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Thaddeus von Nordenflicht

Biografía

Nordenflicht, Thaddeus von. Barón de Nordenflicht, en Suecia. Suecia, 1748 – Madrid, 1815. Metalurgista e ingeniero de minas.

El aristócrata sueco especialista en minería y metalurgia Thaddeus von Nordenflicht, barón del mismo nombre, estaba empleado en Polonia, en las minas de Miczanagora, cuando fue llamado por la Corona española para formar parte de una de las dos expediciones, una a la América del Norte y otra a la del Sur, formadas por especialistas como él en minería y metalurgia.

La comisión se formó por iniciativa real con el fin de mejorar los métodos de laboreo y los sistemas de tratamiento de los minerales de plata, ante la convicción metropolitana de que la minería americana había sufrido un claro retraso respecto al nivel técnico de la de la Europa central y septentrional. El detonante para la decisión de la Corona fue la llegada de noticias desde Viena del éxito que estaba teniendo el procedimiento de amalgamación con mercurio recién introducido por el barón von Born.

La dirección de la expedición al sur, cuyo destino era Perú, fue confiada a Nordenflicht y de ella formaron parte profesores de laboreo, especialistas en ensayo y fundición, geómetras subterráneos y varios mineros no especializados. Con ambas expediciones, al norte y al sur, se firmaron contratos con elevados salarios y con la promesa de respetarles el libre ejercicio de su religión.

El grupo partió de Cádiz a principios de 1788 y por Buenos Aires se encaminó a Potosí, adonde llegó a comienzos del año siguiente, con la mayor parte de sus componentes enfermos. Desde la Ciudad de La Plata, la mayor parte de los expedicionarios partió hacia diversos centros mineros, mientras que Nordenflicht permanecía en Potosí.

Rápidamente pudo constatar la difícil situación en que se encontraba la otrora célebre mina: la explotación durante siglos sin sometimiento a reglas, el descenso radical de la ley de los minerales, la descapitalización de los empresarios mineros y la falta de evolución de los sistemas metalúrgicos habían llevado los trabajos casi al colapso. Su primera providencia fue la construcción de una máquina de amalgamación por barriles, pero ya desde el principio tuvo ocasión de experimentar la ruda oposición a que se iba a enfrentar por parte de los empresarios mineros y las autoridades locales. La máquina fue combatida como dispendiosa, inútil y fuente de paro para la mano de obra, que con ella perdería sus empleos, lo que llevó a los obreros a convertirse en este asunto en aliados de los empresarios y abrió un frente más en contra de “los alemanes”.

Se trasladó el barón a Lima para proponer al virrey la construcción de un laboratorio y una escuela de minería; su puesta en marcha debía ser financiada con los fondos del gremio de mineros, lo que llevó a éste a una nueva campaña contra la expedición. Aunque la obra se terminó en 1792 y comenzaron a realizarse ensayos de beneficio, un auto virreinal de 1794 ordenó la suspensión de éstos ante los nulos resultados que, según éste, se habían obtenido en su funcionamiento. Afirmaba el virrey, respecto del barón, que aunque no carecía de instrucción en mineralogía y en maquinaria, ignoraba absolutamente la práctica, desconocía los minerales del país y equivocaría todas sus actuaciones porque no podría adaptar su teoría a aquellos. Nordenflicht contraargumentó afirmando que no se le había concedido el tiempo suficiente para alcanzar resultados y que era clara la parcialidad del virrey contra la expedición.

Los demás expedicionarios no tuvieron mejor suerte: enfrentamientos con las autoridades —como le sucedió a Antón Zacharias Helms con el gobernador potosino— y con los empresarios mineros que boicotearon cualquier actuación positiva. Perú se llenó de libelos que calificaban a los alemanes de heréticos, judíos y bribones y de acusaciones de que acabarían con los medios de subsistencia de los operarios. En este ambiente, comenzaron las deserciones. Helms pidió autorización para regresar a España en 1792, lo que le permitió llegar a la Península en 1793 y solicitar una pensión que le fue concedida. El diario que escribió en su país con el relato de su viaje —Tagebuch eine Reise durch Peru von Buenos Aires... es la más importante fuente impresa con que se cuenta respecto a la expedición.

Pronto manifestó Nordenflicht el deseo de regresar a su país. En 1798 dirigió su petición, lo que promovió una Real Orden al virrey para que realizase una investigación en torno a los resultados de la iniciativa. La respuesta llegó en 1803 y en ella el representante real, con el auxilio del Tribunal de Minería afirmaba que la comisión no había respondido a las expectativas y que el barón, al que reconocía profundos conocimientos, no tenía genio a propósito para enseñarlos y que la expedición debía darse por terminada. Tras someterse este parecer a dictamen de una Junta, en diciembre de 1807 se decidió el fin de la comisión y el regreso de sus miembros.

La labor de los expedicionarios no fue totalmente infructuosa. Lograron elaborar valiosos informes sobre la situación de la minería en el virreinato e introdujeron algunas mejoras menores en las labores subterráneas, pero fracasaron en su objetivo principal, la transformación de los procedimientos de amalgamación. Las razones fueron muchas: incomprensión mutua, falta de capitalización por parte de los empresarios mineros y de las autoridades virreinales para sufragar los trabajos y muchas otras que han sido analizadas y discutidas hasta la saciedad en numerosos trabajos. No fue la menor, en el caso de Potosí, el dramático agotamiento de la riqueza de los filones, que se manifestaría claramente en las décadas posteriores al regreso de los germanos.

El barón von Nordenflicht no dejó obra impresa, si bien Maffei y Rúa Figueroa citan un manuscrito inédito ubicado en la Academia de la Historia, colección Mata Linares, titulado “Informe del barón von Nordenflicht al gobernador intendente sobre la inutilidad del socabón abierto en el Potosí”, fechado en 1790.

 

Bibl.: E. Maffei y R. Rúa Figueroa, Apuntes para una Biblioteca española de libros, folletos y artículos, impresos y manuscritos relativos al conocimiento y explotación de las riquezas minerales y a las ciencias auxiliares, Madrid, Imprenta de J. M. Lapuente, 1871 (reed. en León, Cátedra de San Isidoro, 1970); M. André, “Le baron de Nordenflicht et les mineurs allemands au Perú”, en Revue de l’Amerique Latine (1924), págs. 289-306; A. P. Whitaker, “The Elhuyar Mining Missions and the Enlightenment”, en Hispanic American Historical Review, 31 (1951), págs 557-585; M. Bargalló, La minería y la metalurgia en la América española durante la época colonial, México, Fondo de Cultura Económica, 1955; R. Glickhorn, Die Bergexpedition des Freiherrn von Nordenflicht und die deutschen Bergleuten in Peru, Leipzig, Kultur und Technik, 1963; M. Helmer, “Mineurs allemands a Potosí: l’expedition Nordenflicht (1788-1798)”, en La minería hispana e iberoamericana, vol. I, León, Cátedra de San Isidoro, 1970, págs. 513- 528; J. Sánchez Gómez, “Innovaciones técnicas en la minería de metales preciosos en el Imperio Español durante la segunda mitad del siglo XVIII”, en M. Valera y C. López Fernández (eds.), Actas del V Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, vol. III, Murcia, D. M. y P.P.U., 1991, págs. 1878-1896; J. Sánchez Gómez y G. Mira Delli-Zotti, “American Mining and European Mining, 1750-1820: A Comparative Perspective”, en A. K. Craig y C. Robert (eds.), In Quest of Mineral Wealth: Aboriginal and Colonial Mining and Metallurgy in Spanish America, vol. XXXIII, Geoscience and Man, Baton Rouge, Louisiana State University-Dept. of Geography & Anthropology, 1994, págs. 205-212; J. Sánchez Gómez, “Minería y metalurgia en España y la América hispana en tiempo de Ilustración: El siglo XVIII” y “Biografías de científicos y técnicos del mundo hispano relacionados con la actividad minero-metalúrgica”, en M. Silva (ed.), Técnica e Ingeniería en España: III. El Siglo de las Luces, Zaragoza, Real Academia de Ingeniería, Institución Fernando el Católico, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2005, págs. 237-280.

 

Julio Sánchez Gómez

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