Fontón, Marcelo. Roma (Italia), c. 1735 – 7.VII.1795. Arquitecto.
Formado en la Academia romana de San Luca y ayudante mayor de Luigi Vanvitelli en Caserta, su venida a España se encuadra en el trasvase de la imagen arquitectónica de Carlos de Borbón desde Nápoles a Madrid. A finales de 1763, ya fracasados definitivamente los intentos de Vanvitelli de pasar a España para servir a Carlos III, y consolidada en cambio la posición de su discípulo Sabatini en Madrid como “primer arquitecto”, éste cerró, muy diplomáticamente, el círculo profesional y familiar. En un memorial sin fecha de ese año Sabatini exponía su necesidad de dos ayudantes educados “en el buen gusto de la arquitectura” de su maestro, y proponía, por tanto, al mayor de los hijos de Vanvitelli, Francisco, y al más avezado de sus ayudantes en Caserta, Marcelo Fontón, quien le había de ayudar a poner en limpio todos los diseños del famoso modelo del proyecto realizado por Juvara para el Palacio Real de Madrid, que el Rey había mandado se grabasen. Fontón llevaba catorce años empleado en Caserta, es decir, desde el principio de la obra, y para venir a Madrid pedía un mínimo de 100 ducados mensuales de sueldo —20.000 reales de España anuales— y algo de tiempo para ver a su padre en Roma y arreglar sus asuntos. Su carta revela que no estaba muy satisfecho de su posición a las órdenes del arquitecto de Carlos de Borbón en Nápoles.
Instalado en Madrid en la primavera de 1764, obtuvo un cuarto en la Casa del Tesoro.
El Rey encargó a Marcelo Fontón la obra de San Pascual de Aranjuez y, al ocuparse en ella con exclusividad, no le quedó más que un asistente efectivo a Sabatini, quien en 1767 propuso al otro hijo de Vanvitelli, Pedro, para sustituir a su lado a Fontón.
A Fontón se deben los bellos dibujos —dos juegos, uno en mayor escala y otro en menor— formados sobre los croquis y la maqueta de Juvara para el proyectado Real Palacio de Madrid, y que habían de servir para grabar las planchas y darlos a la estampa, de modo parecido a como se hizo en Nápoles con la Dichiarazione de Caserta; pero esto no llegó a tener lugar. La brevedad y limitaciones de la carrera en España de este arquitecto —cuya efigie nos ha transmitido un dibujo a pluma por Servidori, Biblioteca Nacional, B. n.º 8.321, que parece también preparatorio para estampa— se explican al menos parcialmente por su mala salud, manifiesta ya poco tiempo después de su llegada, y que en 1776 le alejó de la actividad profesional definitivamente: obtuvo del Rey la gracia de retirarse a Roma con su sueldo en agosto de 1776. El 9 de abril de 1777, ya desde Roma, pidió que se le hiciese efectiva la ayuda de costa de 6.000 reales concedida por Su Majestad y obtuvo que se le asignase con carácter permanente. Como su mal estado de salud continuaba, tuvo que pedir otro año más de permiso que ya se le concedió con carácter indefinido, pues en Roma y en Madrid sabían que no había esperanzas; según carta de Floridablanca a Muzquiz, el 31 de agosto de 1778, “don José Nicolás de Azara informa que vive de milagro, que será difícil se recupere, y que ahora le es absolutamente imposible venir a España”. Sin embargo, aún vivió hasta 1795, según Jordán de Urríes.
Obras de ~: Iglesia y convento de San Pascual, Aranjuez.
Bibl.: F. J. de la Plaza Santiago, Investigaciones sobre el Palacio Real nuevo de Madrid, Valladolid, Universidad, 1975, pág. 335; V. Tovar Martín, “La iglesia y convento de San Pascual de la Villa Real de Aranjuez”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños (1976), págs. 99-117; J. L. Sancho Gaspar, “Notas sobre la herencia de Vanvitelli en la Obra de Palacio”, en Actas del Congreso Internacional sobre Carlos III y la Ilustración, t. I, Madrid, Ministerio de Cultura, 1989, págs. 519‑522; “Los Vanvitelli y España...”, en El Arte del dibujo. Los Vanvitelli, catálogo de exposición, Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1992, págs. 23- 31.
José Luis Sancho Gaspar