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Alonso Fajardo de Tenza

Biografía

Fajardo de Tenza, Alonso. Señor de Espinardo, Ontur y Albatana. Murcia, s. xvi – Manila (Filipinas), 11.VII.1624. Gobernador de Filipinas, caballero de la Orden de Alcántara.

Alonso Fajardo de Tenza era el primogénito del matrimonio formado por Luis Fajardo Fernández de Córdoba y Luisa de Tenza, y nieto de Luis Fajardo, segundo marqués de Los Vélez. Era, por lo tanto, miembro de la más poderosa familia murciana, que secularmente desempeñaba el adelantamiento de este reino y la capitanía general de la costa de Cartagena.

Alonso Fajardo fue titular de un mayorazgo y señor de Espinardo, Ontur y Albatana. Participó en las guerras de Flandes, destacándose en el asalto de la fortaleza de Rimberque, donde fue gravemente herido de cinco arcabuzazos al entrar el primero. Fue caballero de la Orden de Alcántara (1607) y miembro del Consejo de Guerra de Flandes.

Recibió el nombramiento de teniente de adelantado del reino de Murcia; más tarde, fue nombrado capitán general de la armada que se preparaba contra los holandeses en socorro del gobernador de Filipinas, Juan de Silva (Real Provisión de 2 de octubre de 1616). Finalmente tal armada, compuesta por ocho galeones, dos carabelas y un patache y que debía hacer su viaje por la ruta del Cabo de Buena Esperanza con mil seiscientos infantes a bordo, no fue enviada porque las tropas fueron remitidas en auxilio del emperador de Alemania.

En 11 de octubre de 1616 una Real Cédula le designaba futuro sucesor del gobernador de Filipinas Juan de Silva (quien había solicitado permiso para regresar a la Península). Asumiría la gobernación y capitanía general de las islas cuando concluyera el mandato de su predecesor, es decir, pasados dos años. Nueve días más tarde se informaba de esta decisión a Juan de Silva y, el 31 del mismo mes, otra Real Cédula firmada en Toledo reiteraba este nombramiento y le imponía a Alonso Fajardo un período de dos años de aprendizaje del oficio desde su llegada a las islas, tiempo en el que serviría a las órdenes del gobernador Silva. Su muerte, acaecida en abril de 1616, aceleró los acontecimientos: Alonso Fajardo salió del puerto de Acapulco el 2 de abril de 1618 y llegó a Cavite en 5 de julio del mismo año. No esperó a que los preparativos para su entrada solemne en Manila hubieran concluido y, a pesar de tener conocimiento de ello y de haberse comprometido a retrasar su toma de posesión, entró en la capital antes de lo convenido, con lo que frustró las ceremonias y celebraciones propias de un acto de tanta importancia.

Manila disfrutaba en esta época de una envidiable prosperidad que se manifestaba pródigamente en las ceremonias y festividades públicas. Pero también vivía en un permanente desasosiego debido a la insistente amenaza de la piratería musulmana y holandesa que había arreciado en sus ataques. En una coyuntura tan compleja, su llegada a las islas despertó grandes esperanzas.

Hizo frente con éxito a estos ataques piráticos empleando, entre otros, el recurso de señalar derrotas diferentes y secretas para cada viaje del galeón. Alivió los servicios personales de los indios, limitando los trabajos de fundición y de los astilleros, aunque las necesidades le obligaron más tarde a intensificarlos.

Su preocupación por el buen trato al indio, que le había sido encarecido por la Corona en las instrucciones de gobierno, le granjearía su afecto.

Durante su gobierno abrió sus puertas el colegio dominico de Santo Tomás (1619), se fundó el convento de Santa Clara de Manila (1621), se aplastó el alzamiento de los indios de Bohol y Leyte, y se sometió a los igorrotes, en cuyas tierras existían minas de oro (que resultaron ser menos importantes de lo esperado). Acudió en socorro de la ciudad de Macao, amenazada por los holandeses, y proyectó la fortificación de la isla de Célebes.

Mantuvo serios enfrentamientos con la Audiencia, cuya disolución solicitó en varias ocasiones. Este tribunal envió escritos al Rey censurando durísimamente el carácter y proceder del gobernador. Entre ellos destaca una extensa carta fechada el 10 de diciembre de 1619, en la que atacaba de modo implacable al gobernador, a quien hacía responsable de todos los males de las islas. En su escrito Alonso Fajardo era tachado de poco religioso, mujeriego, jugador, inconstante en sus propósitos, desidioso, colérico, despótico, codicioso, practicante de un favoritismo descarado que le había llevado a nombrar procurador de la ciudad en España a su hermano Juan Fajardo y capitanes a Luis Fajardo (su hermano natural que había viajado con él a las islas y contaba trece años de edad) y a un primo suyo del mismo nombre; también a beneficiar a otros parientes, amigos y criados con distintos cargos y rentas.

Así pues, según denunció la Audiencia al Rey, un hombre de tal carácter (“parece le falta el juicio” y es “malquisto y aborrecido de todos”) tenía atemorizada a la población, maniatada a la Audiencia, sometido al cabildo y “embelesadas” a las órdenes religiosas y a las jerarquías eclesiásticas seculares, que le debían favores y esperaban interesadas obtener de él otros aún mayores.

Sin embargo, es preciso señalar que tras estas durísimas palabras existían agrios conflictos de jurisdicción y mutuas acusaciones de corrupción e ineptitud.

El gobierno de Fajardo estuvo enturbiado por un escándalo que conmocionó a la sociedad de las islas: fue engañado por su esposa, Catalina María Zambrano y Cernusculi, quien mantenía amores adúlteros. Sorprendidos los amantes por el gobernador, éste les dio muerte. Los hechos sucedieron en la noche del 12 de mayo de 1621 y de ello dio cuenta al Rey en una carta fechada en Manila, a 15 de junio del mismo año, en la que sucintamente explicaba lo sucedido (“y habiendo muerto a los dos dichos que me ofendieron, y herido de muerte a la dicha mujer, y suspendido el acabarla hasta que se confesase, los dejé a todos tres muertos, saliendo yo herido de una estocada en la mano derecha”) y las razones de su comportamiento: “Procuré la venganza y satisfacción que el dolor, sentimiento y honra me obligaron”.

En carta al Rey fechada en 31 de julio de 1621, expresaba su cansancio ante los problemas que se le presentaban en el ejercicio de su cargo; se trataba de una petición velada de ser relevado y destinado a otro oficio. Finalmente, solicitó licencia para pasar a España, deseo que no llegó a ver cumplido. Falleció el 11 de julio de 1624, hecho que algunos autores han atribuido al pesar que le produjo su deshonra o a la melancolía causada por el adulterio de su esposa y su dramático final. Fue enterrado en la iglesia de San Nicolás de Manila, al lado derecho del altar mayor, junto al cadáver de su infiel esposa, y con toda pompa y solemnidad. Su heredero sería su hermano, el general Juan Fajardo de Guevara y Tenza, primer marqués de Espinardo. Al frente de la gobernación y capitanía general de Filipinas le sucedió Juan Niño de Távora, nombrado por Real Cédula de 7 de marzo de 1625.

No existiendo un estudio ecuánime y completo de su persona y gestión al frente de la gobernación de Filipinas, las valoraciones que se han realizado resultan en general positivas. Montero y Vidal dice de él que fue “militar valiente y gobernador justo”, el padre Delgado asegura que “fue sumamente amado de todos y gobernó con mucha paz” y Aduarte pondera su nobleza y piedad. Incluso el episodio del asesinato de su esposa, cometido a sangre fría, fue justificado por la mayor parte de los autores que lo consideraron un acto de terrible y suprema justicia que lavaba la mancha inferida a su honra por una mujer liviana.

 

Bibl.: J. Montero y Vidal, Historia General de Filipinas. Desde el descubrimiento de dichas islas hasta nuestros días, t. I, Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1887, págs. 168-179; J. J. Delgado, Historia General Sacro-Profana, Política y Natural de las Islas de Poniente llamadas Filipinas, Manila, Imprenta de El Eco de Filipinas de D. Juan Atayde, 1892; D. de la Válgoma y Díaz-Varela, Los Saavedra y los Fajardo en Murcia. Nobiliario, Murcia, Academia de Alfonso X el Sabio, 1957; F. Cascales, “Epístola primera: a don Alonso Fajardo, Caballero de la Orden de Alcántara y Comendador del castillo, Señor de Espinarado, Ontur y Albatana, Gobernador y Capitán General de las Filipinas”, en Cartas Filológicas I, Madrid, Espasa Calpe, 1961, págs. 21-34; I. Rodríguez Rodríguez, Historia de la Provincia Agustiniana del Smo. Nombre de Jesús de Filipinas, vol. XVIII. Monumenta Augustiniana, Valladolid, Ediciones Estudio Agustiniano, 1986; J. B. Vilar, Los murcianos y América, Madrid, Mapfre, 1992, págs. 317-323; A. M.ª Prieto Lucena, “Adulterio y asesinato en Manila: el ‘horrible delito del adulterio’”, en VV. AA., Actas del XI Congreso Internacional de la Asociación Española de Americanistas “El Mediterráneo y América”, Murcia, Editora Regional, 2006.

 

Marta María Manchado López

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