Arborio. Arborius vir illuster. ?, p. t. s. V – 465 post. Generalísimo del Ejército imperial y conde de las Españas.
(Magister utriusque militiae, Comes Hispaniarum.) Nada seguro se sabe del linaje de Arborio, ni de su vida anterior y posterior a haber ocupado ese puesto en la Península Ibérica. Sin embargo, las circunstancias de su nombramiento para el mismo y su mismo nombre pueden ser indicios muy seguros de sus orígenes familiares y procedencia geográfica.
En efecto, el nombre de Arborio es bastante poco común y más del 80 por ciento de los conocidos en el siglo IV pertenecen al mismo linaje: a la familia materna del gran Magno Décimo Ausonio (fallecido cerca de 393). Como éste, se trataba de una familia de la curia bordelesa, que después habría sido promocionada al rango senatorial. Uno de los miembros de la familia ejerció ya como abogado y rétor en Tolosa. Si Arborio, como parece lógico, pertenecía a esta familia su relación de amistad con el rey godo Teodorico II es fácil de explicar. Sería un ejemplo de cómo ya a mediados del siglo V un sector importante de la nobleza galorromana de Aquitania había decidido colaborar activamente con el régimen godo como la mejor manera de preservar su privilegiada posición socioeconómica y de medrar políticamente, incluso desarrollando aparentemente una carrera imperial.
Arborio sustituyó en 461 en ambos cargos a Nepociano, padre del futuro emperador occidental Julio Nepote (474-475) y leal colaborador del emperador Mayoriano (457-461). Según Hidacio la sustitución y nombramiento de Arborio se hizo por orden del rey godo de Tolosa Teoderico II (453-466). Sin duda Teoderico quiso desembarazarse de un colaborador de Mayoriano que, al igual que éste, deseaba impedir el aumento de la presencia y poder godos sobre la Península Ibérica, restableciendo de hecho la autoridad imperial. Lo que implica que el nombramiento de Arborio tuvo que realizarse después de la deposición y ejecución de Mayoriano, a principios de agosto del 461, y que él mismo fuera una persona de la confianza del rey godo. Arborio permaneció en Hispania hasta el 465, cuando fue llamado a la Corte de Tolosa para informar a Teoderico de la situación en Galicia y, en especial, del comportamiento de los suevos, sin duda para aconsejar sobre el establecimiento de una nueva monarquía sueva cliente del soberano godo en la persona de Remismundo (465-469). Con posterioridad no se vuelve a tener testimonio alguno de Arborio.
El cargo de conde de las Españas había sido creado hacia el 416 para comandar el Ejército imperial de maniobra o comitatense enviado a la Península para combatir a los invasores del 409. Aunque un una fecha posterior su titular fuera elevado al rango de “varón ilustre” (vir illuster) y nombrado generalísimo (Magister utriusque militiae), la verdad es que su autonomía y poder habrían decaído, dependiendo cada vez más de la voluntad del soberano godo de Tolosa, cuyas tropas federadas habían ido sustituyendo paulatinamente a los regimientos regulares imperiales.
Bibl.: W. Ensslin, “Arborius”, en Paulys Realencyclopädie der classischen Altertumswissenschaft, 16, 2 (1935), col. 2513; L. A. García Moreno, “Vicentius dux provinciae Tarraconensis y algunos problemas de la organización militar del Bajo Imperio en la Península Ibérica”, en Hispania Antiqua, 7 (1977), pág. 89; E. A. Thompson, “The end of Roman Spain, II”, en Nottingham Mediavcal Studies, 21 (1977), págs. 18- 19; J. R. Martindale (ed.), The Prosopography of the Later Roman Empire, II, Cambridge, Cambridge University Press, 1980, pág. 129; L. A. García Moreno et al., España visigoda, I. Las invasiones. Las sociedades. La Iglesia, intr. de R. Menéndez Pidal, pról. de M. C. Díaz y Díaz, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Menéndez Pidal, t. III, Madrid, Espasa Calpe, 1991, pág. 149; A. Schwarcz, “Senatorische Heerführer im Westgotenreich im 5. Jh.”, en F. Vallet y M. Kazanski (eds.), La noblesse romaine et les chefs barbares du iiie au viie siècles, Condé-sur-Noireau, 1995, pág. 50; M. Kulikowski, Late Roman Spain and Its Cities, Baltimore-Londres, The John Hopkins-University Press, 2004. págs. 198 y 201.
Luis Agustín García Moreno