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Beato Francisco Pérez Godoy

Biografía

Pérez Godoy, Francisco. Torrijos (Toledo), c. 1540 – Océano Atlántico frente a las costas de la isla de La Palma (Santa Cruz de Tenerife), 15.VII.1570. Misionero jesuita (SI), beato y mártir.

Sus padres se llamaban Juan Pérez Godoy y Catalina del Campo. Había iniciado ya sus estudios —de hecho era bachiller en Cánones por Salamanca— cuando consideró su entrada en la Compañía de Jesús.

El hombre fundamental para el nacimiento de esta vocación fue el padre Martín Gutiérrez, un gran predicador entre los universitarios. Su consideración como jesuita suponía un cambio en su aspecto externo, pues hubo de cortarse su melena y los largos bigotes. Ya no habría de ser un hombre preocupado por su aspecto físico. En estos gestos ejemplarizantes se insistía mucho en los noviciados de las Órdenes religiosas. Entró, pues, en esa misma ciudad de Salamanca en abril de 1569.

Por entonces, el noviciado jesuítico de Castilla se encontraba en la localidad vallisoletana de Medina del Campo, siendo el maestro de novicios el muy prestigiado Baltasar Álvarez. Fue éste el que descubrió —de manera casual— que Pérez Godoy era tuerto del ojo izquierdo, defecto que se convertía en un impedimento para el sacerdocio. Este cambio condujo a Baltasar Álvarez a aconsejarle que se ofreciese a Ignacio de Azevedo, provincial del Brasil por disposición de Francisco de Borja, para integrarse en la expedición que este superior estaba preparando para dirigirse hacia aquellas tierras de misión.

Por las provincias españolas de la Compañía, Azevedo reunió a setenta y tres jesuitas, nacidos en España y Portugal. Los que habrían de integrarse en esta expedición se tenían que reunir en el noviciado portugués de Val do Rosal —frente a Lisboa— el 3 de mayo de 1570. Pérez Godoy esperó en aquella casa durante algunos meses. Todos aquellos jesuitas se disponían a viajar en tres barcos diferentes, acompañados de familias y trabajadores, los cuales tendrían que facilitar la construcción de ciudades —propias de una misión civilizadora—, donde no podía olvidarse la edificación de iglesias. Esta expedición ambiciosa en objetivos partió desde el puerto de Lisboa, un 5 de junio de 1570, integrada dentro de la escuadra de Luis de Vasconçelos y Meneses, el cual había sido nombrado gobernador del Brasil. Pérez Godoy demostró sus habilidades musicales en la noche de calma de la navegación, especialmente con el arpa y con su voz de contrabajo, con la cual sostenía las canciones de sus compañeros.

Cuando alcanzaron el puerto de Funchal, en Madeira, la nave donde viajaba el mencionado Ignacio de Azevedo con treinta y nueve jesuitas más —entre ellos Francisco Pérez de Godoy— se separó de la flota con la pretensión de alcanzar las Canarias y desarrollar una serie de gestiones comerciales. Los navíos del corsario hugonote Jacques Sourie habían sido rechazados por la artillería del castillo de San Lorenzo de la isla portuguesa de Madeira y por los cañones de las naves de Luis de Vasconçelos, cuya flota se encontraba anclada en la bahía. El navío Santiago, en el cual viajaban los jesuitas, ya solitario, fue acosado por este corsario. Se refugiaron, inicialmente, en el puerto de Tazacorte, en la isla de La Palma. Cuando zarpó de nuevo, rumbo a Santa Cruz de La Palma el 14 de julio y se aproximó a la Punta de Fuencaliente, fueron interceptados por el corsario Jacques Sourie, mientras amanecía el 15 de julio.

Los corsarios —que eran calvinistas— perdonaron la vida a la tripulación pero no a los misioneros jesuitas.

Fueron lanzados por la borda, algunos de ellos moribundos a causa de las heridas propinadas, hasta que comprobaron cómo se hundían los cuerpos en el mar.

Así ocurrió con Francisco Pérez Godoy. De los cuarenta mártires, treinta y uno eran portugueses y nueve habían nacido en España. Un grupo que habría de ser conocido como los mártires del Brasil o “de Tazacorte”.

El relato de lo ocurrido fue narrado por los miembros de la tripulación que habían sobrevivido al asalto. Cuando éstos hubieron regresado a Funchal, en Madeira, se lo comunicaron al jesuita Pedro Díaz, siendo recogido en la “Relación del martirio de Ignacio de Azevedo y sus compañeros”. Baltasar Álvarez, su antiguo maestro de novicios, declaraba que la pariente de Pérez Godoy, la fundadora carmelita descalza Teresa de Jesús, afirmó que los había contemplado a todos en la gloria y triunfantes. El provincial de los jesuitas, Gil González Dávila, confirmaba esto mismo. En la Compañía de Jesús existió una conciencia temprana de martirio hacia todos ellos y como tales habrían de ser recordados. Eso sí, Alonso de Andrade comprobó en los trabajos misioneros cómo la memoria de lo sucedido había ido desapareciendo en la conciencia de la población canaria. La primera representación iconográfica de este grupo se realizó en el mismo siglo xvii, siendo ubicada en la parroquia de El Salvador de la capital palmera, según ha subrayado Escribano Garrido. El paradero de esta obra no se conoce hoy, aunque a partir de este modelo se realizaron otras tres versiones, ejecutadas posteriormente.

La supresión de la Compañía de Jesús había frenado el proceso de santificación, después de que el papa Benedicto XIV hubiese reconocido la condición de mártires de estos cuarenta jesuitas por una bula promulgada en septiembre de 1742. Fueron beatificados por Pío IX, en mayo de 1854.

 

Bibl.: M. Aragonés, “Cartas sobre o martirio (Ilha da‘Madeira de 19 Ag. 1570)”, en J. Fotio, Informatio pro S.D. Ignatii Azebedo, S. J., Roma, 1664; P. Possino, De vita et morte P. Ignatii Azevedii et sociorum eius e Societate Iesu libri quatuor, Romae, ex Typographia Varesij, 1679; A. Cabral, Relación del martirio de los cuarenta martyres de la Compañía de Jesús: vida del venerable martyr P. Ignacio Acevedo, su superior martyrizados por los hereges Calvinistas, en odio de la Santa Fe Católica que dio a luz [...], en idioma italiano y nuevamente traducida de la misma Compañía, Madrid, imprenta y librería de Manuel Fernández, 1744; G. Beauvais, Les quarante martyrs ou vie du bienheureux Ignace de Azevedo, S. J. Histoire de son martyre et de celui de trente-neuf autres, Bruselas, 1854; G. C. Cordara, Historia Della vita e della gloriosa morte del Beato Ignacio de Azevedo e di altri 39 beati martiri della Compagnia di Gesù, Roma, B. Morini, 1854; A. Rumeu de Armas, “La expedición misionera al Brasil martirizada en aguas de Canarias (1570)”, en Missionalia Hispanica, 4 (1947), págs. 329-381; A. Franco, Uma glória nacional. Vida e martirio de beato Inácio de Azevedo e seus 39 companheiros da Companhia de Jesús, ed. A. Santiago, Braga, 1961; A. Cardoso, “IV Centenário dos mártires do Brasil”, en Verbum, 27 (1970), págs. 201-236; E. Jorge, “Santa Teresa de Jesús y el Beato Ignacio de Acevedo. Martirio y profecía”, en Manresa, 43 (1971), págs. 79-90; F. J. Ruiz, “Pérez Godoy, Francisco”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de la Historia Eclesiástica de España, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1973, pág. 1967; D. M. dos Santos, “Beatos Inácio de Azevedo e 39 companheiros mártires”, en Didaskalia, 8 (1978), págs. 344 y 363; J. Escribano Garrido, Los jesuitas y Canarias, 1566-1767, Granada, Facultad de Teología, 1987; J. Escalera, “Pérez Godoy, Francisco”, en Ch. O’Neill y J. Domínguez, Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, vol. III, Roma-Madrid, Institutum Historicum Societatis Iesu, Universidad Pontificia de Comillas, 2001, pág. 3095; J. G. Rodríguez Escudero, “Los Mártires de Tazacorte”, en Revista Digital BienMeSabe.org, 165 (2007).

 

Javier Burrieza Sánchez

 

 

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