Martínez Hernández, Pedro de. Pedro de Feria. Feria (Badajoz), c. 1525 – Chiapa (México), 1588. Dominico (OP), obispo y evangelizador.
Fueron sus padres Gonzalo Martínez y Juana Hernández. De familia pudiente, realizados los estudios elementales en el pueblo, fue enviado a estudiar a la Universidad de Salamanca. La carencia de los registros de matrículas de esos años impide saber los estudios realizados. Ingresó en el Convento de San Esteban de esa ciudad el 4 de febrero de 1545 y emitió los votos religiosos en manos del prior Domingo de Soto al día siguiente. Como fraile dominico profeso aparece en los libros de matrículas de la Universidad salmantina en la Facultad de Teología. Fueron sus profesores en esa Facultad Melchor Cano y Domingo de Soto. Apenas terminados sus estudios, y recién ordenado de presbítero, desempeñó el cargo de vicario del prior en 1551, cuando tuvieron lugar en su convento de San Esteban un capítulo general y otro provincial.
En ese mismo año se le facultó para dirigirse a México, donde se entregó al estudio de la lengua zapoteca hasta dominarla, llegando a componer en ella algunas obras y escribir sobre la misma. De congénita gravedad y prudencia, fue elegido al poco tiempo prior del Convento de Santo Domingo de México. Desempeñaba este cargo, cuando en 1558 Felipe II comunicaba al virrey de México la orden de exploración de la Florida. El padre provincial de la provincia dominicana de Santiago de México nombró vicario suyo a Pedro de Feria, que, al frente de cinco dominicos, embarcaba con los expedicionarios. Entre esos dominicos iban Domingo de Salazar, que será el primer obispo de Manila, y Domingo de la Anunciación, que imprimirá en México en 1565 una Doctrina en lengua española y mexicana. La pobreza del terreno, la enfermedad, la fatiga, dieron con la expedición en el fracaso, y murieron varios expedicionarios y un dominico. Pedro de Feria quedó desde entonces enfermo de asma, sin que por ello cejara en el trabajo.
Fue asignado en 1561 a la casa de Teticpac como vicario, teniendo por compañeros a los religiosos Luis Rengino, Diego de Torres y Jerónimo de Carranza. El capítulo de México del 22 de septiembre de 1565 lo eligió a su comienzo provincial, pasando inmediatamente a presidir ese capítulo. En él se insistió en la necesidad de urgir con fuerza la disciplina conventual en torno a las observancias monásticas y en cercenar todo posible abuso con respecto a los indios; se dio a conocer la obra de fray Diego Giménez Calendario perpetuo y se aceptó el magisterio en Teología para fray Bartolomé de Ledesma, catedrático de las Universidades de México y Lima, y luego obispo de Oaxaca. Durante su provincialato, al contemplar la necesidad de libros para la enseñanza de los indios, editó su célebre catecismo o doctrina cristiana en lengua castellana y zapoteca. Terminado su provincialato en 1568, enfermo crónico de asma, se embarcó para la metrópoli ya avanzado el año 1569, trayendo diversos recados para la Corte española y para Roma.
La impresión que dejó en la Corte fue tan buena que, al tenerse noticia de la muerte del electo obispo de Chiapa, el dominico Domingo de Ara, en 1572, Felipe II propuso a la Santa Sede como sucesor a Pedro de Feria, que se encontraba entonces en el Convento de San Esteban de Salamanca. El papa Gregorio XIII aceptó la propuesta el 8 de diciembre de 1574. Ordenado obispo, debió de llegar a su sede de San Cristóbal de Chiapa a principios de 1575. A pesar de su enfermedad, comenzó enseguida su visita a toda la diócesis, enviando el informe a la Corte de España en 1579. En este informe solicitaba de Felipe II la aceptación de su renuncia al obispado, aduciendo como razón su enfermedad, que le dificultaba cada vez más el cumplimiento de sus deberes pastorales. No fue aceptada su renuncia, convencidos en España de su labor ejemplar, superando con coraje las dificultades.
Amante del indígena, predicaba al encomendero que tratara con bondad a los naturales, teniendo en cuenta su constitución poco fuerte para los trabajos pesados. Con ocasión del sínodo provincial de México de 1585, escribió un tratado de pastoral india muy encomiado por los obispos. Por romperse una pierna, al caerse de la cabalgadura en su viaje hacia el sínodo, no pudo asistir a éste, y, recuperado en el convento de Guajaca, volvió de nuevo a su sede, consumiendo los días en un servicio martirial a los indios.
Sus restos descansan en el Convento de Santo Domingo de Ciudad Real (México).
Obras de ~: Doctrina christiana en lengua castellana y çapoteca, compuesta por el muy reverendo Padre fray Pedro de Feria, Provncial de la Orden de Sancto Domingo en la Provincia de Nueva España [...], en casa de Pedro de Ocharte, México, 1567; Arte y Vocabulario Zapoteco, y Confesionario en lengua zapoteca.
Fuentes y bibl.: Archivo del Convento de San Esteban (Salamanca), Libro Antiguo de profesiones (ms.) fol. 169r.; Archivo de la Universidad de Salamanca, 267, Registro de Matrículas del curso 1546-1547, fol. 34v.
E. de Mora (OP), Historia Annalística de el Convento de S. Estevan de Salamanca [...], Tomo IV, de 1564 a 1600, s. l., s. f. (ms. en el Archivo del Convento de San Esteban de Salamanca), págs. 1024-1056; J. Quetif-J. Echard, Scriptores Ordinis Praedicatorum [...], t. II, Paris, C. Ballard-N. Simart, 1721, págs. 292a-b; J. Cuervo (OP), Historiadores del convento de S. Esteban de Salamanca, t. I, Salamanca, Imprenta Católica Salmanticense, 1914, págs. 140-146; t. II, págs. 101-110 y 604; t. III, Salamanca, 1915, págs. 262- 273, 548-549 y 818; A. Mesanza, Los obispos de la orden dominicana en América, Einsiedeln (Suiza), 1939, pág. 41; J. Salvador y Conde (OP), Fray Pedro de Feria y su Doctrina Zapoteca, Madrid, 1948; A. Dávila Padilla (OP), Historia de la fundación y discurso de la Provincia de Santiago de México de la Orden de Predicadores, México, Editorial Academia Literaria, 1955, pág. 479 (ed. facs. de la de 1625); R. Hernández Martín (OP), Colón en Salamanca. Los Dominicos, Salamanca, Caja de Ahorros y Monte de Piedad, 1988, págs. 224-235; L. Resines, Catecismos americanos del siglo XVI, I, Salamanca, Junta de Castilla y León, 1992, págs. 112-116; R. Hernández (OP), “Catecismos de los Dominicos en América y Filipinas”, en Actualidad Catequética, 155 (1992), págs. 357-368.
Ramón Hernández Martín, OP