Hurtado, Alonso. Toledo, c. 1590 – Montesión (Toledo), 1646. Monje cisterciense (OCist.) de Matallana (Valladolid), uno de los grandes teólogos de la Congregación de Castilla y notabilísimo orador sagrado.
Recibió el hábito monástico de manos del abad fray Cristóbal Martínez el 19 de abril de 1609, y su aprovechamiento en la piedad y en las letras fue extraordinario, a juzgar por las pocas noticias que sobre él han llegado hasta nosotros, todas de encomio, aunque es posible no fuera todo oro lo que relucía en él, como se verá de seguida. El único cargo importante desempeñado en la Orden fue la sede abacial de Benavides (Palencia), donde se dice que realizó una gran labor, pero no se sabe si habría algunos problemas por medio, el caso es que no vuelve a figurar para presidir otras abadías, a pesar de que méritos personales no le faltaban. Fue uno de los doce primeros maestros generales que tuvo la Congregación de Castilla, dignidad a la que ascendían aquellos sujetos que habían destacado una docena de años en los púlpitos o en las cátedras. A. Manrique, su contemporáneo, que le trató a fondo, consideraba que era “Vir in Theologia scholástica eruditus. Sed in expositiovae superior”, es decir, varón docto en la teología escolástica, pero mucho más docto en la expositiva.
No es cierto que le sublimaran al generalato, pues, aunque tenía méritos más que suficientes, no gozaba de popularidad. En el Tumbo del monasterio de Matallana se da esta noticia: “Año de mil y seiscientos y treinta y ocho, el P. Mº Fr. Alonso Hurtado (que Dios tenga en el cielo), hijo de este Monastº sacó un brebe del Ilmo. Sr. Laurentio Cmproci, Nuncio en los reynos de España, con potestad de delegado a Latere por la Santidad de ntro. muy Sto. P. Urbano octauo de este nombre, sacó este Breve el P. Mº para preservación del voto perpetuo (que tan de justicia le era debido) por haber predicado en los puestos que señala el Breve de la Santidad de Urbano 8, que son Madrid, Toledo, Salamanca y Palaçuelos. Predicó en ellos el padre Maestro Fr. Alonso Hurtado con grandísima aceptación y siempre con grande auditorio y en concurso de los mayores Predicadores de España, señalándose en todos porque la comprensión y inteligencia de la Escritura (a voto de hombres doctos) era grande”.
A estos conceptos del Tumbo, y a las noticias de haber sido abad de Benavides, añade el autor que fue más estimado por los de fuera que por los de casa.
Obras de ~: Sermones funerales sobre el Salmo de Profundis, s. l., s. f.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Tumbo del monasterio de Matallana (ms.), sig. 16.621.
A. Manrique, Anales Cistercienses, t. IV, Lugduni, 1659 (Compendio de la Observantiae Congregationis Castellae, abad 83, n.º 29, abad 86, n.º 23 y abad 85, n.º 5); R. Muñiz, Biblioteca Cisterciense española, Burgos, Joseph de Navas, 1793, págs. 175-176; B. Duarte, “Tumbo del Colegio de San Bernardo de Alcalá”, en Cistercium, 1951, pág. 115; D. Yáñez Neira, “El Monasterio de Matallana y sus abades”, en Archivos Leoneses, 57-58 (1974), págs. 398-399; E. Manning, Dictionnaire des auteurs cisterciennes, Rochefort, La Documentation Cistercienne, 1975, pág. 377.
Damián Yáñez Neira, OCSO