Mediavilla, Pedro. ?, s. m. s. xiii – Barcelona, 1348. Comerciante de Barcelona y conseller municipal.
Con motivo de sus expediciones comerciales a Egipto, fue varias veces encargado de misiones diplomáticas de los reyes de Aragón Jaime II y Pedro IV al soldán de Babilonia, que era el nombre con que se designaba al sultán de Egipto, de la dinastía de los Mamelucos.
Su ambición mercantil y sus agitadas misiones diplomáticas crearon no pocos incidentes en torno a su persona y sus actividades. En 1327 partió Mediavilla en embajada aragonesa ante el sultán An-Nasir, acompañado por el embajador del rey Carlos IV de Francia, Guillaume des Bonnesmains. Tuvo con su colega una grave disputa; arrió en la nave el pabellón de Francia y enarboló solamente el de Aragón. Habiendo sospechado Mediavilla que el francés aspiraba a la entrega de los Santos Lugares de Jerusalén a la Corona francesa, contraatacó denunciando al francés ante el sultán como hombre arreligioso, que no era verdadero embajador del rey de Francia, cuyas credenciales tachó de falsas, a la vez que reputaba de herético al otro mandante, el papa aviñonés Juan XXII. Ello causó el efecto deseado por Mediavilla: el sultán no atendió las aspiraciones del francés, que se vio menospreciado.
Al regreso, Mediavilla trasportó al embajador francés a Barcelona en lugar de a Aigües-Mortes y lo retuvo prisionero hasta que pagó con sus mercancías.
Mediavilla continuó sus ataques, acusando al francés ante su propio monarca Carlos IV de haber atendido sólo a sus intereses personales y no a la misión diplomática.
El Parlamento de París, a cuya instancia recurrió Bonnesmains, falló a favor de éste, pero la muerte del rey Carlos IV invalidó la aplicación de la sentencia.
En otro momento (1344), Mediavilla fue encargado por Pedro IV de otra embajada, destinada a trasladar desde Egipto las reliquias de santa Bárbara, que allí se hallaban y cuya restitución había sido prometida a Jaime II y a Alfonso IV por el sultán.
Para la obra de restauración del Santo Sepulcro, se ofreció Pedro IV en 1346, a petición del papa Clemente VI, a través de una embajada del arzobispo de Hierápolis, que era el franciscano fray Antonio de Alejandría, vicario de Tierra Santa, y Pedro de Mediavilla, pero éste parece haber obrado interesada y fraudulentamente, desatendiendo al arzobispo y además apropiándose de los bienes que al efecto transportaba en su nave, lo que ocasionó una violenta y airada protesta del papa Clemente VI a Pedro IV, quejándose del codicioso e infiel proceder de Mediavilla, que se lucró de cuanto hubiera debido emplear en la citada sacra reconstrucción.
Su fama como buen conocedor de la región, determinó a Pedro IV a condonarle expediciones ilegales (1337) e incluso a otorgarle en 1334 un privilegio de comercio exclusivo con Egipto, lo que ocasionó protestas de los demás comerciales barceloneses, que amenazaron con prender fuego a su casa en 1345.
También le concedió la protección de los frailes de las Órdenes Menores, así como de sus bienes, lo que Mediavilla supo usar también en su propio beneficio y contribuyó a su enriquecimiento.
Mediavilla falleció en Barcelona víctima de la peste, que hizo tantos estragos en la Europa de su tiempo.
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Miguel Ángel Ochoa Brun
