Contamina y Fernández Heredia, José de la. Contamina (Zaragoza), c. 1675 – Barcelona, 9.I.1763. Intendente de ejército.
Accedió a la administración militar en plena juventud durante el reinado de Carlos II, ingresando en la Contaduría principal del ejército de Cataluña con la categoría de oficial supernumerario. En 1696 alcanzó el puesto de contador principal de aquélla, con dependencia del Consejo de Guerra, teniendo a su cargo la misión de exigir en lo económico-administrativo la aplicación de las Ordenanzas de Ejército en un ámbito militar entonces reducido en la Península, y concretamente en Cataluña, prácticamente a las milicias provinciales.
Destinado luego a Castilla, sus conocimientos de la administración militar fueron tenidos en cuenta cuando, apenas iniciada la Guerra de Sucesión, fueron nombrados los primeros comisarios de guerra para prevenir el buen orden de la hacienda militar y la disciplina de las tropas. Promovido a este empleo, fue destinado al Ejército de Extremadura que cubría la frontera con Portugal (abril de 1704). Dos años después, en 1706, fue destinado a la Secretaría en Burgos del Consejo de Guerra, paso previo a su ascenso al empleo de comisario ordenador (junio de 1709), que lo llevó a desempeñar las funciones correspondientes en Valencia, destino de singular importancia tras la ocupación de estos territorios por los ejércitos de Felipe V y la supresión de sus fueros al serles aplicados los decretos de Nueva Planta.
Hasta 1716 permaneció en Valencia, siendo ese año destinado a Cádiz, donde conoció a José Patiño, por entonces intendente general de la Marina y superintendente general del reino de Andalucía, de quien iba a ser un eficaz colaborador. Sin duda no es casual el que poco después de que Patiño fuera enviado a Barcelona para preparar la expedición a Cerdeña, Contamina fuese también destinado a la Ciudad Condal, en la que iba a permanecer el resto de su vida.
Siendo Patiño secretario de Estado y del Despacho de Guerra, Hacienda, Marina e Indias, prácticamente el hombre que con el apoyo de Isabel de Farnesio detentaba el poder, Contamina fue nombrado intendente de ejército honorario (marzo de 1732) en virtud de unos méritos que así le eran reconocidos.
Antes ya de este nombramiento, y luego desde este cargo, colaboró muy estrechamente con el intendente titular del Principado, Antonio Sartine, en las amplísimas competencias de éste en materia de justicia, hacienda y policía, pero, sobre todo, en lo relativo al ámbito militar. Destaca su labor en la preparación de la expedición que se formó en el puerto de Barcelona con destino a Italia (1731) con una escuadra de dieciocho navíos de línea, cinco fragatas y ocho avisos al mando del marqués de Mari, así como en la organización de la que al mando de Miguel Reggio marchó con el mismo destino con siete galeras y cuarenta y ocho transportes. Igualmente tuvo una actuación destacada en el reclutamiento de tropas y acopio de material para la expedición de seiscientas velas que se envió a Orán al mando de José Carrillo de Albornoz, conde de Montemar (1732), lo mismo que en la que se aprestó en Barcelona con seis navíos de guerra y veinticinco transportes al mando del conde de Bena de Masserano para apoyar la retirada de Orán de las primeras.
Una nueva etapa de actividad bélica de las tropas españolas en Italia (1741-1748) obligó a Contamina a una intensa actividad en la preparación de las expediciones, muy singularmente en las que al comienzo de este período partieron de Barcelona con destino a Génova y La Spezzia al mando del duque de Montemar.
Como él mismo manifestó en un escrito, era “esta plaza [Barcelona] como el paradero y caja de todas las expediciones”. Fue un largo período en el que en varias ocasiones ocupó de hecho la titularidad de la Intendencia, como consecuencia de ausencias o enfermedades del intendente Sartine, lo que, a la vista de su eficaz labor, le valió en 1746 los honores del Consejo de Guerra.
Fallecido Sartine en 1744, y con anterioridad Patiño y Campillo, sus principales valedores, quedó como intendente interino del Principado, pero no consiguió el empleo de intendente de ejército y titular de Cataluña hasta 1750, ocupando a partir de entonces el cargo hasta su muerte en 1763. Fue de todos los intendentes el que alcanzó el empleo con mayor edad —unos setenta y cinco años—, y el que desempeñó la intendencia de Cataluña durante un período más largo (dieciocho años).
Decidido regalista y defensor de los derechos de la Real Hacienda, de su labor en este ámbito destaca el acuerdo que en 1752 logró con el obispo Manuel de Aguirre en relación con la limitación de los privilegios fiscales del estamento eclesiástico de Barcelona, y que representó una ganancia para el Regio Fisco en concepto de indiviso de 36.719 reales de vellón, más otra de 291.104 en lo referente al vino de la refacción.
Logró también un incremento de las rentas del Real Patrimonio, todo lo cual, según sus propios cálculos, supuso un beneficio anual para la Real Hacienda de 458.403 reales.
Son de interés los informes remitidos por él en 1761 y 1762 a requerimiento del marqués de Esquilache —con quien también mantuvo estrecha relación— sobre distintos asuntos de la administración del Principado, y que demuestran el carácter de agentes principales del gobierno que tenían estos servidores a través de la vía reservada. Redactados con un estilo conciso y directo, Contamina se preocupa en ellos tanto de los inconvenientes pastorales derivados del estado de salud de algunos prelados y de las tensiones entre éstos y los canónigos, como de la falta de capacidad o de buen entendimiento con la población de determinados corregidores militares, y del absentismo de alguno de ellos; igualmente, de que los nombramientos se hagan en individuos idóneos.
Informa también sobre el monopolio que el municipio de Barcelona tenía sobre la confección y venta de pan y carnes impidiendo el libre comercio, lo que en 1767 dio lugar a una disposición aboliendo la privativa municipal del pan y dando paso a un régimen de libertad controlado por la Audiencia.
Soltero, acumuló durante su vida una importante fortuna, estimada a su muerte en más de ciento cincuenta mil ducados, que dejó íntegramente para misas, lámparas votivas, hospitales de Barcelona y Valencia y dotación de doncellas pobres.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Secretaría de Guerra, leg. 2357; Secretaría y Superintendencia de Hacienda, legs. 550, 554 y 555; Tribunal de Cuentas, legs. 1884, 1861 y 1961.
A. y A. García Carraffa, Diccionario Heráldico y Genealógico de Apellidos Españoles y Americanos, Madrid, Imprenta Antonio Marzo, 1952-1963 (col. Enciclopedia heráldica y genealógica hispanoamericana, t. 5), pág. 134; E. Escartín Sánchez, “Los intendentes de Cataluña en el siglo XVIII. Datos biográficos” y “Aspectos de la administración provincial española bajo el marqués de Squilace. La respuesta del intendente Contamina sobre la provincia de Cataluña”, en P. Molas Ribalta et al., Historia social de la Administración española, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1980, págs. 260-262 y 269-287, respect.; F. Abbad y D. Ozanam, Les intendants espagnols du XVIIIe siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1992, pág. 79.
Juan Miguel Teijeiro de la Rosa