Enríquez de Arana, Beatriz. Santa María de Trasierra (Córdoba), c. 1465 – ¿Córdoba?, c. 1522. Dama, amante de Cristóbal Colón.
Nació alrededor de 1465 en la aldea de Santa María de Trasierra, a pocos kilómetros de Córdoba. Era hija de Pedro de Torquemada y de Ana Núñez de Arana, modestos labradores y dueños de algunas huertas, casas y viñas de Trasierra, y hermana de Pedro de Arana. A la muerte de su padre, se trasladaron a la ciudad de Córdoba, donde llevaron una vida modesta y poco después murió también su madre. Bajo la tutela de su abuela y de su tía recibió una buena educación y una cierta instrucción, ya que sabía leer y escribir, no demasiado frecuente en mujeres de su condición.
Cristóbal Colón conoció a Beatriz Enríquez de Arana en los años 1486-1487 mientras buscaba apoyos ante los reyes para su proyecto descubridor. El 15 de agosto de 1488, fruto de los amores entre ambos, Beatriz dio a luz a Hernando Colón. Su casa de Córdoba se convirtió en lugar de estancia cuando Colón necesitó dejar a sus hijos al cuidado de persona de confianza. A su cuidado en Córdoba quedaron Diego y Hernando cuando el descubridor se hizo a la mar en 1492. Hernando vivía con ella, pero Diego, que había estado esperando a su padre en el Monasterio de La Rábida, fue encomendado al clérigo Martín Sánchez y a Juan Cabezudo con órdenes de que lo llevaran a Córdoba al lado de Beatriz Enríquez.
Tras el descubrimiento de la primera tierra americana, el almirante obtuvo de premio 10.000 maravedís a cuenta de las carnicerías de Córdoba que cedió como pensión a Beatriz. A su regreso del primer viaje, ya en Palos, Colón mandó a un mensajero con una carta, que por desgracia se ha perdido, para el cabildo de la ciudad de Córdoba comunicándoles el descubrimiento. Dicho mensajero fue gratificado por el cabildo con 3.351 maravedís. Es de suponer que también su familia recibiría alguna carta. El almirante, camino de Barcelona en pos de la Corte, pasó por Córdoba.
Cristóbal Colón nunca se casó con la cordobesa. Después de 1492, la barrera social que se produjo entre un noble ascendido a la cumbre de la escala social, como era el almirante, virrey y gobernador y una campesina plebeya explica que no se casaran. Hubo un tiempo en que se intentó explicar esto acusándola de infidelidades, pero ni está demostrado ni fue así si se valoran los propios testimonios colombinos. En un memorial del almirante de 1502, el descubridor encarga a su heredero Diego cuidar de ella como si se tratara de su madre: “a Beatriz hayas encomendado por amor de mi, atento como tenías a tu madre: haya ella de ti diez mil maravedís cada año, allende de los otros que tiene en las carnicerías de Córdoba”. Ese compromiso de 20.000 maravedís que debían proporcionar a Beatriz Enríquez no fue satisfecho con regularidad.
Poco antes de morir Cristóbal Colón, en el codicilo del 19 de mayo de 1506, que recoge lo que ya había manifestado un año antes, se sincera así: “Digo y mando a Diego mi hijo o a quien heredare [...] que haya encomendada a Beatriz Enríquez, madre de don Fernando, mi hijo, que la provea que pueda vivir honestamente, como persona a quien yo soy en tanto cargo. Y esto se haga por mi descargo de la conciencia, porque esto pesa mucho para mi ánima. La razón de ello no es lícito de la escribir aquí”. Toda una declaración de agradecimiento poco correspondida por los Colón.
En el testamento del segundo almirante de las Indias Diego Colón (16 de marzo de 1509) ordena que se cumpla con Beatriz y se la entreguen los 20.000 maravedís cada año. No debieron de ser muy rigurosos en el cumplimiento de esta obligación cuando en el último testamento de Diego (8 de septiembre de 1523) recuerda el encargo que le había hecho su padre encomendándole a Beatriz Enríquez “vecina que fue de Córdoba, por ciertos cargos en que le era”, a la vez que reconocía “que se le ha faltado d pagar algún año d los que vivió”. Mandaba que todo ello “se averigüe [...] y aquello se le pague a sus herederos”.
Del año 1516 se conservan dos escrituras de Beatriz Enríquez. Por una (9 de enero) arrendaba una huerta y unas viñas, y por la otra (27 de febrero) autorizaba a Gonzalo Fernández Camacho cobrar los maravedís que le fueran librados por el almirante de las Indias o por otras personas.
En 1519 vendía dos casas al protonotario y maestrescuela de la catedral Juan Ruiz de Córdoba por un importe de 52.000 maravedís. Del 11 de mayo de 1521 es la última escritura que se conoce de Beatriz Enríquez. Es un poder a favor del genovés Francisco Cuzana, para que cobrase de otro genovés, Juan Francisco de Grimaldo, todos los maravedís que tuviese a bien darle de parte de su hijo Hernando Colón.
Beatriz Enríquez de Arana debió de morir en la ciudad de Córdoba hacia 1522.
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Luis Arranz Márquez