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Cristóbal Fernández Valladolid

Biografía

Fernández Valladolid, Cristóbal. Cristóbal de Santa Catalina. Mérida (Badajoz), 25.VII.1638 – Córdoba, 24.VII.1690. Presbítero, eremita y fundador de la Congregación Hospitalarias de Jesús Nazareno (franciscanas).

Nació en una familia emeritense de los llamados “cristianos viejos” y fue bautizado en la iglesia de Santa Eulalia el 31 de octubre de 1638. Eran sus padres Juan López Valladolid y Juana de Orea, labradores empobrecidos por la guerra hispano-portuguesa de 1640-1668. Reinaba en España Felipe IV y los soldados arrasaban los campos y sembraban el pánico en las ciudades fronterizas con violencias de guerra. En este clima creció Cristóbal Fernández Valladolid.

En su vida se distinguen tres etapas: la emeritense, que le aporta los materiales con los que va forjando su personalidad como sacerdote, eremita, fundador hospitalario y cofrade. Tras los estudios primarios, combina desde los catorce años el estudio de Gramática y Latinidad con el trabajo familiar, el servicio voluntario de enfermero en el Hospital de San Juan de Dios y su actividad como sacristán en el convento de las franciscanas concepcionistas. Son experiencias clave para que Francisco de Asís y Juan de Dios le marquen en su vida espiritual y hospitalaria. Termina los estudios y fray Juan de Chaves le ofrece un puesto de trabajo en el hospital. Después le ayudará a seguir su vocación sacerdotal. En 1661 solicita en san Marcos de León ser recibido a la prima clerical, tonsura y órdenes menores y, tras completar los estudios exigidos por el concilio de Trento y cumplir los demás requisitos, marcha a Badajoz para ser ordenado por su obispo fray Jerónimo Rodríguez Valderas, el 10 de marzo de 1662. Vuelto a Mérida ejerce su servicio sacerdotal en el Hospital de San Juan de Dios y en la institución del cabildo de clérigos de San Pedro. En 1665 es destinado como ayudante de capellán castrense al Tercio de Castilla, que lidera el marqués de Caracena. El 17 de junio de 1665 se libra la batalla definitiva para la independencia de Portugal; los españoles son vencidos en Montes Claros y en la retirada caen prisioneros o en emboscadas. Cristóbal queda solo y gravemente enfermo en un descampado.

Un hermano suyo lo encuentra y se lo lleva a Mérida.

Cristóbal renuncia al ejército y vuelve a su actividad anterior. Medita en la protección que Dios le ha deparado y siente que le llama al desierto. Al mismo tiempo recibe propuestas de trabajo que podrían cambiar su condición social y la de su familia.

Lucha, se debate en una crisis vocacional. Su determinación fue radical al enterarse de que un amigo había sido acuchillado. Tras ocho días de intensa penitencia, hizo confesión general y, despojado de todo, marchó al desierto diciendo: “Mi ánimo, oh gran Dios, es ir donde tu amor me llama”.

La segunda etapa, la eremítica en el desierto del Bañuelo de Córdoba, transcurre de 1668 a 1673. Oculta por nueve meses su identidad sacerdotal para obedecer al ermitaño asignado como guía y asumir el rigor de la regla de San Pablo dada a los ermitaños por el obispo de Córdoba, fray Diego Mardones. Vive una fase de conversión radical, purificación y transformación, en un proceso que va desde el rigor asombroso de los grandes penitentes a un trabajo de penitencia interior logrado por la vía del silenciamiento, la meditación y la intensa oración contemplativa en la que logra la fusión amorosa y unitiva con Dios y la confraternidad con todas las criaturas. Le acontecen fenómenos místicos de éxtasis y levitación. Revelada su identidad, es elegido como padre y maestro de los demás ermitaños. En 1670 toma el hábito de san Francisco con el sobrenombre de Cristóbal de Santa Catalina.

El 14 de marzo 1671 profesa en la Orden Tercera de Penitencia de San Francisco de Córdoba. En ese mismo año funda la Congregación de ermitaños de san Francisco y san Diego de Alcalá, en el Bañuelo, poniéndola bajo la Regla de la Tercera Orden Franciscana.

Atento a las necesidades de los pobres, hace picón y trabajos manuales y los baja a Córdoba para socorrer con ello a los necesitados.

La tercera etapa es la de fundador del Hospital y la Congregación de hermanos y hermanas hospitalarias de Jesús Nazareno, franciscanos, en Córdoba, de 1673 a 1690. En 1673, formado “varón perfecto” y fiel servidor del Espíritu, deja el desierto y baja a Córdoba para entregarse al socorro de los más desfavorecidos.

Encuentra acogida en la casa Hermandad de Jesús Nazareno, que le ofrece su hospital, y ahí se hace asesor cofrade y comienza su hospitalidad con los más pobres.

Fundó la Congregación mixta Hospitalaria de Jesús Nazareno el día 11 de febrero de 1673 y la puso bajo la regla de la Tercera Orden Regular de san Francisco.

Estableció un género de vida en que contemplación y acción de servir a los pobres debían estar unidas como en simbiosis. Esta modalidad de vida mixta compartida se sometió al Derecho canónico del siglo xvii. La rama femenina vivió en clausura, atendiendo desde ella a las ancianas y niñas. La rama masculina promovía el sustento de los pobres y la propia congregación.

Las Normas se daban en capítulos mensuales. Diecisiete años vivió el padre Cristóbal al frente de esta gran familia. Tuvo como director espiritual al padre Francisco de Posadas, OP, quien fue su biógrafo. Con él se inició la fundación del Hospital de Pozoblanco (1689) e Hinojosa del Duque que culminó en 1693 con apoyo de las respectivas cofradías de Jesús Nazareno.

En 1690 se declara en Córdoba una epidemia de cólera y el padre Cristóbal se contagia en su servicio de caridad y asistencia sacerdotal. Antes de morir, dio en testamento la síntesis de su espiritualidad y su carisma: “La hora es llegada de partir para el Señor.

Atended ante todo y en todo a la honra y gloria de Dios, procurando guardar el instituto con gran caridad de los pobres, amándose unidos en el Señor”.

Muere con fama de santidad el 24 de julio de 1690, a los cincuenta y dos años, y comienza el proceso de beatificación el 5 de marzo de 1693.

Se fundan nuevas casas independientes, pero en comunión de espíritu. El padre José Capilla Gómez, sucesor del padre Cristóbal por delegación del obispo, formuló breves estatutos, conforme al espíritu, vida, dirección y método del fundador. Fueron aprobados por el cardenal obispo de Córdoba Pedro Salazar, el 13 de enero de 1693. En 1906 se extinguen los hermanos y las hermanas dejan la clausura y asumen su tarea. El 24 de junio de 1915, por decreto diocesano que promulga el obispo de Córdoba Ramón Guillamet y Coma, se fusionan las casas existentes en Congregación diocesana. En 1949 se gestiona el derecho pontificio y se concede el Decretum laudis el 22 de abril de 1958; y en 1962 se da la aprobación pontificia definitiva. Tras el Vaticano II Roma aprueba nuevas Constituciones el 25 de septiembre de 1984. En la actualidad la obra del padre Cristóbal está presente en Europa e Hispanoamérica.

 

Bibl.: F. de Posadas, OP, Vida y virtudes del Siervo de Dios P. Cristóbal de Santa Catalina, Córdoba, 1691 [1769 (trad. it.), 1740, 1933]; D. de Felipe, El P. Cristóbal otro gigante. Vida del venerable padre Cristobal de Santa Catalina, fundador de las Hermanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, Madrid, Perpetuo Socorro, 1967; M. A. Ortí Belmonte, Córdoba monumental, artística e histórica, Córdoba, Diputación Provincial, 1968; VV. AA., La cofradía de Jesús Nazareno y el P. Cristóbal de Santa Catalina, Córdoba, Obra Cultural del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, Imprenta San Pablo, 1989; J. Aranda Doncel et al., Mérida y el P. Cristóbal de Santa Catalina: exposición en el tricentenario de su muerte, Mérida, Ayuntamiento, 1989; Hospitalarias de Jesús Nazareno, Hoja informativa Padre Cristóbal, Baena, Gráficas Cañete, 1989-2007; A. Gil Moreno, Luces en las manos, Madrid, Publicaciones Claretianas, 1990; Congregatio de Causis Sanctorum Prt.N.1234, Corduben Beaticationis et canonizationis servi dei Chistophori a santa catharina (in saec.: C. Fernández Valladolid), presbyteri, fundatoris congregationis et nosocomil Jesu Nazareni in civitate Cordubensi, hispaniae 1638-1690, Positio super vita et virtutibus, Roma, Tipografa Guerra, 1998, págs. 501-509 (bibl.); Federación Interfranciscana de España, Convocados por Francisco. Familia Franciscana en España, hoy, Madrid, Federación Interfranciscana de España, 1999.

 

María del Carmen Fernández Villar y José Martín Brocos Fernández

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