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Agustín Pascual y González

Biografía

Pascual González, Agustín. Madrid, 20.III.1818 – 23.X.1884. Introductor de la dasonomía en España, fundador de la Escuela de Ingenieros de Montes y renovador de la Administración Forestal.

Su padre (1786-1822), de igual nombre y oriundo de Zamora, fue profesor de Fisiología de la Real Escuela Veterinaria y miembro de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, corporación a la que Pascual estuvo unido a lo largo de su vida y de la que recibió su sensibilidad frente al estado regresivo de los bosques ibéricos.

A los cuatro años quedó huérfano. La ausencia paterna fue suplida por los que reconoció como sus maestros.

El matemático José Mariano Vallejo (1779-1846), a su regreso del exilio, le ayudó a conseguir —en 1833 y con apenas quince años— una plaza de profesor en el Colegio de Sordomudos, una de las fundaciones de la Matritense.

La que fue su vocación y su destino le vino de Antonio Sandalio de Arias (1794-1839), catedrático del Real Museo de Ciencias Naturales y del Jardín Botánico y precursor de la obra de Pascual. Arias fue un miembro muy activo de la Matritense y compañero de su padre en la edición de la Agricultura de Herrera que la sociedad publicó en 1818; y en la que se encargó de añadir los conocimientos de la época relativos a los árboles y a su cultivo. Con el retorno del liberalismo, Arias fue nombrado inspector general de Montes en 1834. El cargo, recién creado, lo ejerció sólo durante un breve período. Pero a su interés se debe la redacción del Reglamento para una Escuela especial de Ingenieros de bosques, imitación de la francesa establecida en Nancy, y una Instrucción teórico-práctica para la conservación, repoblación, fomento, multiplicación y aprovechamiento de los montes. En 1836 fue elegido director de la Matritense, cargo en el que permaneció hasta 1838.

En 1841 Pascual se inscribió en la Sociedad Económica Matritense, donde prosiguió la obra de Arias y participó en el informe Establecimiento de una Escuela de Arbolado y Agricultura. Martín de los Heros, otro miembro de la Matritense, que como ministro de Fomento y diputado a Cortes había apoyado a Arias en los intentos de apertura de la Escuela de Bosques, fue nombrado intendente de la Casa Real; y para dirigir la ordenación de los montes del Real Patrimonio, Heros intentó traer a uno de los hijos de Cotta, el ingeniero creador de la dasonomía y fundador de la Academia de Tharandt (Sajonia) en 1786. Como la inestabilidad política en España no lo permitía, envió a Esteban Boutelou, hijo de una conocida familia de jardineros y botánicos ligada a los Borbones, y a Pascual. En 1842, ambos acudieron a la Escuela de Bosques y Economía Rural del Reino de Sajonia. Tras cursar sus enseñanzas, regresaron en octubre de 1845.

Pascual fue nombrado inspector de los Reales Bosques, a cuyo reconocimiento dedicó los años siguientes.

En 1847 se publicó su primer documento facultativo, el Reglamento orgánico para el buen gobierno y aprovechamiento de los Bosques Reales, donde recoge los principios científicos de la dasonomía. En sus 45 artículos regula y establece las bases generales para la división de los montes, confección de planos y documentos, y planes de aprovechamiento y conservación. En el mismo año redactó unas instrucciones para las cortas en los montes de pino negral de Cuelgamuros y las relativas a los pinares de Valsaín. Un año después se aprobó la Ordenanza de los Bosques Reales, en que desarrolló con mayor detalle el reglamento anterior.

La fundación de la Escuela de Montes se hizo posible al conocer a Bernardo de la Torre (1792-1875), militar retirado, jurista reconocido e influyente senador, a quien se debe que tomara realidad administrativa el difícil proyecto de Pascual, quien se ocupó del contenido doctrinal de los estudios y de la enseñanza de la Ciencia de Montes. En sus clases explicó el tratado de cortas, cultivos y aprovechamientos, la patología vegetal, el derecho “forestal” y unas nociones de construcción “forestal”. Con Pascual, el fomento del arbolado alcanzó entidad científica y técnica, dejó de ser un complemento de lo agropecuario, para adquirir personalidad propia por sus métodos y los largos plazos implicados. Con la Escuela de Ingenieros de Montes de Villaviciosa de Odón (Madrid) finalizó la trama iniciada por los ilustrados en el siglo anterior, que llevó a la práctica el lema de la Matritense: “Socorre enseñando”. Su establecimiento en 1848 logró instrumentar las preocupaciones técnicas, administrativas y legislativas requeridas para la conservación y gestión de los montes españoles.

Una orden de 1854 diferenció a los nuevos profesionales de los comisarios de montes —entonces en activo y nombrados por los gobernadores— “no son agentes de las elecciones, sino conservadores de los montes”. La Ley Madoz de 1855, al ordenar la venta de los bienes de propios, los de beneficencia e instrucción pública y “cualquiera otros pertenecientes a manos muertas”, daba cometido a los facultativos recién graduados. La carencia de datos sobre la realidad forestal del país hizo necesaria una clasificación previa que diferenciara los montes, exceptuados los puestos a la venta, trabajo que se les encomendó en 1859 y fue la primera estadística de los montes públicos, que permitió conocer —entre otros aspectos— las especies que los poblaban. Al defender Pascual que la riqueza forestal ganaba más si era administrada por el Estado, se inició una larga pugna desde el Ministerio de Fomento frente al de Hacienda, que era partidario de incrementar las ventas al máximo. El proceso desamortizador afectó a los montes de mayor valor agronómico, como encinares o alcornocales. Al iniciarse esta etapa, Pascual dejó la Escuela para redactar las leyes, reglamentos e instrucciones que fueron la base de los distritos forestales, a los que en 1859 se encomendó la gestión de los montes públicos.

Persona de extrema sencillez, de voluntad complaciente y débil de carácter, Pascual evitaba firmar sus trabajos o, incluso, se los asignaba a otros, como señaló Braulio Antón. Su posición como uno de los fundadores de la Escuela y del Cuerpo lo elevó al primer lugar del escalafón y a altos cargos de la Administración del Reino: vocal de la Junta de Agricultura, de Estadística, de Aranceles y Valoraciones, inspector general del Cuerpo de Ingenieros de Montes y presidente de su Junta Consultiva.

A la Comisión de Estadística dedicó sus mayores esfuerzos, llegando a ser su director. Representó a España en los congresos internacionales de Berlín (1863) y de San Petersburgo (1872). Defendió que los hechos más importantes de la geografía vegetal debían ser considerados bajo el punto de vista estadístico. A Pascual se debe que la Ley de 1859, relativa a la medición del territorio peninsular, exigiera informes sobre la distribución de la riqueza forestal. En 1868, su idea tomó nuevos aires al crear la Comisión del Mapa Forestal en el Ministerio de Fomento, ya con el objetivo de convertirse en un inventario preciso de esta riqueza.

En sus escritos aparece un estilo de pensamiento geobotánico, que tuvo su inspirador en Willkomm, autor al que tradujo y cuyos textos insertó en el Diccionario de Agricultura cuando participó en su redacción.

Sus inquietudes lingüísticas las mostró en su acertada elección de las voces profesionales, también en las diferentes entregas que dedicó al estudio del vocablo “forestal”. Esta palabra la introdujo en 1847 para aludir al monte donde se ejerce una actividad racional, que logra su grado más elevado si se aplican los principios dasonómicos. Por sus conocimientos de filología y agricultura participó en la 12.ª edición del Diccionario de la Real Academia Española, de la que formó parte en 1876. Fue un hombre riguroso y de vasta cultura, perseverante y laborioso en el trabajo, por lo que alcanzó gran relieve intelectual y social.

En 1859 fue elegido director de la Matritense, a la que rigió durante casi veinte años en dos períodos, hasta diciembre de 1882. En 1876, cuando la Constitución canovista incorporó al Senado a las corporaciones del Estado, Pascual fue nombrado en dos ocasiones.

En 1877 defendió el Proyecto de Ley sobre repoblación, fomento y mejora de los montes públicos; que dotada de un modesto presupuesto permitió fijar el punto de inflexión de la regresión forestal.

Las cualidades personales por las que destacó fueron reseñadas con parca brevedad en el periódico que recoge la noticia de su muerte: “Ayer falleció el docto académico cuyo nombre encabeza estas líneas. Dedicado por entero a las ciencias, D. Agustín Pascual de noble y desinteresado corazón ha muerto pobre”.

 

Obras de ~: Establecimiento de una Escuela de Arbolado y Agricultura, Madrid, 1842 (inéd.) (en Archivo Sociedad Económica Matritense, ASEM); Informe sobre la carrera de Agrimensores, Madrid, 1845 (inéd.) (en ASEM); “Reglamento Orgánico de los Bosques Reales”, en Suplemento a la Gaceta de Madrid, 10 de marzo de 1847; Instrucción para las cortas y entresacos de los Reales Pinares de Cuelgamuros pertenecientes al Patrimonio Real de San Lorenzo; Madrid, 1847 (inéd.) (en Archivo del Palacio Real); Instrucción práctica para las cortas y entresacos de los montes de pino albar, arreglada a las observaciones hechas en la Sierra de Guadarrama, Madrid, 1847; Ordenanzas de los Bosques Reales, Madrid, 1848; Elogio del Ilmo Sr. D. José Mariano Vallejo, Madrid, 1849; Estudios Forestales, Madrid, 1852; con A. Alfaro, A. Burgos, A. Esteban Collantes, F. González Hernández, J. Hidalgo Tablada, A. Mayoli, J. de Pablo Blanco y J. Pérez Blanco, Diccionario de Agricultura práctica y Economía rural, Madrid, 1852-1855, 7 ts.; con M. Bosch y Juliá, Informe de la Junta facultativa del Cuerpo de Ingenieros de Montes, sobre las aplicaciones de la ley de desamortización, Madrid, 1855; Reseña Agrícola de España, Madrid, 1859; Bosquejo de Bibliografía Agrícola, Madrid, 1859; Memoria de los productos de la agricultura española reunidos en la Exposición general de 1857, Madrid, 1859-1861; Introducción al Censo de la ganadería de España, Madrid, 1868; “Sobre el vocablo Forestal”, en Revista Forestal, Económica y Agrícola, I (1868), págs. 17-38, 65-80, 306-346, 538-546, 631-639 y 709-716; “Sistemas forestales”, en Revista Forestal, Económica y Agrícola, III (1870), págs. 49-59, 97-110, 145-162, 193-207, 242-255, 289-306, 337-358, 385-396, 433-452 y 529-539; Rapport sur l’état, l’organisation et le progrès de la statistique en Espagne, Madrid, 1872; Influencia del germanismo en nuestro idioma y algunas observaciones y comparaciones entre el germano y el castellano, discurso de ingreso en la Real Academia Española el día 30 de abril de 1876; “Necrología: Miguel Bosch y Juliá”, en Revista de Montes, III (1879), págs. 441-467.

 

Bibl.: B. Antón Ramírez, Diccionario de Bibliografía Agronómica, Madrid, M. Rivadeneyra, 1865; L. Olazábal, “Agustín Pascual”, en Revista de Montes, IX (1885), págs. 33-50; E. Bauer Manderscheid, Los montes de España en la Historia, Madrid, Ministerio de Agricultura, 1980; J. Gómez Mendoza, Ciencia y política de los montes españoles, Madrid, ICONA, 1992; V. Casals Costa, Los ingenieros de montes en la España contemporánea 1848-1936, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1996; J. L. Sebastián López, “Un madrileño ejemplar en el olvido: D. Agustín Pascual González”, en Torre de los Lujanes, 31 (1996), págs. 179-192.

 

Luis Gil Sánchez

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