Bosch y Juliá, Miguel. Martorell (Barcelona), 13.IV.1818 – Madrid, 1.III.1879. Forestal y profesor.
Estudió Medicina en Barcelona. Catedrático de Agricultura de la Junta de Comercio de Cataluña por Real Orden de 25 de marzo de 1846. Comisario de Montes en Tarragona por Real Orden de 29 de marzo del mismo año. Catedrático por oposición en la Escuela Especial de Ingenieros de Montes de Villaviciosa de Odón, con fecha 5 de diciembre de 1849, donde explicó Historia Natural hasta el 22 de marzo de 1854. La enseñanza de la primera promoción de Ingenieros de Montes (1852) había sido impartida por tan sólo cuatro profesores: Agustín Pascual, Miguel Bosch, Indalecio Mateo y Pedro Bravo. Profesores que fueron designados Ingenieros de Montes por Real Orden de 15 de diciembre de 1851 (denominada en el Ministerio “Consagración de los Obispos”) para que en 1852 pudieran tener potestad para nombrar a los nuevos ingenieros. Los títulos les fueron expedidos el 22 de octubre de 1852.
Desde 1854 a 1871 perteneció a la Junta Consultiva de Montes. Desempeñó los cargos de vicedirector y, posteriormente, director en la Escuela de San Lorenzo de El Escorial, sustituyendo a Máximo Laguna con fecha 30 de julio de 1872. Falleció en Madrid siete años más tarde.
Fue colaborador de la Revista Forestal. Era uno de los pocos ingenieros que estaba de acuerdo con las leyes dictadas por el Gobierno sobre la desamortización forestal. Para él las leyes estaban bien hechas, pero no eran adecuadamente aplicadas. Fue el primer catedrático de Botánica de la Escuela de Ingenieros de Montes.
La enseñanza de esta asignatura se impartió sucesivamente, durante el siglo xix, por los forestales Máximo Laguna y Villanueva, Manuel Compañó y Rosset, Pedro de Ávila y Zumarán y José Secall e Inda.
En Rápida ojeada sobre el estado de los montes de Canarias, Puerto Rico, Cuba y Filipinas (1868) manifiesta la falta de conocimiento que en materia de montes existía en España, donde su destrucción había originado sequías prolongadas en muchas comarcas, como en Castilla, Extremadura y León.
La Ley de Montes estaba basada en los principios de la ciencia moderna y en la existencia de unos Reglamentos.
Recuerda los estudios mandados hacer al Cuerpo de Montes sobre la repoblación de las cuencas del Júcar, el Lozoya y el Guadalix y la de la Sierra de Guadarrama como una preocupación del Gobierno de su época. Así como el interés por la formación de la Flora dendrológica, los trabajos relativos a la Carta forestal, el envío de ingenieros de Montes al extranjero para que estudiasen los resultados de la aplicación de los últimos descubrimientos de la Ciencia de Montes, la organización de una Guardia rural y forestal, y la redacción de unas Órdenes para el régimen de los montes de Puerto Rico, Cuba y Filipinas.
Los montes de Cuba y Puerto Rico estaban despoblados de árboles y los terrenos sufrían la erosión de las aguas en las épocas de lluvias por la tendencia de los particulares a cultivar fuera de los límites naturales, por las talas exageradas y por el mal deslinde de los montes públicos. Todo esto era la causa del mal estado forestal en que se encontraban las islas citadas.
Los trabajos más distinguidos de Bosch y Juliá fueron sobre temas forestales y naturalistas.
Obras de ~: Manual de Botánica aplicada a la Agricultura y a la Industria, Madrid, Imprenta Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1858; Manual de Mineralogía aplicada a la Agricultura y a la Industria, Madrid, Imprenta Colegio de Sordo-Mudos y de Ciegos, 1858; “Rápida ojeada sobre el estado de los montes de Canarias, Puerto Rico, Cuba y Filipinas”, en Revista Forestal, vol. I (1868), págs. 169-188, 329-341, 396-413 y 465-479; “Parte forestal de la última Exposición de París”, en Revista Forestal, vol. II (1869), págs. 340-346, 404-416, 460- 473, 524-534, 590-607, 651-673 y 718-744.
Bibl.: J. L. González, “Forestales Ilustres: Miguel Bosch y Juliá”, en Montes, n.º 79 (2005).
José Luis González Escrig
