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José López Crespo

Biografía

López Crespo, José. San Pedro de Cornazo (Pontevedra), 30.VIII.1797 – Santander (Cantabria), 21.III.1875. Canónigo teólogo, obispo.

Sobre este eclesiástico hay no pocas dudas sobre sus años preepiscopales. Desde el lugar de nacimiento, el San Pedro de Cornaedo, que viene repitiéndose por diversos autores, y que es lugar inexistente, pese a lo cual, unos lo sitúan en la provincia de La Coruña y otros en la de Pontevedra, así como sobre los cargos desempeñados en su archidiócesis de origen, en cuyo seminario debió de realizar sus estudios eclesiásticos. Las distintas fuentes consultadas, de las que se da referencia, completan un perfil que no se asegura que sea exacto en todos sus términos, pues unos autores señalan unos y otros callan alguno y aportan alguno más.

La envolvente diría que fue doctor en Teología, catedrático de esa disciplina en el seminario, canónigo lectoral, después dignidad de chantre, y rector del seminario compostelano. Era un orador extraordinario, y la reina Isabel II, habiéndole oído, tomó la determinación de hacerle obispo. En los años más difíciles para la Iglesia, cuando el liberalismo se asentaba en España en medio de la sangre de una guerra civil y de gravísimos atropellos a la Iglesia, López Crespo sufrió persecución y destierro por defender los derechos eclesiales.

En lo que ya no hay duda es en que el 20 de septiembre de 1859 fue nombrado obispo de Santander, siendo consagrado en la catedral compostelana el 1 de enero siguiente por el cardenal de Santiago, García Cuesta, que no debió de ser ajeno a la promoción de ese ilustre miembro de su Cabildo.

Los nueve años iniciales de su pontificado transcurrieron con la relativa tranquilidad de la época, apenas alterada en aquellos días por el reconocimiento del reino de Italia, fruto de los despojos de los Estados Pontificios, sobre lo que hizo constar, en unión de sus hermanos de la provincia eclesiástica de Burgos, su protesta. En 1862 acudió a Roma, en testimonio de adhesión al pontificado, con motivo de la canonización de los mártires del Japón y de Miguel de los Santos. Y repitió el viaje en 1867 en el centenario de la muerte de san Pedro Apóstol. También se demostró claro oponente a los últimos coletazos del regalismo hispano con motivo de la Quanta cura y el Syllabus.

La Revolución de 1868, que derrocó a Isabel II, colocó a la Iglesia hispana en una difícil situación en la que López Crespo desempeñó dignamente su papel de obispo de una diócesis menor.

El arzobispo de Burgos y sus sufragáneos, entre ellos López Castro, dejaron fehaciente constancia de su repulsa a los decretos anticatólicos de octubre de 1868, obra del ministro Romero Ortiz.

Asistió al Concilio Vaticano y, desde Roma, en unión de los obispos de España allí presentes, suscribió todas las protestas de los mismos contra el matrimonio civil y demás medidas atentatorias contra la Iglesia.

Los obispos de España reaccionaron de modo distinto al decreto de Ruiz Zorrilla, ministro de Gracia y Justicia con Prim, de 5 de agosto de 1869, por el que se les reclamaba que se diera cuenta al Gobierno de los sacerdotes diocesanos pasados a las filas carlistas, de las medidas tomadas contra ellos, y mandándoles publicar pastorales de apoyo gubernamental. La contestación de López Crespo fue muy digna y la autoridad la remitió al Consejo de Estado para que dictaminara si había en ella motivos de imputación criminal.

La conquista de Roma por Víctor Manuel, en 1870, muestra al santanderino suscribiendo la protesta de los obispos de la provincia eclesiástica burgalesa por tal hecho y suscribiendo una pastoral propia en el mismo sentido.

También aparece protestando, individual o colectivamente, contra las demás medidas anticatólicas del sexenio revolucionario: Sobre la Agencia de preces y el pase regio. De su escasísima devoción por el monarca español, hijo del invasor de los Estados Pontificios, puede dar idea la noticia del verano de 1872, en el que Amadeo y su familia acudieron a Santander para tomar baños, y en el que los obispos de Ávila, Valladolid, Burgos, Palencia y Santander pretextaron estar en visita pastoral para evitar cumplimentar a la Real Familia.

Acogió en su diócesis, encantado, a las nuevas congregaciones que comenzaban a florecer en España, siendo especial su relación con la madre Sacramento, cuyas hijas llegaron a Santander en los primeros años de su pontificado.

Dejó en Santander huella de buen prelado. Y en una diócesis que los tuvo excelentes. Obra importante suya fue establecer cinco parroquias en su capital diocesana, que a su llegada al episcopado sólo contaba con una.

 

Bibl.: Historia contemporánea del clero español correspondiente a los años 1851 y 1852, I, Madrid, 1853, pág. 251; Boletín Eclesiástico del Obispado de Tuy, 10 (1859), págs. 74- 75; 85 (1862), págs. 673-680; 86 (1862), págs. 681-682; 272 (1870), págs. 3-7; 273 (1870), págs. 3-5; 280 (1870), págs. 4-7; 331 (1872), págs. 6-8; 332 (1872), págs. 1-8; Revista Católica (Barcelona), XXXVIII (1859), pág. 89; La Cruz (Madrid), I (1862), pág. 599; I (1871), págs. 326-333; I (1872), págs. 576-577; Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Pamplona, IV (1867), págs. 326-328; V (1868), pág. 491; IX (1872), págs. 369-377; La Fe Católica (Jaén), (1869), págs. 142-144; (1870), págs. 81-87; E. Moreno Cebada, El santo Concilio ecuménico del Vaticano, I, Barcelona, s. f., págs. 141-144, 233 y 271; II, 49-53; J. A. Zugasti (SI), La madre Soledad Torres y Acosta y el Instituto de las Siervas de María, Madrid, Imprenta de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1916, págs. 307-308; C. Fernández, El confesor de Isabel II y sus actividades en Madrid, Madrid, COCULSA, 1964, pág. 314; J. Martín Tejedor, “Concilio Vaticano I”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, t. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 497; Documentos colectivos del Episcopado español: 1870-1974, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), 1974, págs. 61- 66; S. Díez, “Santander, Diócesis de”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), en Diccionario de Historia Eclesiástica de España, t. IV, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1975, pág. 2182; J. M. Cuenca Toribio, “El episcopado español en tiempos de Pío IX. Apunte sociológico”, en Estudios de Historia contemporánea, t. I, Madrid, CSIC, 1976, pág. 283; F. Rodríguez de Coro, El obispado de Vitoria durante el sexenio revolucionario, Vitoria, Caja de Ahorros Municipal de la Ciudad de Vitoria, 1976, págs. 109 y 120; M. Revuelta González (SI), La Compañía de Jesús en la España contemporánea, I (1868-1883), Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 1984, págs. 130 y 304; J. M. Cuenca, Sociología del episcopado español e hispanoamericano (1789-1985), Madrid, Ediciones Pegaso, 1985, págs. 166 y 518-519; V. T. Gómez, El cardenal de Zaragoza Fr. Manuel García y Gil OP, Valencia, Colegio Cardenal Xavierre, 1990, págs. 481 y 777; Santa M. M. del Santísimo Sacramento, Autobiografía, Madrid, BAC, 1992, pág. 541; M. Vázquez (AASC), Historia del Instituto de Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, Madrid, 1995, págs. 477, 535-536, 538 y 551; A. M. Claret, Cartas selectas, Madrid, BAC, 1996, pág. 455; F. Martí Gilabert, Iglesia y Estado en el reinado de Isabel II, Pamplona, Ediciones Eunate, 1996, págs. 250-251; M. I. del Campo Muñoz, Un integrista contra el sistema. Pedro María Lagüera y Menezo (1817-1892), Madrid, Ediciones de Historia, 1997, págs. 565 y 567; C. García Cortés, “José Porto Losada (1793-1860), un ferrolano deán de la catedral de Compostela”, en Estudios Mindonienses (Mondoñedo), 13 (1997), págs. 565 y 567; F. J. Fernández Segura, El obispado de Guadix-Baza durante el sexenio revolucionario y el reinado de Alfonso XII (1868-1885), Granda, CajaSur, 1998, págs. 167-168; J. Andrés-Gallego y A. M. Pazos, La Iglesia en la España contemporánea, I (1800-1936), Madrid, Ediciones Encuentro, 1999, pág. 222; A. Brañas, Obras Completas, II, El Regionalismo, Santiago, Fundación Alfredo Brañas, 1999, pág. 336; F. Martí Gilabert, Amadeo de Saboya y la política religiosa, Pamplona, EUNSA, 1999, pág. 66.

 

Francisco José Fernández de la Cigoña

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