Lobato Ximénez de Ocampo Suárez y Rivero, Francisco. Siruela (Badajoz), 1689 – ?, s. m. s. xviii.
Jurisconsulto y político, caballero de la Orden de Santiago, secretario de Felipe V y tesorero general del Consejo de Hacienda.
Muy afamado en su tiempo como jurista y experto en Leyes, y miembro de confianza del entorno más inmediato al Monarca, tuvo gran predicamento en la Corte de Felipe V, donde desempeñó altos cargos y compartió amplias cotas de influencia y poder en la política española con el badajocense Diego Suárez de Figueroa, confesor real, escritor, y redactor y figura clave del Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española.
Nació en la localidad de Siruela cuando su padre, también Francisco Lobato Ximénez, oriundo de la localidad cacereña de Garrovillas, que antepuso el apellido materno Lobato al paterno Ximénez por ser aquél de mayor raigambre, ocupaba allí el cargo de alcalde mayor. Fue su madre Josefa María Rivero de Ocampo, natural asimismo de Garrovillas. Su escudo de armas y nobleza, correspondiente a los Lobato de Extremadura, es de oro con árbol en sinople y dos lobos de sable empinados al tronco.
Estudió Leyes en Salamanca, y en 1730 ingresó en la Orden de Santiago, a la que ya pertenecían su padre y otros familiares, lo que denota el abolengo de sus apellidos. Acreditado por su eficiente labor en la Secretaría de Estado y otros órganos de la Administración real, Felipe V lo nombró su secretario y tesorero general del Consejo de Hacienda, puesto desde el que desarrolló una activa labor en la que resalta la atención a los asuntos de su tierra y la promoción de numerosos paisanos a importantes cargos.
Su hermano Alejandro Norberto, nacido también en Siruela en 1694, eligió la vida religiosa, haciéndose franciscano. Tras licenciarse en Teología en el seminario diocesano San Atón de Badajoz, marchó también a Madrid, donde adquirió gran renombre como orador sagrado, siendo nombrado predicador de Felipe V y Fernando VI, y rector del Colegio de la Bien Parada.
Aunque así ocurre de ordinario, incluso por parte de quienes se han ocupado de la biografía de este personaje, Francisco Lobato Ximénez de Ocampo, el relevante jurisconsulto e influyente político en la Corte de Felipe V, no debe ser confundido con el doctor Jacinto Lobato, médico mayor del ejército de Extremadura y del Ayuntamiento de Badajoz, llegado a esta ciudad durante la Guerra con Portugal de 1640- 1668, y luego afincado en ella de modo definitivo, que es a quien, y no al jurisconsulto, como a menudo se afirma, está dedicada la calle que, en antigüedad sólo igualada por otra, la de Melchor de Évora, ostenta en la capital badajocense el galeno desde el mismo siglo xvii; antes incluso de que naciera el otro.
Bibl.: J. Cid Salgado y Collazo, Al Sr. D. Francisco Lobato Ximénez de Ocampo Suárez y Rivero, caballero del Orden de Santiago, Secretario de S. M., su Tesorero general y de su Consejo en el de Hacienda, Madrid, 1740; N. Díaz y Pérez, Diccionario Histórico, Biográfico, Crítico y Bibliográfico de Autores, Artistas y Extremeños Ilustres, vol. I, Madrid, Pérez y Boix Editores, 1884, págs. 494-495; VV. AA., Diccionario Enciclopédico Hispano Americano de Literatura, Ciencias y Artes, vol. XXV, Barcelona, Montaner y Simón, 1899; A. Guerra Guerra, Boletín de Información Municipal (Badajoz), n.º 59 (julio-septiembre de 1970), págs. 41-43; M. Cendrero Díaz Madroñero, Siruela. El pueblo de la Virgen de Altagracia, Madrid, Ediciones Fundación Santa María, 1988, págs. 353-354; D. Suárez de Figueroa, Historia de la Ciudad de Badajoz, est. introd. de A. González Rodríguez, Sevilla, Editorial Renacimiento, 2006.
Alberto González Rodríguez
