Fernández de Valdespino y Vargas, Alonso. Jerez de la Frontera (Cádiz), p. t. s. xiv – c. 1400. Caballero jerezano y alférez del pendón de la ciudad en la batalla del Salado.
La celebridad de este caballero se sustenta en el hecho de haber sido alférez del pendón de Jerez durante la batalla del Salado en 1341. En dicha batalla los guerreros de Jerez, mandados por Alonso Fernández de Villavicencio, se unieron en combate a los de Lorca capitaneados por Juan Beltrán de Guevara.
En el transcurso de tenaz y sangrienta batalla, ambos capitanes dijeron que aquel día habrían de hacer algo señalado. En esto vieron un pendón muy hermoso con los colores del arco iris que portaban las huestes de Alboacen. “¿Veis, señor, aquel pendón que por la viveza de sus colores parece un rabo de gallo?” —dijo Villavicencio al de Lorca—. “Rompamos por medio de toda esa gente, derribémoslo y tomémoslo.” Y así ocurrió, no pararon hasta conseguir su objetivo. Pero como ambos se disputaban el trofeo para llevarlo a sus respectivas ciudades, sometieron al Rey sus diferencias para que éste dictaminara en justicia. Alfonso XI, en una solución salomónica, concedió el asta a los de Lorca y el pendón a los de Jerez. Dicha ceremonia tuvo lugar en el sitio denominado Peña del Cuervo, frente a la ciudad de Tarifa, donde a Fernández de Valdespino se le confió el pendón, siendo recompensado por su valentía con las armas de la Banda Dorada, con dragantes en campo azul y medio espino, distintivo éste de su apellido.
A la muerte de Alfonso XI, la crisis sucesoria que enfrentó al rey don Pedro con su hermanastro. Enrique de Trastámara dividió a Jerez en dos parcialidades: los Villavicencio a favor del Rey, y los Vargas que enarbolaron su bandera en favor del hermanastro.
Cuando Jerez de la Frontera fue ocupada por los partidarios del bastardo, Valdespino era alguacil mayor de Jerez y colaboraba con los enriquistas, a pesar de haber estado en el bando de los Villavicencio. Entre otras acciones, retuvo en su casa al alguacil mayor del alcázar, Juan Pérez de Rebolledo, hasta su traslado a Sevilla donde fue ejecutado como autor de la muerte de la esposa de Pedro I, Blanca de Castilla.
Alonso Fernández de Valdespino fue nombrado capitán de los hombres de la guardia de Enrique II y se exilió en Córdoba junto con los Vargas tras la batalla de Nájera. En castigo, Pedro I el Cruel envió a Jerez un albalá que ordenaba la prisión de su mujer, Magdalena Martínez Dávila, así como de otros familiares y afectos. La muerte del rey Pedro en el campo de Montiel, trajo como consecuencia el triunfo definitivo de la facción de los Vargas y, con ello, la vuelta a Jerez de sus partidarios. Los Villavicencio regresaron a Jerez de su exilio granadino en 1380, tras el perdón decretado por el nuevo monarca Juan I, y, aunque eran sus oponentes, Alonso Fernández, salió a recibirlos a las afueras de la ciudad. Poco después casó a Catalina, su única hija, viuda de Lope González de Vargas, con Nuño Fernández de Villavicencio, por lo que la sucesión de este personaje lo es por los linajes antes enfrentados: Vargas y Villavicencio.
Testó en 1379 y en 1382 lo hizo su mujer. Fue enterrado junto a su esposa en la iglesia colegial de San Salvador de Jerez.
Fuentes y bibl.: D. I. Parada y Barreto, Hombres Ilustres de la ciudad de Jerez de la Frontera, Jerez, Imprenta El Guadalete, 1875; “El Pendón”, en El Cronista, Jerez, 7 de octubre de 1883; B. Gutiérrez, Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Jerez de la Frontera, Jerez, Tipografía Melchor García, 1886; R. Sánchez Saus, Linajes históricos de Jerez de la Frontera, Sevilla, Guadalquivir, 1996; D. Caro Cancela et al., Historia de Jerez de la Frontera, t. II, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Diputación, 1999; E. Rallón, Historia de la ciudad de Xerez de la Frontera y de los reyes que la dominaron desde su primera fundación, ed. de Ángel y Emilio Marín, Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1999.
Lorenzo Díez Romero-Valdespino y Antonio Mariscal Trujillo
