Ramón Borrell. ?, 972 – Barcelona, 8.IX.1017. Conde de Barcelona, Gerona y Ausona (993-1017).
Hijo de Borrell II y de su esposa Ledgarda de Roergue. Hacia 986, poco después del asalto de Almanzor a Barcelona (julio de 985), fue asociado el gobierno por su padre, a quien sucedió en 993. Lo más conocido de su etapa de gobierno personal son las relaciones exteriores con al-Andalus, que experimentaron cambios significativos en el sentido que, en el plano militar, la iniciativa pasó de manos musulmanas a cristianas. Los primeros años continuó la política hostil de Almanzor que culminó con un ataque en el curso del cual la ciudad de Manresa fue destruida, seguramente el año 999. Ramón Borrell esperó a la muerte de Almanzor (1002) para dar la respuesta.
Lo hizo junto con su hermano Armengol I de Urgel en un ataque contra las posiciones musulmanas de la zona de Lérida en el curso del cual hubo un enfrentamiento con las tropas del general amirí Wādih (1003), en Albesa, donde murió el obispo de Elna y quizá Armengol cayó prisionero. Las represalias musulmanas no tardaron en llegar: ‘Abd al-Malik, hijo de Almanzor, y Wadih atacaron posiciones de la frontera catalana, expugnaron numerosos castillos (Meiá, Montmagatre, Castellolí), llegaron hasta las proximidades de Barcelona (1003) y regresaron con numerosos cautivos. Pero muy pronto, con la muerte de ‘Abd al-Malik (1008) y la crisis del califato, la situación militar cambió radicalmente. Estalló entonces una guerra por el poder en el califato entre los viejos clanes andalusines, partidarios de Muűammad b. Hišām al-Mahdī, y los beréberes, seguidores de Sulaymān b. al-Űakam al-Musta‘īn. Ramon Borrell fue entonces persuadido por Wādih para intervenir en el conflicto a favor de Muűammad, cosa que hizo en 1010 al frente de un numeroso ejército, junto con los condes de Urgel y Besalú, y los obispos de Gerona y Vic.
Después de dos batallas de signo contrario (victoria de Akabat al-Bakr y derrota cerca del Guadiana) las tropas de los condes catalanes entraron en Córdoba, a que saquearon. A continuación los expedicionarios regresaron a los condados, y aunque lo hicieron cargados de riquezas, en el balance final no puede ignorarse que experimentaron numerosas pérdidas humanas, entre las cuales estaba la del propio conde de Urgel, Armengol I. No obstante, y al margen de escaramuzas anteriores, el año 1010 marca decididamente los inicios de la acción militar y política de los condes catalanes en al-Andalus. Lo prueba, todavía en época de Ramon Borrell, su expedición de 1015-1016 hacia tierras occidentales, hasta más allá de Balaguer, en el curso de la cual conquistó los castillos de Montmagastre, Rubió, Alós, Malagastre y Artesa, y firmó un pacto con al-Munďir, gobernador musulmán de Zaragoza. Debió de ser entonces, con ocasión de la estancia de Ramón Borrell en Zaragoza, cuando se entrevistó con el conde castellano Sancho García, con el que pactó el matrimonio de su primogénito, Berenguer Ramón, con Sancha, la hija del conde castellano.
Como derivación de los acuerdos de Zaragoza con al-Munďir, en 1017 marchó de nuevo en expedición hacia Córdoba. El propósito era entonces el de entronizar a ‘Abd al-Raűmān IV al-Murtađà, pero parece ser que durante el viaje se sintió enfermo y regresó a Barcelona donde murió.
En política interior, la etapa de gobierno de Ramon Borrell señala definitivamente el alejamiento de Francia y la asunción de la plena independencia condal, lo cual quiere decir el ejercicio de las prerrogativas regias, entre las cuales estaba la acuñación monetaria con piezas grabadas a su nombre. Como habían hecho sus predecesores, ejerció la tutela de las instituciones eclesiásticas, particularmente sedes episcopales (Vic, Gerona, Barcelona) y monasterios (Sant Benet de Bages, Santa Cecilia de Montserrat, Sant Cugat), que dotó con tierras y privilegios. Rodeado de jueces profesionales, presidió tribunales de justicia en causas relativas a algunas de estas casas religiosas, y entre particulares. De esta actuación y de algunas de sus palabras puede deducirse que tenía conciencia de ser el garante del derecho y la justicia en los condados. Y de su imagen al frente de una asamblea religiosa y política como la que se celebró en Barcelona en 1009, con ocasión de la restauración de la canónica, a la que asistieron los obispos de Barcelona, Gerona, Ausona, Urgel y Elna, y los condes de Urgel y Besalú, parece empezar a entreverse la idea de un liderazgo territorial supracondal que el conde Barcelona comenzaría a proyectar sobre el conjunto catalán o sobre una parte de él. No olvidemos que, después de esta solemnidad religiosa, se emprendió la expedición de 1010 a Córdoba, y que a la vuelta de los expedicionarios se realizó también una concentración de jerarcas religiosos y civiles en la Seo de Urgel, con ocasión de la consagración de su canónica (1010). Al acto asistieron, además del arzobispo de Narbona, los obispos de todos los condados catalanes y los condes de Barcelona, Cerdaña, Pallars y Urgel (el joven Armengol II). Aquellos condes, que debían compartir el sentimiento de un mismo origen político (el pasado carolingio) y estaban emparentados entre sí, debían sentirse unidos en el común deseo de proyectar una política común de alianza frente al-Andalus.
Ramón Borrell se casó antes de 993 con Ermesenda de Carcasona que le dio al menos dos hijos, Berenguer Ramón, que le sucedió, y Borrell Ramón, que, al parecer, murió prematuramente, y dos hijas, Adelaida y Estefanía.
Bibl.: S. Sobrequés, Els grans comtes de Barcelona, Barcelona, Vicens Vives, 1961; A. M. Mundó, “La mort del comte Ramon Borrell de Barcelona i els bisbes de Vic Borrell i Oliba”, en Estudis d’Història Medieval, 1 (1969), págs. 1-15; A. Pladevall, Ermesenda de Carcassona, comtessa de Barcelona, Girona i Osona, Barcelona, Comtes de la Vall de Marlés, 1975; J. M. Salrach, El procés de feudalització. Segles iii-xii, Barcelona, Edicions 62, 1987; “Ramon Borrell”, en J. M. Sans i Travé (coord.), Els comtes sobirans de la Casa de Barcelona. De l’any 801 a l’actualitat, Barcelona, Generalitat de Catalunya, Edicions 62, 2002, págs. 60-62.
José María Salrach Marés