Montoliu Salado, Luis. Zaragoza, ¿1903? – Caracas (Venezuela), 13.II.1962. Ferroviario, líder anarcosindicalista y consejero de Transportes del Consejo de Aragón (1937), ministro del Gobierno republicano en el exilio.
Como otros militantes ferroviarios, Luis Montoliu llegó al anarcosindicalismo en las postrimerías de la dictadura de Primo de Rivera. En 1930 era miembro del órgano coordinador del sector; mientras la organización del Sindicato Nacional Ferroviario permitió una sólida implantación en el mismo de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), siguiendo la nueva modalidad organizativa cenetista de las Federaciones Nacionales de Industria. Montoliu pasó a residir en Zaragoza y fue incorporado en 1934-1935 al comité nacional de la CNT, ejerciente en la capital aragonesa con su secretario, Horacio Martínez Prieto. Descrito entonces como un dirigente con un temperamento sencillo, amante del arte y de la lectura, Montoliu durante el congreso de la FNI ferroviaria de marzo de 1936 en Madrid, fue elegido para una comisión de relaciones del ramo ferroviario que integrase Aragón- Rioja-Navarra.
Luis Montoliu —con otro futuro líder cenetista, Enrique Marco Nadal— se encontraba en Valencia al iniciarse la guerra, cuando su Sindicato Nacional Ferroviario fue requerido por el ministro de Obras Públicas, para proceder desde el 1 de agosto de 1936 a la incautación por el Estado de diversas redes de ferrocarriles. Montoliu fue nombrado para integrar, junto a otros tres cenetistas y ugetistas, el Comité de Explotación Ferroviario a nivel nacional, en el que le fue asignado el encargo comercial, y fue también asesor técnico del Ministerio de Obras Públicas.
Pasó, en enero de 1937, a su nuevo destino en Caspe, al aceptar integrarse —a propuesta de la CNT— en la Consejería de Transportes del Consejo de Aragón.
Al estar dividido por la mitad el mapa territorial de Aragón en manos de la República y desarticuladas gran parte de las comunicaciones entre Madrid, Barcelona y Valencia, Montoliu ideó una disposición de nueva planta que exigió la ejecución de un arriesgado y difícil plan de articulación de transportes —ramas de ferrocarril con sistemas de transporte terrestre, en conjunción con puntos de salida marítimos—, del cual fue artífice el imaginativo y tenaz ferroviario cenetista.
Reuniendo pacientemente elementos, posibilidades y personal de transporte disperso, Montoliu dotó a Aragón de una capacidad logística no esperada en el conflicto. El sistema articulado de flotas de camiones y bases de transporte —en parte, preparado por su antecesor en la consejería, el maestro libertario Francisco Ponzán— movilizaron mercancías y material —como el carbón de las minas turolenses, la explotación de piritas del Pirineo para abonos, la producción remolachera, para las fábricas azucareras de Puebla de Híjar (Teruel) y Monzón (Huesca)— y pusieron nuevamente en valor a Aragón y su territorio republicano.
Dicha labor organizativa sólo quedó mermada por las intervenciones militares y asaltos a la retaguardia y a las sedes oficiales del Consejo de Aragón, promovidas bajo órdenes centrales para que el Ejército del Este hiciera firme su disolución. Luis Montoliu permaneció en su puesto de consejero y en la gestión del transporte regional hasta la disolución del Consejo de Aragón y la entrada de las fuerzas militares comunistas de la 11.ª División en Caspe (Zaragoza).
Junto con otros consejeros cenetistas o libertarios, dio cuenta de la gestión e inventarió el patrimonio y los medios oficiales, antes del traspaso a la nueva autoridad del gobernador de Aragón, el filocomunista José Ignacio Mantecón.
Después de trasladarse nuevamente a Valencia, desempeñó de nuevo cargos sindicales y fue miembro del Subcomité Nacional de la CNT en Valencia en los últimos meses de la contienda. Al término de la guerra, con miles de refugiados a la espera de poder salir en barco, Montoliu fue detenido —como miles de compatriotas a los que les resultó imposible la evasión— en Alicante en marzo de 1939. Fue trasladado entonces a Aranjuez (Madrid), para pasar después al penal de Burgos. Fue condenado a muerte el 13 de noviembre de 1940, y aplazada la ejecución —como a veces ocurrió en los tribunales y los procesos franquistas— en un macabro destino de vida provisional de los reos. El 14 de mayo de 1946 se conmutó su sentencia, salió en libertad y se asentó en Madrid. Sin perspectiva de vida ni familia en la capital, Montoliú consiguió llegar a Francia el 17 de marzo de 1947, donde defendiendo tesis colaboracionistas, fue propuesto para incorporarse —en nombre de la CNT— al Ministerio de Información del Gobierno republicano del exilio, presidido por el socialista Rodolfo Llopis Ferrándiz. Mediados de la década de 1950, Montoliu emigró a Venezuela, muriendo en su capital, Caracas, en 1962.
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Alejandro R. Díez Torre