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Francisco Grimau

Biografía

Grimau, Francisco de. ?, c. 1654 – Cartagena (Murcia), 8.XII.1724. Marino, primer jefe de la escuadra de galeras de España.

Se desconoce el lugar de nacimiento y la fecha con exactitud. No obstante, se tiene constancia de su procedencia de familia ilustre. Su padre ocupaba un puesto destacado en el cuerpo de galeras de España.

La primera noticia sobre Grimau es su ingreso, como soldado aventajado, en la escuadra de galeras de la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, en Malta (28 de julio de 1671); precisamente en la época en que casi toda Europa se preparaba para luchar contra Francia.

España, arrastrada también a la coalición, fue la que por su proximidad tuvo que experimentar los primeros efectos de la guerra que empezó en los Pirineos para continuar en los Alpes. Al producirse la rebelión de Mesina a favor de los franceses, fueron las galeras de Malta las primeras que acudieron a bloquear el puerto para aplastar la amenaza contra las demás posesiones españolas en Italia. Se estacionaron cruzando en vigilancia delante del puerto. Así se hallaban, junto a varios bajeles españoles al mando de Melchor de la Cueva, cuando se presentó el duque de Vivonna con una escuadra de veintiocho naves (febrero de 1675).

El combate fue muy duro pero la superioridad numérica francesa les permitió entrar en el puerto. En vista de ello, nuestros buques se retiraron a Nápoles resignándose al papel de espectadores de los sucesos.

Grimau, descontento con la actitud pasiva de la escuadra, pidió su pase al ejército de Cataluña, allí donde más encarnizada era la lucha. Le fue aceptada su petición y, además, conferido el empleo de capitán de una de las compañías del tercio provincial del Principado (2 de abril de 1676). El tiempo que estuvo al frente de la compañía fue de campaña continua, desempeñando muchas veces el arriesgado servicio de avanzada y tomando parte activa en varios encuentros importantes. Concurrió también a la rendición de la ciudad de Rosellón, en cuyo brillante suceso se le ordenó apoderarse de un fuerte enemigo que dificultaba el paso a sus tropas; hizo prisionera a su guarnición compuesta de setenta hombres y su capitán. Se halló asimismo en el encuentro de su ejército con el enemigo en el barranco de la Empolla, donde fue herido con una pica y actuó como un valiente y experimentado soldado. Asistió a todos los ataques generales que se dieron en la campaña, a la apertura de brechas y minas que se intentaron en el sitio de Puigcerdá y a multitud de encuentros parciales. Sus acciones fueron premiadas con un escudo de ventaja (aumento) sobre sus sucesivos sueldos. Comenzaron a vislumbrarse los primeros albores de la paz (1678). El joven Grimau dio por terminada con esta guerra la segunda etapa de su vida militar y volvió su vista al líquido elemento para ensayar sus nuevos bríos; pidió su traslado al cuerpo de galeras, lo que le fue concedido (6 de julio de 1678).

A los quince días fue destinado a la galera capitana en clase de entretenido, supernumerario con sueldo mensual de 40 escudos, sin contar el de ventaja, el cual vio incrementado con otro más que se le concedió por los méritos contraídos en el sitio de Puigcerdá (20 de septiembre de 1678). No estando satisfecho todavía el Rey del reconocimiento a tan valiente soldado, le confirió el empleo de capitán de mar y guerra para ejercerlo en la galera Nuestra Señora de la Almudena.

Inmediatamente salió con el resto de la escuadra de galeras para llevar socorros a Melilla, que se hallaba estrechamente asediada por los moros. A su eficacia se debió en gran parte la salvación de la ciudad. No había terminado aún el año 1683, cuando el ejército francés penetraba por la frontera de Navarra en dirección a Cataluña, en ocasión de encontrarse Grimau en el puerto de Barcelona con su galera y la Patrona, encargado de la Maestranza de aquellas atarazanas y de la construcción de tres galeras. Con tan escasas fuerzas para defender el puerto, no tardaron mucho los franceses en presentarse delante de Barcelona con veinte navíos y treinta galeras para quemar las galeras, pero Grimau organizó la mejor defensa posible, incluyendo la colocación de una especie de cadena formada con entenas y árboles, sólidamente fortificada con ramales y otros herrajes; tras este artificioso escollo esperó en línea de batalla, dispuesto a llevar la resistencia hasta el heroísmo. Ante esa situación, la escuadra francesa se alejó de la vista del puerto sin romper las hostilidades y no volvería en toda la guerra.

Grimau continuó en Barcelona hasta la finalización de las obras de las tres galeras. Hecha la paz, continúo ocupándose del servicio de transportes de tropas, caudales, víveres y efectos entre los puertos del litoral y las posesiones españolas de África, mandando diferentes galeras. Dejó el mando de la Almudena (16 de mayo de 1687) para tomar el de la nueva Patrona (la antigua se había perdido en un temporal el 9 de noviembre de 1684), estando todavía en Barcelona.

Atacados de nuevo por los moros los presidios de África, volvió Grimau en su socorro bajo las órdenes del capitán general de las galeras duque de Veragua; sólo a esto debió su salvación la ciudad de Orán. Dividida la escuadra para socorrer Melilla y otros puntos, tocó a la Patrona pasar, con algunas otras, a las Alhucemas, al mando del cuatralbo marqués de Alconcher.

Era necesario tomar el castillo que ocupaban los moros en oposición al de San Agustín y, para ello, el cuatralbo eligió a Grimau, que con doscientos hombres de las galeras embistió al castillo y, después de una reñida y sangrienta lucha de diez horas con la multitud de moros que acudían en apoyo de los de la fortaleza, la asaltó y ocupó (10 de junio de 1687). La guarnición cayó toda y la fortaleza fue derruida, retirándose nuestras fuerzas después. El Rey le nombró capitán de la galera Capitana, el mando más importante entre los capitanes de mar y guerra, en premio a sus brillantes actuaciones (20 de diciembre de 1688).

Socorrió a Ceuta a partir de noviembre de 1694 con todas las galeras de la escuadra a sus órdenes y diez más procedentes de Génova, durante trece meses, con tropas, víveres, municiones y cuanto necesitó para su defensa y, por ello, fue felicitado.

En 1696, España entraba en una nueva lucha con Francia. Todas las galeras salieron a campaña con su capitán general duque de Nájera al mando. El primer encuentro que tuvieron con las de Francia fue frente a Palamós (21 de septiembre de 1696), aunque no llegaron a embestirse porque los franceses huyeron vergonzosamente, rehuyendo el combate ante la escuadra española formada en orden de batalla. Este enfrentamiento le valió a Grimau un reconocimiento real más, el título de maestre de campo de la Infantería española (8 de marzo de 1697).

Contrajo matrimonio con Teresa Peralta. Hasta 1703 los servicios estaban representados por continuos cruceros de vigilancia, comisiones de importancia y auxilios a los presidios de África. En este año la Guerra de Sucesión al trono de España había tomado tal incremento, que fue necesario reunir todas las fuerzas marítimas para operar con las de Francia, contra las coaligadas de Austria, Inglaterra y Holanda, que sostenían los pretendidos derechos del archiduque Carlos; y las galeras españolas con las de Italia, al mando todas del cuatralbo Vicente de Argote, pasaron a incorporarse con la escuadra francesa que mandaba el conde de Tolosa, con cinuenta y dos buques mayores. El enfrentamiento tuvo lugar frente a Vélez- Málaga; fue muy sangriento y con grandes pérdidas por ambos bandos, pero la batalla quedó indecisa al oscurecer y, aunque se pudo continuar al día siguiente, los franceses se retiraron. Grimau volvió a ser felicitado por el cuatralbo en carta al Rey. Vuelto con su galera a Cartagena, continuó el curso de la guerra hasta 1706, que el cuatralbo de las galeras se pasó a los imperiales entregándose con las naves al almirante de una escuadra inglesa que cruzaba en vigilancia frente a las costas de Valencia, aprovechando tener que auxiliar a Orán, sitiado por los moros. La chusma de las galeras estaba de acuerdo con el cuatralbo, pero Grimau, presentó fuerte resistencia y fue hecho prisionero y llevado a un buque inglés, que después le desembarcó en el puerto de Valencia, permaneciendo prisionero hasta que las fuerzas de Felipe V conquistaron la ciudad (8 de mayo de 1707).

Desde Valencia se trasladó a El Puerto de Santa María y el 29 de noviembre de 1707 tomó el mando de la galera Santa Ana, que hacía de capitana. Inmediatamente salió en socorro de Orán, pero a su llegada la plaza ya se había rendido a los argelinos y tuvo que asistir a su evacuación a principios de 1708. A su regreso a España, tomó parte en la rendición de Tortosa (10 de julio de 1708). La prolongación de la guerra ocupó constantemente a Grimau, ya en transporte de tropas y efectos de guerra, ya operando combinadamente con las fuerzas de tierra, en los ataques a las plazas marítimas que en nuestro litoral tenían los imperiales.

En 1711, volvió ante Tortosa, esta vez para auxiliarla ante el ataque de los imperiales y en 1713 asistió a la evacuación de Tarragona por los mismos imperiales. Recuperada por Felipe V esta parte de Cataluña, sólo quedaba reducir Barcelona y las islas de Mallorca e Ibiza. Todas las galeras recibieron la orden de pasar a Barcelona, y durante el año que duró el asedio estuvieron dedicadas a constantes cruceros de vigilancia, impidiendo no pocas entradas de socorros enviados desde Mallorca y a pesar de los catorce buques armados que tenían en el puerto. Sometida Barcelona (1714), pasó Grimau con todas sus galeras a rendir Mallorca e Ibiza, que pudo hacerse sin derramamiento de sangre (1715). El Rey le premió con el empleo de 1.er jefe de escuadra de sus galeras y fue el primero que gozó de los honores de mariscal de campo de los ejércitos en tierra, en virtud de la asimilación establecida entre ambos empleos.

Tomó parte al mando de cuatro galeras en la recuperación de Cerdeña, que ocupaban los austríacos.

Después se le asignó la conquista de la fortaleza de Puerto Escuso, así como la ciudad de Iglesias (agosto de 1718). Tras ocho meses de descanso en Barcelona, salió con la misma escuadra del mar océano, compuesta por seis galeras y una galeota, para la toma de Sicilia. Con ellas asistió al desembarco de tropas y rendición pacífica de Castel-lamar y Palermo. Se encontró también en la derrota de la escuadra española en el golfo de Araich, donde contribuyó con su pericia y valor a la salvación de algunos navíos que sacó a remolque del lugar del combate. Dos años permaneció en Sicilia al frente de las galeras, habiendo hecho diferentes presas, entre ellas una saetía con ciento sesenta soldados austríacos, la cual sacó valerosamente de entre los navíos ingleses que la escoltaban en la misma boca del puerto de Mesina. En ese momento, Ceuta se vio gravemente comprometida por un ataque del ejército marroquí, lo que determinó al Rey a mandar una expedición con numerosos armamentos desde Cádiz, Málaga y otros puertos andaluces; así fue que, al regreso de Grimau a Barcelona, le designó para que con dos galeras convoyase a Málaga varias embarcaciones con tropas, con las cuales debía agregarse a la expedición. El jefe de ésta le ordenó simular un desembarco en la playa de Benítez, con objeto de llamar la atención de los marroquíes y provocar la salida de la guarnición de la ciudad, coincidiendo con el ataque directo a la plaza; lo que provocó una desbandada general de los moros hacia Tánger y Tetuán (15 de noviembre de 1720). Este triunfo debió completarse con la toma de Tánger, que era el plan concertado de la expedición, pero la diplomacia inglesa consiguió evitarlo y la expedición regresó. Con esta campaña se puede decir que acabaron sus empresas marítimas; al regreso de Ceuta, pasó a Cartagena, donde por algún tiempo pudo disfrutar de la familia, si bien se vieron turbados por la muerte de su hijo Luis, comisario de las galeras.

Continuó en Cartagena, donde fallecería de muerte natural (8 de diciembre de 1724) cuando tenía setenta años de edad y cincuenta y tres de servicio. Dejó un hijo que serviría en la misma escuadra de galeras.

 

Bibl.: F. P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, t. II, Madrid, Imprenta de F. García, 1873, págs. 139-150; D. de la Válgoma y Barón de Finestrat, Real Compañía de guardia marinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1955, asiento 167; C. Martínez-Valverde, “Biografía de Francisco Grimau”, en Enciclopedia general del mar, t. IV, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957, págs. 965-966.

 

José María Madueño Galán

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