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Tarif b. Malik

Biografía

Ṭarīf b. Mālik: Abū Zur‛a Ṭarīf b. Mālik b. Malluk. ?, s. m. s. VII – Tāmesnā (Marruecos), p. m. s. VIII. Caudillo bereber.

Para casi todos los autores (excepto los que le confunden con Ṭāriq) se trata “del primero que lanzó una correría por al-Andalus”. Coincidencia que es prácticamente unánime. Donde no existe tanta aceptación es sobre su genealogía: Abū Zur‛a Ṭarīf b. Mālik al-Ma‛āfirī para al-Rāzī; con ligeras variantes: b. Malluk o b. ‛Abd Allāh al-Naja‛ī para otros. Caso de que se quiera entroncarle con la tribu árabe de Ma‛āfir o Naja‛, resulta obvio que no puede aceptarse más que en términos de filiación de ‘clientela’, y nunca agnaticia, porque se trata de un bereber/al-Barbarī, min al-Barābira. Berberidad que pone en evidencia un problema: ¿por qué los reivindicadores de los fastos amazig, tipo K. al-ansāb de Ibn ‛Abd al-Ḥalīm no lo recogen y ensalzan? (Cuestión a la que, in fine, se apuntará una posible explicación).

Su nombre: Ṭarīf, gráfica y fonéticamente muy cercano al de Ṭāriq, ha provocado algunas asimilaciones erróneas. Autores [o copistas] hay que leen Ṭāriq en vez de Ṭarīf [Crónica del 754, y otros], mientras Crónica Moro Rasis lleva “Tarife” donde debería poner Taric. Ṭarīf era un mawlà: liberto por manumisión si era un antiguo cautivo/esclavo, o ‘por conversión’ si lo suponemos sometido mediante capitulación e islamizado posteriormente. Su clientela correspondía a Mūsà b. Nuṣayr, excepto para el Mugrib que lo hacía mawlà Banī Umayya. Ṭarīf, Abū Zur‛a [‘Abuzara’ para Crónica 754 y “Tarif nomine, et Abienzarcha cognomine” para Ximenez de Rada], pero al-Jazā’inī recoge una versión discordante “después de [Ṭarīf] pasó [a al-Andalus] Abū Zur‛a, un jeque bereber que no [hay que confundir con] Ṭarīf.” Abū Zur‛a este último que, si no es Ṭarīf, parece ha de referirse al Zur‛a b. Abī Mudrik, enviado por Mūsà a dominar a los Maṣmūda, cuyos rehenes le trajo a Tánger…

El caso es que “400 peones y 100 jinetes [beréberes acuartelados en Tánger] se dieron como jefe a Abū Zur‛a Ṭarīf con el que se hicieron a la mar en 4 naves. Tomaron tierra en una isla, frontera a Algeciras (isla que tomó el nombre de ‘isla de Ṭarīf’/Tarifa por su desembarco), donde permaneció unos días hasta que se reunieron con él sus compañeros. Entonces, corrieron [la tierra de] Algeciras, apresando cautivas, de una belleza tal como nunca vieran Mūsà ni sus compañeros, cuantiosos dineros y enseres. Esto fue durante el mes de ramaḍān 91/julio 710. Cuando las gentes [el Magrib] vieron este [botín] se apresuraron para invadir [Hispania]… Después pasó un jeque bereber, [llamado Abū Zur‛a], con 1.000 h., atacaron a los algecireños, [saquearon y] quemaron, incendiaron una iglesia y tomaron cautivos…”. Estamos ante una progresión: la fama del botín cobrado enciende codicias, despierta envidias y acrecienta el número de los ansiosos de enriquecerse. Se ha iniciado una dinámica: la de la invasión y ocupación. Aunque fuera una pequeña algara ha puesto en movimiento a los Godos y a los musulmanes. “Cuando el monarca [hispano] se enteró de la algara de Ṭarīf, aquello le preocupó… Fue para allá, cuando Ṭāriq ya había entrado, tras reunir un ejército…” Más allá de la importancia intrínseca de la incursión de Ṭarīf sus consecuencias resultan indiscutibles, resultando un poco extraño el mutismo posterior. Silencio que tal vez sea debido a la —cuando menos dudosa— firmeza de su conversión… Ibn ‛Iḏārī e Ibn Jaldūn señalan que “la dinastía Bargawāṭa, desciende de [Abū Ṣāliḥ] Ṭārif b. Šima‛ūn b. Isḥāq. Este era uno de los seguidores de Maysara, [rebelde] que se apoderó del Magrib [cuando el gran levantamiento jāriŷí del 122/740]. Tras la ejecución de [Maysara] y dispersión de sus seguidores, Ṭarīf se instaló en la región del Tāmesnā, donde los beréberes le eligieron como jefe, gobernándoles hasta su muerte. Ṭarīf seguía la religión musulmana y la isla de Tarifa le debe su nombre. Tuvo 4 hijos, uno de los cuales Ṣāliḥ le sucedió [circa 125/745]”. Dado que se proclamó profeta, impuso un nuevo código y dictó su propio Corán, instaurando una nueva religión, es comprensible que los autores musulmanes eviten hablar del fundador de una dinastía hereje. Eso sí, ahora sabemos que Ṭarīf murió en el Tāmesnā, c. 125/745.

 

Bibl.: P. Gayangos (ed.), Crónica del Moro Rasis, Madrid, Real Academia de la Historia, 1852; Ibn al-Aṯīr, Al-Kāmil fī l-tārīj, Leiden, E. Brill, 1871; E. Lafuente Alcántara (ed. y trad.), Ajbār maŷmū‘a, Madrid, M. Rivadeneyra, 1867; al-Maqqarī, Nafḥ al-ṭīb, El Cairo, Ed. M. Hajji, 1949; Ibn ‘Iḏārī, Al-Bayān al-mugrib, Leiden, E. Brill, 1950; R. Ximénez de Rada, Historia Arabum, ed. de J. Lozano Sánchez, Sevilla, Universidad, 1974; al-Nuwayrī, Nihāyat al-‛arab, El Cairo, 1980; al-Ḥimyarī, Rawḍ al-mi‛ṭār, Beirut, al-Mu’assasa al-‛Arabiyya li-l-Dirāsat wa-l-Naṣr, 1980; J. E. López Pereira (ed. y trad.), Crónica del 754, Zaragoza, Anúbar, 1980; L. Molina (ed. y trad.), Ḏikr bilād al-Andalus, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1983; Ibn Jaldūn, Kitāb al-‘Ibar, Beirut, Dār al-Kutub al-‘Ilmiyya, 1988; R. Ximénez de Rada, Opera (De rebus Hispaniae), Zaragoza, Anúbar, 1988; al-Rušāṭī, Iqtibās, ed. de E. Molina, Madrid, CSIC, 1990; L. Molina (ed.), Fatḥ al-Andalus, Madrid, CSIC, 1994.

 

Pedro Chalmeta Gendrón

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