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Andrés Jorge Sohr

Biografía

Sohr, Andrés Jorge. Barón de Sohr. Holstein (Alemania), f. s. XVII – Zaragoza, s. m. s. XVIII. Coronel e ingeniero director.

Nacido en Alemania, era nombrado ingeniero en segundo el 1 de enero de 1719. Había servido con anterioridad a la República de Venecia en calidad de sargento mayor de Ingenieros y antes a la de Holanda. Era admitido por los ministros del rey, con aprobación del intendente general, José Patiño, cuando pasó a Italia para volver a España, aunque fue enviado a Sicilia, de donde pasaba a Malta.

Sohr se incorporaba definitivamente al ejército español con ocasión de la expedición para la recuperación de la citada isla en 1718, expedición en la que los ingenieros del Ejército iban al mando de Jorge Próspero de Verboom, fundador del Real Cuerpo de Ingenieros. Era muy hábil en los sitios o asedios, pues había participado en numerosos durante 20 años y en ellos sufrió ocho heridas. En el de Castellciutat fue herido de gravedad, pero logró reponerse.

Con fecha de 30 de enero de 1729 Sohr realizaba una Elevación del castillo de San Felipe de Játiva, siendo ascendido a teniente coronel e ingeniero en jefe, el 29 de diciembre de 1737 lo era a ingeniero director y, finalmente, el 13 de septiembre de 1739 a ingeniero director con grado de coronel.

Destinado a la Dirección de Aragón como jefe de la misma, con estancia en Zaragoza, el 27 de noviembre de 1736 formaba los planos para sustituir el revellín arruinado de la cortina oriental de la Aljafería. El plano, ejecutado bajo la dirección de Sohr, “representa el estado actual, arruinado, del Revellín viejo construido de Tapia sencilla de tierra sin fundamento sobre el terreno movido, y en papel superpuesto el proyecto de Plaza de Armas que se propone delante del Puente estable de la Aljafería de la Ciudad de Zaragoza en el lugar del revellín que oy en día existe siendo su pie enteramente arruinado”. En él puede verse la planta del revellín en ambos estados y el perfil correspondiente.

El ingeniero militar Tiburcio Spanochi se encargó de materializar una de las tres ciudadelas construidas en tiempos del Rey Prudente: la de Jaca (llamada castillo de San Pedro), siendo las otras dos la de Amberes y la de Pamplona. También llegó a proyectar Spanochi una en Cádiz, que no se construyó nunca, y otra en Zaragoza (en 1592, más bien una adaptación), que llevaría a cabo sobre el antiguo palacio de la Aljafería, de origen árabe (del siglo IX), al que respetó como palacio, limitándose a rodearlo de una “camisa” abaluartada, que en este caso y por la limitación impuesta por el palacio ya existente, tendría forma cuadrangular, con cuatro baluartes.

Debido a su antigüedad, las obras en el viejo edificio, dado su deterioro fueron muy frecuentes. El 10 de diciembre de 1736 Sohr firmaba una relación y tanteo de las obras a realizar en la Aljafería y el 31 de diciembre, una nueva relación y tanteo para la plaza de Armas. El 8 de enero de 1737, por orden de S.M., realizaba una relación de la situación, estado, consistencia y antigüedad de la Aljafería, acompañada de unos planos dibujados por el ingeniero Cristóbal Cubero. Siguiendo la misma línea, el 30 de septiembre, hacía una relación de la existencia y consistencia de la Aljafería, sus fortificaciones, el estado en que se hallaban y demás circunstancias, por orden del duque de Montemar, primer ministro de la Guerra, y el 24 de diciembre informaba a Montemar que el 17 de julio había comenzado el ingeniero Rodolphe a levantar cuatro planos de la Aljafería, y que desde el 20 de diciembre se estaban poniendo en limpio con la intención de concluirlos el 7 de enero de 1738. También, el 23 de enero de 1738 informaba de la situación de la casa y corral propuestos por el gobernador de la Aljafería, Juan de Ayete, dentro de Zaragoza, para maestranza de Artillería y el coste que tendría su construcción.

Seguiría una sucesión de propuestas y trabajos para la construcción de una sala de armas en la Aljafería, comunicando a Montemar el 21 de abril de 1738 que había concluido la sala de armas de la mezquita antigua, pero que no había empezado la de la sala dorada porque había advertido una serie de problemas que le enumera. En ese mismo año, con fecha de 10 de diciembre, formaba el barón de Sohr Relacion, y Calculo de lo que indispensablemente se devera añadir a los reparos que S.M. ha aprobado en primero del presente mes, de los reparos del Castillo de Aljaferia de Zaragoza, según la relacion formada en beinte de Noviembre del presente año, remitido por el Comandante General de este Reyno S.E. el Theniente General conde de Cecile.

Como consecuencia de la orden dada por el duque de Montemar para que en el castillo de la Aljafería de Zaragoza se repararan los cuarteles para alojar dos batallones de la guarnición de Zaragoza, el 27 de mayo de 1744 se formaba la siguiente Relación de la Situación, Estado, Consistencia y Antigüedad del Fuerte, o Castillo de Zaragoza llamado Aljaferia, formado por orden de S.M. de 8 de enero de este presente año por el Coronel e Ingeniero en Gefe con la Dirección interino de este Reyno Dn. Andres Jorge el Baron de Sohr acompañando esta relacion su Plano, dos Perfiles cortados sobre el largo, y ancho de dicho Castillo, con su elevación o bista de la Puerta principal, executado por el Capitán e Ingeniero en Segundo Don Christobal Cubero. En el documento, se comienza por señalar una breve historia del palacio: “[e]l Fuerte de Zaragoza llamado Aljaferia, nombre que le dio Abenjarafe Rey Moro que le fundo para su Palacio”, continuando con una descripción de sus defensas: “es de figura de trapesio con quatro pequeños Baluartes en sus quatro ángulos […] e incapaces de defender sus cortinas, pues de sus caras la mayor es de nueve toesas, siendo otras de siete y otras de seis y sus flancos de dos”. Este documento iba acompañado de un plano, dos perfiles y una vista de la puerta principal de la Aljafería, así como del estado del edificio.

El deseo manifestado por el rey de que se formasen plano, perfiles y elevaciones para conocer el estado del castillo de la Aljafería ponía de relieve las difíciles condiciones de trabajo de los ingenieros militares y la escasez de estos profesionales. Así lo manifestaba Sohr a Casimiro Uztáriz, secretario del Consejo de Estado y Guerra, al que decía que “para que se pueda luego poner en practica la Real Orden, se necesita que S.M. conceda a lo menos un tuesador con dos sobrestantes, aviendolos avido en tiempo del Difunto Director Don Francisco Mauleon [fallecido en 1736], para ayudar a dichas largas operaciones, por no haver en esta Plaza Ingenieros por el presente que podran ayudar al que dirige la Plancheta y demas trabajos necesitandose a lo menos quatro Personas, para las medidas, Detalles, y otras operaciones, mientras el que dirige la Plancheta aze lo mas principal. Informa que tiene un ingeniero subalterno en Monzón y Ainsa levantando su plano y contornos, y otro en la reparación del castillo de Mequinenza, quedándole sólo un ingeniero en segundo en esta plaza”.

La súplica de Sohr para que se le concedieran técnicos que pudieran ayudar a la formación de los planos de la Aljafería fue atendida en parte por el rey, de manera que Uztáriz contestaba que “ha venido S.M. en que para esse fin se le destinen dos tuesadores y se les satisfaga los Jornales por los dias que se emplearen en esta operacion, por lo que debe disponer lo conveniente a su efecto”.

En cuanto a la citada reparación de cuarteles para alojar dos batallones de la guarnición de Zaragoza, resultaba que los cuarteles de la Aljafería habían estado ocupados durante mucho tiempo únicamente por unos pocos inválidos, pero ahora era preciso que los ocuparan dos de los cuatro batallones con destino en la plaza de Zaragoza. Después de inspeccionados, el ingeniero Cristóbal Cubero formaba relación de su coste que era de 536 reales de plata, equivalentes a 1.003 reales de vellón y 10 maravedíes.

Se desconoce las siguientes actividades del barón de Sohr, así como la fecha de su fallecimiento.

 

Bibl.: H. Capel et al., Los Ingenieros Militares en España. Siglo XVIII. Repertorio biográfico e inventario de su labor científica y espacial, Barcelona, Publicaciones y Ediciones de la Universidad de Barcelona, 1983; H. Capel, De Palas a Minerva: la formación científica y la estructura institucional de los Ingenieros Militares en el siglo XVIII, Barcelona-Madrid, Serbal-Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1988; J. López Muiños, Algunos aspectos de la Ingeniería Militar española y el Cuerpo Técnico, Madrid, Ministerio de Defensa, 1993; J. Carrillo de Albornoz y Galbeño, Abriendo Camino. Historia del Arma de Ingenieros, Madrid, Imprenta Grafoffset, S. L., 1997; M. Galland-Seguela, “Las condiciones materiales de la vida privada de los ingenieros militares en España durante el siglo XVIII”, en Scripta Nova, 8, 179 (2004); P. I. Sobradiel, La Aljafería, 1800-1900: Las Claves para su recuperación, Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo, 2009.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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