptó después el de Pius.
Sus padres se divorciaron en el 61 a. C., cuando su progenitor decidió casarse con la hija de César. Tuvo dos hermanos: Cnaeus Pompeius Magnus (mayor que él) y Pompeia. Se casó con Scribonia, hija de Lucius Scribonius Libo; tuvieron una hija, Pompeia Magna, que se casaría con un hermano de Scribonia (también llamado Lucius Scribonius Libo), y dos nietos: Lucius Scribonius Libo y Marcus Scribonius Libo Drusus.
Se ignora cómo transcurrió su infancia, aunque es de suponer que recibiría la toga viril a los catorce años, como paso a la edad adulta, y que pocos años después iniciaría una actividad pública que le llevaría a una rápida promoción por la destacada posición de su progenitor. Los comienzos de esta trayectoria son difíciles de establecer, pero sus primeras actuaciones se producen en el marco de la guerra civil entre César y Pompeyo, colaborando con los defensores de la causa de su padre. El joven Sextus estaba en África en el año 46 a. C., cuando el bando pompeyano fue derrotado en Thapsus (Ras Dimas, Túnez), saliendo inmediatamente hacia la Península Ibérica con algunos aliados de su padre (Dión Cassio, 43, 30, 4).
A su llegada a Hispania (45 a. C.), se puso bajo las órdenes de su hermano Cnaeus, quien le envió a Corduba (Córdoba). Allí fue atacado por César y tuvo que solicitar la ayuda de su hermano, que se encontraba sitiando la ciudad de Ulia (Montemayor, Córdoba; César, La guerra de Hispania, 4, 1-4). En marzo, la derrota pompeyana en Munda frente al ejército de César provocó un gran número de muertes en las filas de los derrotados. El propio Cnaeus consiguió huir pero murió poco después. Inmediatamente, Sextus se dirigió hacia el norte, dejando en Corduba a sus hombres, que fueron también derrotados. Estuvo en Lacetania (en la actual Cataluña) y Celtiberia (en el valle del Ebro), en donde encontró apoyo porque aún se mantenían los lazos de la familia con los antiguos clientes de su padre. Parece que al principio ocultó su nombre, sabiéndose perseguido por César como el hijo que quedaba vivo a su principal rival. Inició entonces una guerra de guerrillas con un ejército reclutado entre los clientes de su padre y con el apoyo del rey númida Massinisa II. La salida de César hacia Italia en julio del 45 para celebrar el triunfo facilitó la labor de intensificación de los ataques iniciada entonces por Sextus. A lo largo del año 44 a. C. seguía atacando diferentes ciudades (Apiano, La guerra civil, 4, 83; Dión Cassio, 45, 10, 3), con un enorme ejército (siete legiones según Cicerón, Cartas a Ático, 16, 4, 2). Volvió entonces a la provincia Ulterior, en donde los soldados enemigos, creyendo cierto un rumor sobre la muerte de su comandante en jefe, se rindieron a Sextus. También la ciudad de Carteia (San Roque, Cádiz) le abrió sus puertas. Su situación en las dos provincias hispanas (Citerior y Ulterior) era ya muy destacada en aquellos momentos.
En marzo de ese mismo año (44 a. C.), Sextus estaba en Carthago Nova cuando recibió la noticia del asesinato de César (Cicerón, Cartas a Ático, 16, 4, 2). Inició entonces las negociaciones para la firma de la paz entre los dos bandos en contienda. Mediante el acuerdo, obtenido en verano de ese mismo año, se comprometía a abandonar la Península Ibérica a cambio de beneficiarse de una amnistía y de recibir la devolución de los bienes de su padre, que habían sido confiscados. Salió entonces hacia Massalia y fue nombrado prefecto de la flota y las costas (praefectus classis et orae maritimae), aunque ese mismo año fue destituido por Octavio (el futuro Augusto) e incluido en la lista de los proscritos por el asesinato de Julio César. El acuerdo no se respetó en su totalidad por ninguna de las dos partes.
Sextus no debió recibir nunca la devolución de la fortuna familiar, pero tampoco su salida de la Península Ibérica puso fin a sus actividades militares.
A pesar de estos acontecimientos, Sextus no permaneció inactivo. Utilizando los contactos familiares en Hispania consiguió, a través de las clientelas de su padre, heredadas después por su hermano y por él, los hombres y los medios materiales necesarios para reorganizarse y, con estos recursos, ocupó Sicilia a finales del año 43 a. C. (Dión Cassio, 48, 16-20). Allí parece que dio refugio a otros perseguidos como asesinos de César y llegó a ocupar una posición preocupante para Roma. A comienzos del 42 obtuvo una victoria sobre la flota de Octaviano (antes Octavio y más tarde Augusto).
Al año siguiente, Sextus, que ya controlaba Sicilia, Cerdeña y parte de Italia, provocó un grave problema de abastecimiento a Roma, cortando el suministro por mar hasta que los triunviros (Octaviano, Antonio y Lépido), que gobernaban por entonces Roma, tuvieron que iniciar negociaciones. Durante el año 39 a. C. Sextus desempeñó un mando proconsular en los territorios conquistados que se sancionó con el Pacto de Puteoli (Pozzuoli, Italia), añadiendo a su control también el Peloponeso. La situación se mantuvo hasta que, a lo largo del año 36 a. C., fue derrotado por Octavio en la batalla de Nauloco (en la costa norte de Sicilia, el día 3 de septiembre), perdiendo definitivamente los territorios bajo su control. Huyó a Oriente, desde donde consiguió reunir un ejército gracias a las clientelas de su padre. Sin embargo, no pudo recuperar ya nunca sus posiciones. Abandonado por sus principales apoyos, se dirigía a la ciudad de Midaeum (Karahöyük, Turquía) cuando fue perseguido y capturado por Marcus Titius (Dión Cassio, 47, 18, 2), que había desertado de sus filas; fue ejecutado en Mileto (Turquía) en el año 35 a. C. (Dión Cassio, 48, 30, 5).
Bibl.: E. Gabba, “Aspetti della lotta in Spagna di Sesto Pompeio”, en Legio VII Gemina, León, Diputación Provincial, 1970, págs. 133-155; R. Syme, La revolución romana, Madrid, Taurus, 1989; L. Amela, “El desarrollo de la clientela pompeyana en Hispania”, en Studia Historica, 7 (1989), págs. 105- 117; R. Syme, L’aristocrazia augustea, Milán, Rizzoli, 1993; L. Amela, “Sexto Pompeyo en Hispania”, en Florentia Iliberritana, 12, 2001, págs. 11-46; Las clientelas de Cneo Pompeyo Magno en Hispania, Barcelona, Universitat, 2002.
María Pilar González-Conde