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Retógenes

Biografía

Retógenes. Numancia, p. m. s. II a. C. – 133 a. C. Caudillo numantino.

En el año 143-142 a. C., en plena guerra de Numancia, Valerio Máximo (V. I. 5.) menciona a un caudillo numantino que se había pasado al general romano Metelo. Los habitantes de Centobriga, ciudad situada posiblemente en el valle del Jalón, expusieron a los dos hijos del jefe sobre las murallas para que las catapultas los asaetaran si los romanos atacaban la ciudad. Retógenes no era partidario de levantar el asedio, aunque perecieran sus hijos. Metelo ordenó levantar el cerco, conducta que atrajo a muchos celtíberos al bando romano. En el año 133 a. C., al final de la guerra de Numancia, cuando la ciudad estaba sitiada por Escipión, los historiadores Valerio Máximo y Apiano, mencionan a Retógenes Caraunio que debe ser otro caudillo o personaje notorio de los numantinos, tenido por el más esforzado de los numantinos, que con cinco amigos y el mismo número de sirvientes y otros tantos caballos, atravesó el espacio que los separaba de los romanos. Escaló la muralla que circunvalaba Numancia. Mató a los centinelas. Hizo subir a los caballos por la escalera y marchó a las ciudades arévacas, con ramos de suplicantes en las manos, pidiendo que auxiliaran a los numantinos. Algunos arévacos, atemorizados, los expulsaron de su territorio sin oírlos. En Lutia, ciudad rica, que distaba trescientos estadios de Numancia, los jóvenes se declararon por la continuidad de la guerra y forzaron a la ciudad a que auxiliase a los numantinos. Los ancianos avisaron a Escipión, que se puso en camino enseguida, con cuantas tropas ligeras pudo reunir. Al amanecer rodeó Lutia y exigió que le entregaran a los cabecillas de los jóvenes. Como le contestaron que habían huido, amenazó, por medio de un pregonero, con saquear la ciudad si no los entregaban. Aterrorizados los habitantes de Lutia, le presentaron cuatrocientos jóvenes, a los que Escipión cortó las manos (App. Iber., 93).

Valerio Máximo (III. 2. ext. 7) cuenta el fin de Retógenes. Desesperados los numantinos, Retógenes, que sobresalió entre todos por su nobleza, riqueza y honores, amontonó en su barrio, que era el más bonito de la ciudad, las materias inflamables y las encendió. Ordenó a los suyos que luchasen dos a dos, y que el vencido fuese decapitado y echado encima de los techos de las casas en llamas. Cuando acabó con todos, él se arrojó a las llamas el último.

El nombre es celta y es frecuente en las cercanías de Numancia. Existen variantes del antropónimo.

 

Bibl.: A. Schulten, Las guerras de 154-72 a. de J.C., Barcelona, Editorial Bosch, 1937, págs. 33, 34, 79-81, 87-88; M. L. Albertos, La onomástica personal primitiva de Hispania tarraconense y bética, Salamanca, Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto Antonio de Nebrija, 1966, págs. 152-193; A. Montenegro, Historia de España, II.1. España Romana, Madrid, Espasa Calpe, 1982, págs. 113-114.

 

José María Blázquez

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