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San Fidel

Biografía

Fidel, San. ?, p. m. s. vi – Mérida (Badajoz), ¿571? Obispo, taumaturgo.

Joven mercader oriental que llegó a Mérida, donde conoció a su tío carnal Paulo. Se consagró a Dios recibiendo la tonsura y el diaconado hasta llegar a la plenitud del sacerdocio. Tal dignidad nunca fue obstáculo para asistir y servir a su anciano antecesor. Fue educado a la sombra del Altísimo y llegó en pocos años a dominar las disciplinas eclesiásticas y sagradas letras. Varón espiritual y cultual, hombre de gran santidad, caridad, paciencia y humildad para todos, especialmente para todo el clero, fue perseguido persistentemente por sus enemigos.

Cuando murió Paulo se cumplieron los vaticinios que le pronosticó: difamaciones, envidias e intereses.

Pero el clero recapacitó sobre la libertad que las cláusulas testamentarias le otorgaban sobre su herencia y, por tanto, lo aceptó y supo invertirlo en dignificar la basílica martirial eulaliense. Dejó su fortuna en herencia a la Iglesia emeritense, que llegó a ser una de las más ricas.

Entre sus muchas experiencias sobrenaturales descuellan las visiones celestiales en la oración durante la noche, sobre el criado de Caspiana y sobre cierto devoto de la iglesia de Santa María, que se llamaba de Santa Jerusalén.

Presintiendo que iba a morir por una repentina enfermedad, Fidel ordenó que le llevasen a la basílica de Santa Eulalia. Primero, con muchas lágrimas de arrepentimiento, lloró sus pecados. Luego repartió abundantes bienes entre pobres y cautivos. Por último, condonó a sus acreedores las deudas. Poco después, el santo obispo emigró triunfante al cielo.

Su cuerpo recibió honrosa sepultura junto al cuerpo de su santo predecesor, guardado en el mismo sarcófago, como en un mismo lecho. Su memoria es el 7 de febrero.

En noviembre de 1966 se encontró una pieza en las proximidades de la alcazaba árabe —hoy conservada en el museo arqueológico— con el epitafio siguiente: “Hic req...nerabilis... lis episc...= Hic req[uiescit ve-] nerabilis... [Fide-] lis episc [opus]”. A juicio de José Álvarez y Sáenz de Buruaga, “es menor aún que el tercio de la pieza completa que tapaba el sarcófago”, que pudo tener un doble epitafio, con el que confirmaría el enterramiento doble de los obispos Paulo y Fidel en el mismo lecho, al que alude el biógrafo en el libro de las Vidas de los Santos Padres de Mérida.

 

Bibl.: P. de Mérida, Pavli Diaconi Emeritensis, Liber de vita et miracvlis Patrvm Emeritensivm [s. vii], Matriti, apud viduam Ildephonsi Martin, 1633 (Antverpiae, Ap. Joan. Meronsivm, 1638; trad. cast. de D. Sánchez Coro, Libro de la Vida y Milagros de los Padres Emeritenses, Cáceres, Tipografía El Noticiero, 1951; ed., trad. y est. de J. C. Martín Iglesias, tesis doctoral, Universidad de Salamanca, 1996); B. Moreno de Vargas, Historia de la Ciudad de Mérida, Madrid, Pedro Taso, 1633 (Mérida, Patronato de la Biblioteca Pública Municipal y Casa de la Cultura, 1981); E. Flórez, España Sagrada, Madrid [Antonio Marín], 1756; Bolandistas, Acta Sanctorum, November I, Paresiis et Romae, 1866; J. Álvarez y Sáenz de Buruaga, “Epitafio del obispo emeritense Fidel (s. vi)”, en Habis, 1 (1970), págs. 205-207; A. Camacho Macías, “La sede emeritense y su proyección histórica”, en M. Terrón Albarrán (dir.), Historia de la Baja Extremadura, Badajoz, Real Academia de las Letras y las Artes, 1987; T. A. López López, Apuntes para la historia de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Badajoz, 1997.

 

Teodoro A. López López

 

 

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