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José Velásquez Fresneda

Biografía

Velásquez Fresneda, José de. Carabantes (Soria), 27.VI.1628 – Monforte de Lemos (Lugo), 11.IV.1694. Venerable, misionero y predicador capuchino (OFMCap.).

A los ocho años, José Velásquez Fresneda quedó huérfano de padre, por lo que la madre, aconsejada por un capuchino, decidió ponerle a estudiar, quizá con vistas a una carrera eclesiástica. Mientras realizaba sus estudios en Soria y Zaragoza, que compaginaba con la lectura de hagiografías, decidió ingresar en la vida religiosa, en la congregación más austera que encontrase.

En 1643 falleció su madre y, dos años más tarde, aunque lo desaconsejaba su confesor, en razón de su delicada salud, decidió ingresar en los capuchinos.

El 10 de octubre de 1645 vestía el hábito de capuchino en el Convento-Noviciado de Tarazona, y cambió su nombre de bautismo por aquel que le convertirá en un personaje público de su tiempo, el de José de Carabantes. Un año más tarde, el 11 de octubre, emitía su profesión religiosa. Realizó sus estudios de Filosofía y Teología en Borja y Calatayud, donde fue ordenado sacerdote el 21 de septiembre de 1652.

Como la mayoría de los capuchinos españoles de aquella época, el padre Carabantes sintió una llamada especial a la vida misionera, que no encontraba cabida ante el inmovilismo existente y la rigurosa observancia regular; de esta manera solicitó a la Congregación de Propaganda poder trabajar en las misiones, entre infieles o herejes, en las que los capuchinos tenían una presencia tan significativa. Su petición coincidió casi en el tiempo con la llegada a España, desde la misión de Cumaná, de fray Lorenzo de Magallón, prefecto de la misma y que viene a entrevistarse con el Consejo de Indias, con la intención de clarificar la situación jurídica de la misión, así como buscar posibles operarios para la misma. A mediados de 1654, el nuncio le confiere el título y facultades de misionero apostólico, y aunque los trámites estaban ya todos resueltos, la expedición de las cédulas se retrasaría. En ese tiempo, el capuchino llegó incluso a consultar a sor María Jesús de Ágreda, que le dirá que estuviese abierto a la decisión de sus superiores. Por fin, en los primeros meses de 1657, la expedición obtuvo el permiso de salida. En el viaje hasta Cádiz, el padre José tomó especial cuidado de ir predicando en los pueblos por los que iban pasando. La Casa de Contratación, en el informe de salida, lo describe en los siguientes términos: “Fr. José de Carabantes, predicador, natural de Carabantes, en el reino de Castilla, de edad de 32 años, alto de cuerpo, delgado y moreno de rostro”. Su tarea evangelizadora la mantuvo también a bordo de la nao con la tripulación, a lo largo de toda la singladura.

Llegaron a la isla de Margarita el 8 de octubre de 1657, pasando después al continente y dirigiéndose a Caracas. Allí predicó una misión en la Catedral que se hizo popular por conseguir sacudir el lánguido catolicismo existente.

Uno de los resultados más fructíferos de aquellos nueve días de predicación fue la petición por parte del Cabildo de una misión entre infieles, en los Llanos, que sería también encomendada a los capuchinos, junto con la ya existente de Cumaná. Por su parte, el padre José siguió predicando por los principales pueblos y ciudades de aquella provincia. Por fin, los capuchinos fueron destinados a Cumanacoa, para trabajar en la civilización y evangelización de los “chaima”. El contacto con los indios no fue tarea fácil, por ser antropófagos, así como por su hostilidad hacia los españoles y estar retirados en la selva. En algunas circunstancias, su vida estuvo al borde de la muerte. En 1659 fundó el pueblo de Santa María de los Ángeles del Guácharo y, para noviembre de ese año, debido a su grave enfermedad, Carabantes regresó a España “para curarse, engordar un poco y luego volver para morir” entre los naturales. Su retorno a España supuso además una oportunidad para salvaguardar los intereses de la misión ante el Consejo y lograr la autorización para nuevas expediciones.

En 1661 se encontraba nuevamente en las misiones, atareado en su organización y propagación. Es en estos años cuando el padre José se empeñó en la tarea de escribir una gramática en lengua chaima e, incluso, traducir algunos de sus sermones a esta lengua. El resultado de aquel ingente esfuerzo hecho por él y sus compañeros fue la fundación de cinco pueblos y la pacificación de los caribes que, al lado de los misioneros, depusieron las armas. Cinco años más tarde, se vio impelido a regresar a España, también en esta ocasión por motivos de salud, así como para asegurar la posesión y ampliación del territorio misional asignado a los capuchinos. En 1667, después de informar al Consejo de la situación y avances de la misión, así como de su situación económica, se dirigió a Roma, para informar también a los cardenales, y negociar la creación de una nueva misión, la de Santa Marta. La presencia del padre José en Roma fue especialmente significativa, puesto que llevaba consigo una carta para Alejandro VII, en lengua chaima, en la que cinco caciques prometían sumisión y obediencia perpetua a la Santa Sede.

Carabantes regresó a España a la espera de los resultados de las Cortes de Madrid y Roma para la creación de la nueva misión y, mientras esperaba el resultado, aceptó predicar una misión en Málaga. El éxito popular de ésta, como de las que siguieron, fue muy significativo y supuso para el padre José una nueva oportunidad y alternativa. Por otra parte, se convertía en una posibilidad activa, desde el momento que sus superiores habían decidido que no volviera a América, sino que regresara a su provincia, y a la vida regular que se llevaba en las casas de España. La fama de predicador y misionero itinerante se extendió desde las tierras de Andalucía hasta las de Castilla. Será el obispo de Orense, Baltazar de los Reyes, monje jerónimo que estaba en la Corte como predicador y confesor real, quien solicite los servicios del capuchino en su propia diócesis. Para dicho servicio logró un decreto real por el que Carabantes debía ponerse en camino hacia Galicia. Llegó en noviembre de 1669 y comenzó inmediatamente la primera misión popular, a la que siguieron otras sesenta y dos. Desde este momento los veinticinco años que le quedaban de vida estuvieron totalmente dedicados a la predicación itinerante, así como a la preparación de la misma.

La opción personal de predicación itinerante suponía alejarse significativamente de la vida regular, por lo que, desde su provincia de Aragón, fue llamado a retornar a la quietud y encorsetada vida claustral que llevaban los capuchinos españoles en el siglo xvii.

Ante esta situación el padre José y su hermano el padre Alonso, que en esos momentos se había convertido ya en una ayuda incuestionable en su apostolado, pidieron al general de los capuchinos que les fuera permitido el cambio de provincia, para pasar a la de Andalucía, que se mostraba mucho menos intransigente. En enero de 1674 obtuvieron la incorporación perpetua, lo que era la confirmación de su trabajo cotidiano.

En esos mismos días, sus servicios fueron reclamados por el conde de Lemos, que pedía que el capuchino asumiese la tarea de la predicación en sus dominios.

La posibilidad de asumir este trabajo venía confirmada por Esteban de Cesena, ministro general de los capuchinos que, con fecha del 3 de agosto de 1675, le daba obediencia para dedicarse a este apostolado todo el tiempo que fuera necesario. De esta manera, el padre José se podía dedicar a la predicación, sin tener que preocuparse de las cuestiones jurídicas de régimen ordinario y sin tener que pasar algunas temporadas en algún convento de la Orden. Fueron diecinueve años los que el capuchino pasó sin dormir ni un solo día en un convento.

a finales de 1675, estableció su residencia en una pequeña casa en Monforte de Lemos, adonde retornó para organizar sus predicaciones y desde donde escribió sus libros, en las cortas temporadas en que no se encontraba predicando por los pueblos de Galicia.

Para cumplir su servicio por aquellas tierras, donde no había muchas posibilidades de encontrar predicadores, el padre José contaba con licencias y facultades apostólicas que le permitían hacer frente a todas las situaciones que se pudiera encontrar.

El tipo de vida llevada en aquellas tierras de Galicia, así como las grandes fatigas de épocas anteriores y el agotamiento físico que se había ido acumulando por tantos años de apostolado itinerante, llevaron a dar por concluida su vida el 11 de abril de 1694. Después de superar numerosas dificultades, en 1910 se introdujo su causa de beatificación en Roma.

 

Obras de ~: Practica de misiones, remedio de pecadores, sacado de la Escritura Divina y de la enseñanza apostólica, aplicado en el ejercicio de una misión, León, Imprenta de la Viuda de Agustín de Valdiuiesso, 1674; Segunda parte del remedio de pecadores, hallado en las Escrituras Sagradas, aplicado en la segunda misión, dispuesta con veinte y cuatro sermones, Madrid, Andrés García de la Iglesia, 1678; Platicas dominicales y lecciones doctrinales de las cosas más esenciales sobre los evangelios de las dominicas de todo el año, vol. I, Madrid, Oficina de Melchor Álvarez, 1686; Platicas dominicales, y lecciones doctrinales de las cosas más esenciales, sobre los evangelios de las dominicas de todo el año, para desempeño de párrocos, y aprovechamiento de feligreses, vol. II, Valencia, 1723; Jardín florido del alma cultivado del cristiano con el ejercicio del santo rosario, del vía crucis y otras muchas devociones, Madrid, 1737.

 

Bibl.: D. González de Quiroga, El nuevo apóstol de Galicia el venerable P. Fr. José de Carabantes, religioso capuchino y misionero apostólico en la América y Europa. Su vida, virtudes, predicación y prodigios, Madrid, Francisco de Villa Diego, 1702; S. da Milano, Vita, virtù, predicazione e prodigi del venerabile padre Fr. Giuseppe da Carabantes, Napoli, 1747; G. da Cremona, Il venerabile padre Giuseppe da Carabantes missionario apostolico cappuccino. Rivista della sua vita con riflessi religiosimorali- sociali, Milano, Pirola e Cella, 1891; A. de Valencina, Vida del V. P. José de Carabantes apóstol de los Caribes y misionero apostólico en los reinos de Andalucía y Galicia, Sevilla, El Adalid Seráfico, 1908; P. M.ª de Mondreganes, Reglas de misiología práctica por el V. P. José de Carabantes misionero capuchino del siglo XVII (1628-1694), Madrid, El Mensajero Seráfico, 1935; “Iosephus a Carabantes”, en Lexicon Capuccinum. Promptuarium Historico-Bibliographicum OFMCap (1525-1950), Romae, Biblioteca Collegii Internationalis S. Laurentii Brundusini, 1951, págs. 859-860; B. de Carrocera, Los primeros historiadores de las misiones capuchinas en Venezuela, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1964, págs. 11-126; S. a Nadro, Acta et decreta causarum beatificationis et canonizationis O.F.M.Cap, Romae-Mediolani, Centro Studi Cappuccini Lombarda, 1964, págs. 910-924; Q. Aldea Vaquero, J. Vives Gatell y T. Marín Martínez (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972; M. Gutiérrez Salazar, El Padre José de Carabantes capuchino, misionero del Guácharo y apóstol de Galicia, Caracas, Trípode, 1988; I. de Villapadierna, “Venerable José de Carabantes. Una vida consagrada a las misiones”, en M. Ibáñez Velázquez (ed.), “... el Señor me dio hermanos...” Biografías de santos, beatos y venerables capuchinos, vol. I, Sevilla, Conferencia Ibérica de Capuchinos, 1993, págs. 263-276.

 

Miguel Anxo Pena González, OFMCap.

 

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