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Apringio de Beja

Biografía

Apringio de Beja. ¿Beja? (Portugal), f. s. v – ?, s. m. s. vi. Obispo, teólogo y escritor.

No se conoce ni el lugar ni la fecha de nacimiento de Apringio. Según dice Isidoro de Sevilla en el capítulo 17 de su tratado De uiris illustribus, estaba en su apogeo en el reinado de Teudis (531-548). Se ha de suponer, por tanto, que nació en las últimas décadas del siglo v o a comienzos del siglo vi. Su ascendencia no es conocida, pero es probable que fuera hispano- romano. Isidoro también dice que Apringio fue obispo de la iglesia “pacense”, esto es, de la diócesis cuya sede era, desde el siglo v, la ciudad de Pax Iulia, actual Beja, en Portugal, perteneciente a la provincia de Lusitania. Respecto a la fecha de su muerte no hay acuerdo entre los estudiosos. Aunque generalmente se ha afirmado que murió antes de que acabase el reinado de Teudis, razones que tienen que ver con su obra (utilizó en la misma un comentario al Apocalipsis de Primasio de Adrumeto [muerto en 552]) invitan hoy a pensar que aún vivía durante el reinado de Ágila I (549-555) y que quizá murió durante el de Atanagildo (555-567).

Se sabe por Isidoro que Apringio escribió varios tratados de tema religioso, pero sólo ha llegado hasta nosotros un comentario al Apocalipsis (Tractatus in Apocalypsin), comenzado probablemente en torno al año 546, que gozó de mucha fama en la Hispania de su época y de los siglos posteriores (así lo acreditan Isidoro de Sevilla, Braulio de Zaragoza y, sobre todo, Beato de Liébana, quien lo usó como fuente). Se trata de una obra de exégesis alegórica, breve y sobria, basada en una gran cantidad de autores, entre los que destacan el ya citado Primasio de Adrumeto, Ireneo de Lyon, Hipólito de Roma, Tertuliano, Prudencio, Epifanio de Salamina y Jerónimo. Gracias a su tono y contenido se puede hacer una idea del ambiente en el que transcurrió el período más importante de la vida de Apringio: era obispo de una comunidad urbana, en un ambiente próximo al arrianismo y habituado a los debates teológicos entre judíos, paganos y cristianos.

Su texto muestra un gran celo pastoral por la ortodoxia cristiana frente a paganos, herejes y judíos, defiende sin reservas la divinidad del Verbo y rehúye el comentario de los pasajes que pudieran dar lugar a equívocos milenaristas o apoyar doctrinas apocalípticas de tintes judaizantes. Llama la atención su tono poco exaltado y en general conciliador respecto a las más temibles amenazas religiosas de su época y ambiente.

Quizá ello sea muestra, precisamente, de la tolerancia religiosa de la que hizo gala Teudis, quien siempre mostró respeto por la jerarquía católica y posibilitó con ello la convivencia relativamente pacífica entre los distintos grupos de fieles de su reino.

Las copias del comentario al Apocalipsis de Apringio eran ya escasas en época visigoda (Braulio de Zaragoza se queja de ello en una de sus cartas, dirigida al abad Emiliano). En la actualidad sólo se conservan tres: un códice del siglo xii, originario de Barcelona, hoy en Copenhage (Det Arnamagnæanske Institut, Arnamagnæanske Legat 1927 AM); y dos de época moderna: uno del siglo xvi, conservado en la Biblioteca Nacional de España (Madrid, BNE 895 [olim F.69]), copia del barcelonés; y otro conservado en la Bibliothèque Nationale de France (Paris, BnF, n.a.l. 1299), originario de Silos, escrito en el siglo xviii. Los dos modelos textuales de estos tres manuscritos coinciden en presentar sólo unos fragmentos verdaderamente originales (cinco capítulos al principio y cinco al final): la mayor parte de la obra transmitida en ellos bajo el nombre de Apringio es en realidad un comentario al Apocalipsis de Victorino de Pettau (muerto en ¿304?) revisado por Jerónimo (muerto en 419). Pues bien, la escasez de copias, unida a las especiales características compartidas por los tres textos, se encuentra en el origen de la discusión que ha generado la mayor parte de la literatura dedicada específicamente a Apringio: ¿Se está ante la obra completa original de Apringio o sólo se conservan diez capítulos apringianos, habiendo sido sustituido el resto en el manuscrito del siglo xii por la obra de Victorino de Pettau? A principios del siglo xx se abogaba por un accidente en la transmisión manuscrita temprana, que habría sido subsanado por un copista con el texto de Victorino-Jerónimo (véase Férotin), teoría que hoy prevalece (véase Del Álamo, Gryson). Sin embargo, durante décadas se sostuvo —y aún hoy hay quien sostiene— que Apringio mismo habría compuesto el texto que se conserva (véase Vega, Campos). En cualquier caso, la obra, tal y como se conoce, existía ya en el siglo viii: Beato de Liébana manejó, al parecer, un texto similar.

De las otras obras apringianas a las que alude Isidoro de Sevilla nada se sabe con seguridad. Tritemio (siglos xv-xvi) le atribuye en su De scriptoribus ecclesiasticis un Commentarium in Cantica Canticorum.

 

Obras de ~: M. Férotin (ed.), Apringius de Beja. Son commentaire de l’Apocalypse écrit sous Theudis, Roi des Wisigoths (531-548), Paris, A. Picard, 1900, respecto del cual véase c. Weyman, “Textkritische Bemerkungen zum Apokalypsekommentar des Apringius”, en Biblische Zeitschrift 1 (1903), págs. 175-181; A. C. Vega (ed.), Apringii Pacensis Episcopi Tractatus in Apocalypsin, El Escorial, Typis Augustinianis Monasterii Escurialensis, 1940; A. del Campo Hernández (ed.

y trad.), Comentario al Apocalipsis de Apringio de Beja. Introducción, texto latino y traducción, Estella, Verbo Divino, 1991, págs. 63-213; R. Gryson (ed.), “Apringi Pacensis Episcopi Tractatus in Apocalypsin Fragmenta quae supersunt”, Variorum Auctorum commentaria minora in Apocalypsin Iohannis, Turnhout, Brepols, 2003 (CC SL, 107), págs. 31-97.

 

Bibl.: F. Fita, “Patrologia latina. Apringio, obispo de Beja”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, 41 (1902), págs. 358-402; M. del Álamo, “Los comentarios de Beato al Apocalipsis y Elipando”, en Miscellanea Giovanni Mercati, Città del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, 1946 (reimp. 1973), vol. 2, págs. 16-33 (espec., pág. 24); C. Codoñer Merino, El “De uiris illustribus” de Isidoro de Sevilla. Estudio y edición crítica, Salamanca, Universidad, 1964, pág. 143; A. de J. da Costa y A. A. Nascimento, “Apringio de Beja”, en Diccionário de História da Igreja em Portugal, vol. 1, Lisboa, Editorial Resistência, 1980, págs. 462-464; M. C. Díaz y Díaz, “La obra literaria de los obispos visigóticos toledanos: supuestos y circunstancias”, en Concilio III de Toledo: XIV Centenario, 589-1989, Toledo, Arzobispado de Toledo, 1991, págs. 45-63 (espec., pág. 61); M. Dulaey, Victorin de Poetovio, Premier exégète latin, Paris, Institut d’Études Augustiniennes, 1993 (Études Augustiniennes, Série Antiquité, 139), vol. 1, págs. 360- 362; A. Barcala, “El fantasma del Priscilianismo, Apringio de Beja y el Apocalipsis, en Hispania Sacra, 49 (1997), págs. 327-348; U. Domínguez del Val, Historia de la antigua literatura latina hispano-cristiana, vol. II, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1997, págs. 324-330; J. Van Banning, “Bemerkungen zur Apringius von Beja-Forschung”, Zeitschrift für Antikes Christentum, 3 (1999), págs. 113-119; R. González Salinero, “Apringio de Beja y los inimici ecclesiae: preocupación exegética y realidad social”, en Euphrosyne, 27 (1999), págs. 407-415; I. Pereira Lamela, “Os primeiros passos do Cristianismo no território português”, en Itinerarium, 46 (2000), págs. 51-70; M. C. Díaz y Díaz, “Escritores de la Península Ibérica”, en Patrología IV. Del Concilio de Calcedonia (451) a Beda. Los Padres Latinos, A. di Berardino (ed.), Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2000 (it. Génova, 1996), págs. 71-145: págs. 83-84; Asturias en el s. viii. La cultura literaria, Oviedo, Sueve, 2001, págs. 110, 112, 158 y 159; P. G. Alves de Sousa, Patrologia Galaico-Lusitana, Lisboa, Universidade Católica Editora, 2001, págs. 75-83; Compendium Auctorum Latinorum Medii Aevi (500-1500), fasc. I. 4, Certosa del Galluzzo, SISMEL, 2001, pág. 426.

 

María Adelaida Andrés Sanz

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