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Bernardo Monteagudo

Biografía

Monteagudo, Bernardo. Tucumán (Argentina), 1785 – Lima (Perú), 28.I.1825. Ideólogo y político revolucionario.

Dos ciudades se han disputado ser la cuna de Monteagudo: Tucumán y Chuquisaca. El sentimiento patrio ha dado origen a largas páginas en que, de un lado y otro, se busca determinar la realidad de su origen.

Gabriel René Moreno, el más acreditado historiador boliviano de su tiempo, sostiene que Monteagudo nació en Tucumán, siendo hijo de un español, capitán de milicias, Miguel Monteagudo, que se radicó más tarde como comerciante en Chuquisaca, y de una tucumana, Catalina Cáceres. Otro autor boliviano, José Vázquez Machicado, publicó en 1936 un documentado trabajo, basado en fuentes del Archivo de Indias, con el título de La última palabra sobre la nacionalidad de D. Bernardo Monteagudo. Según este autor, estando demostrado el origen tucumano del personaje, lo decisivo es que es él “un producto neto de la célebre Universidad de San Francisco Xavier...

Lo del nacimiento es apenas un accidente geográfico.

Lo esencial es que la Charcas colonial puede sentirse orgullosa de haber cobijado en sus aulas universitarias a Don Bernardo Monteagudo”.

Monteagudo figura entre los jóvenes formados en Charcas, tanto en la Universidad como en la célebre Academia Carolina, de práctica forense, entre los cuales se cuenta a los más activos revolucionarios de las insurrecciones de 1809 y 1810 ocurridas en Chuquisaca, La Paz, Buenos Aires y otras varias ciudades donde prendió el fuego que iba a originar las guerras de la Independencia. El joven tucumano-charquense se graduó en Teología en 1805, en Cánones en 1806 y en Leyes en 1808; obtuvo el doctorado con una tesis sobre El origen de la sociedad y sus medios de mantenimiento, en el que expone criterios basados en el pensamiento tradicional, hablando “del Rey que gobierna pacíficamente, a quien todos miran como la imagen de Dios en la tierra sin que ninguna idea de sedición agite el corazón de sus vasallos”. Tan sólo un año después, en 1809, redactó su famoso Diálogo entre Atahuallpa y Fernando VII, rebosante de intención crítica, en el que se proclama ya abiertamente una doctrina revolucionaria. Resulta difícil explicarse la tan diferente inspiración a que responden ambos escritos. Lo cierto es que el segundo texto, que llegaría a ser reconocido como uno de los documentos claves del ideario revolucionario, es el que representa en definitiva el pensamiento y la acción política que desplegaría el autor a lo largo de su carrera pública puesta al servicio de la lucha contra el sistema colonial y contra España y su Monarquía. Las diez páginas manuscritas del Diálogo presentan a Atahuallpa y Fernando VII en los Campos Elíseos; el primero enrostra al Rey aludiendo a los crímenes de la Conquista, prolongados durante tres siglos. Compara la dominación napoleónica sobre España con la de los españoles en América. Fernando VII queda derrotado y acepta los argumentos del Inca. Una proclama final insta a la rebelión contra la usurpación hispana. El levantamiento de Charcas del 25 de mayo de 1809 cuenta a Monteagudo entre los participantes. Fue enviado por la Junta victoriosa al sur de Charcas y a Buenos Aires, una vez establecido en esta ciudad el Gobierno independiente.

Monteagudo desempeñó allí una activa acción política y periodística, exhibiendo su talento y capacidad de escritor. Formó parte del primer ejército auxiliar argentino destinado a implantar en Charcas el nuevo orden revolucionario. Como secretario de Castelli, actuó en Chuquisaca y Potosí con extrema violencia, ejecutando, sin seguimiento de causa, a las principales autoridades españolas como Francisco de Paula Sanz y Córdoba. En el pueblo de Guaqui irritó a la población con un discurso jacobino pronunciado en la parroquia. En la batalla de Guaqui, el Ejército de Castelli fue derrotado por Goyeneche; entre los prófugos, Monteagudo volvió a Buenos Aires, reanudando su actividad pública. Después de una corta y fructífera estancia en Londres y París, regresó a Buenos Aires. Desde allí, se trasladó a Chile, donde se puso al servicio del ejército de San Martín, que formó la Expedición Libertadora del Perú. Su permanencia en Santiago y Mendoza está signada por la violencia, al determinar el fusilamiento de los patriotas J. Miguel y Luis Carrera. Otra figura popular, Manuel Rodríguez, recibió, por orden suya, alevosa muerte. En 1820 estaba Monteagudo en Lima, como secretario de San Martín. Fue ministro de Guerra y de Relaciones Exteriores. Siguió siendo allí el eficaz organizador pero también el cruel ejecutor de medidas revolucionarias.

Varios miles de españoles, incluso criollos simpatizantes de la Independencia, fueron expulsados, expropiados o ejecutados por obra de Monteagudo, que pretendía rodearse de la aureola de Robespierre.

Ello le valió el destierro, debiendo instalarse en Panamá y Guatemala; por entonces redactó el Ensayo sobre la necesidad de una federación general entre los Estados hispanoamericanos, que se publicó después de su muerte. Vuelto a Lima, fue asesinado misteriosamente en una celada nocturna. Pese al esfuerzo de Bolívar por indagar las causas del crimen, no pudieron ser reconocidos sus autores, aunque fue sindicado el político Sánchez Carrión como instigador principal.

En 1918 fueron trasladados sus restos a Buenos Aires en el buque escuela Sarmiento, recibiendo sepultura en la iglesia de La Recoleta.

 

Obras de ~: Obras políticas, Buenos Aires, R. Rojas (comp.), 1916; Diálogo entre Atawallpa y Fernando VII en los Campos Elíseos, en C. Castañón, El “Diálogo” de Bernardo Monteagudo, La Paz, 1974, págs. 54-71 [facs. en Documentos sobre la Independencia de Bolivia, t. IV, La Paz, C. Ponce S. y R. A. García (comp.), 1953-1954].

 

Bibl.: G. R. Moreno, Bolivia y Perú. Nuevas notas históricas y bibliográficas, Santiago, Imprenta Barcelona, 1905, págs. 285- 354; Bolivia y Perú. Más notas históricas y bibliográficas, Santiago, Imprenta Barcelona, 1905; A. Jáuregui, La ciudad de los cuatro nombres, Sucre, La Glorieta, 1924, págs. 65-68; G. Francovich, El pensamiento universitario de Charcas y otros ensayos, Sucre, Universidad de San Francisco Xavier, 1948; La filosofía en Bolivia, La Paz, Editorial Juventud, 1966; C. H. Bowman, Vicente Pazos Kanki, La Paz, Los Amigos del Libro, 1975; C. Arnade, La dramática insurgencia de Bolivia, La Paz, Editorial Juventud, 1982, págs. 41-43; R. Querejazu, Chuquisaca, 1539-1825, Sucre, Universitaria, 1987; J. Vázquez Machicado, Obras completas, t. VII, La Paz, Don Bosco, 1988, págs. 581-613; E. O. Acevedo, La Independencia de Argentina, Madrid, Mapfre, 1992; J. A. de la Puente, La Independencia del Perú, Madrid, Mapfre, 1992; J. Siles Salinas, La Independencia de Bolivia, Madrid, Mapfre, 1992; E. Just, Comienzo de la Independencia en el Alto Perú: los sucesos de Chuquisaca, 1809, Sucre, Editorial Judicial, 1994.

 

Jorge Siles Salinas

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