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Pero de Monsalve

Biografía

Monsalve, Pero de. ?, s. m. s. XIV – p. m. s. XV. Mercader, recaudador y tesorero mayor.

Sólo a través de dos grupos de documentación original, conservado uno en el Archivo General de Simancas (Sección de Estado, leg. I, n.os 57-64) y otro de consignaciones en las Actas Capitulares del Concejo de Murcia (años 1398-1405) y en el Cartulario del Archivo de dicho Ayuntamiento (vols. 1391-1412 y 1411-1429), es posible conocer, aunque de modo sucinto, los datos básicos identificadores de la figura y actividades de este personaje.

Dinámico naviero y emprendedor mercader de plurales géneros, la breve huella de su memoria ofrece la imagen, no sólo de un hombre de empresa, sino de un inteligente y eficaz asesor económico y hasta político.

Su correspondencia intercambiada nada menos que con el propio rey Enrique III de Castilla (y muerto éste, con su hermano el infante Fernando, regente de su Corona antes de ser proclamado Monarca de la de Aragón) posee la viveza y autenticidad de toda una animada representación histórica. Toda ella impregnada del húmedo ambiente del puerto de Cartagena, único acceso medieval al Mediterráneo del reino de Castilla, por igual partícipe de la luminosa y peligrosa perspectiva levantina, temperada por la severa sequedad castellana, modulada en murciana.

Su principal faceta marítimo-mercantil permite irse familiarizando con la materialidad y el léxico marineros, e iniciarse en la clase y el nombre de las naves (galeas, galeotas o galeras, leños, carracas, naos fustes, navío) y el movimiento de sus arribadas y partidas.

Los destinos y procedencias de estas naves incluyen principalmente los puertos de Mallorca, Génova, Valencia y Venecia, recibiéndose y remitiéndose noticias de Barcelona, Valencia, Alicante e incluso de Flandes, Bugía y Berbería.

Los más frecuentes cargamentos intercambiados eran los de paños, lanas, cueros, cobre, plata, alumbres, pasteles, etc.

En cuanto a precios, por ejemplo, un cargamento de lanas finas propiedad de este hombre fue enviado por él el 3 de abril de 1406 a Mallorca en dos navíos, de los cuales no se halló comprador en su totalidad, por lo que hubo necesidad de comenzar a venderse al menor a 6 florines el quintal, uno más que el de la cotización de la carga en total, pero con una pérdida de 1800 florines, dada la premura que el fletador necesitaba para saldar la cuenta que, al parecer, tenía en descubierto frente al fisco.

La otra parte del mencionado cargamento (doscientas cincuenta sacas) y el de otro barco con igual materia, fueron embargados en Mallorca por orden del rey de Aragón, en Barcelona: embargos que motivaron la (se ignora por qué) reacción del perjudicado que a su vez armó un leño propio con el que se apoderó del lastre de una barca cargada en Valencia y dirigida a tierra de moros. La diferencia de valores entre uno y otro flete era de 3500 florines en perjuicio del murciano.

Paños (suntuosos, de oro y seda), cueros, cobres (treinta quintales de Génova), alumbre (de la Romania), plata (mil marcos de Venecia) son ricas materias y productos objeto del trato receptor o emisor. Algunos un tanto pintorescos para la actualidad pueden parecernos “un cantarillo de alcaparras que eran de las de Bogía (Bugía), de tierra de moros, que valían III sueldos la libra para el señor Rey, porque en Mayorques non fallaria ome de semejantes”; o “una carga de granadas, las mejores que en toda esta partida yo pude auer, e si más pudiere auer, más enbiaré a la vuestra merced” (Monsalve al Monarca).

Del mayor interés son las muestras de temor o de prevención existentes en la región murciana —y especialmente en su costa, como en la generalidad del litoral cristiano mediterráneo— acerca del permanente peligro musulmán, ya como amenaza por venir, ya como noticia de hechos consumados.

Tal fue con la alarma causada a finales del mes de febrero de 1406 por una galera y una galeota moras cruzando frente a Cartagena, si bien continuando hasta Guardamar, cerca de Orihuela (tierra ya del reino de Aragón) donde, en cambio, en efecto desembarcaron llevándose prisioneros a cinco hombres.

Semanas después se supo en el puerto cartagenero que se estaba armando en Berbería toda una “grant flota de galeras” que habían de reunirse desde sus distintas procedencias en Gibraltar para atacar Tarifa o Mallorca.

A esta preparación sucedió de nuevo que esta vez la magna flota (más de quince galeras y fustas) cruzara frente a las costas peninsulares e insulares cristianas para ir a desembarcar en tierras francesas frente a la ciudad de Agde, cerca de Aigues-Mortes, junto a la desembocadura del Héraulto. Peligro que motivó la solicitud por Monsalve al Monarca de algunos ballesteros que vinieran a reforzar la que pudiéramos llamar guarnición o hermandad del puerto de Cartagena.

A esta clase de noticias o avisos que tan útiles eran para conocimiento en la Corte del estado de cosas en la ciudad de Valencia pertenecieron los remitidos por Monsalve, notificando los desórdenes producidos por el enfrentamiento de los famosos “bandos”, que provocaron la venida del propio Rey desde Barcelona, sobreponiéndose a un peligroso temporal marítimo; así como la destitución de todos los conductores de los bandos valencianos.

Manteniéndose, por el contrario, en ejercicio de sus funciones el alcalde y el alguacil mayores de Murcia (Sancho Ruiz y Suer Alonso), de los que el informante estimaba que “si estos dos omes fallecen aquí, yo he resçelo que la justicia sea menguada e que los mercaderes non quieran aquí sosegar”.

Nombrado en 12 de enero de 1399 por Enrique III recaudador mayor de sus rentas en tierras del Obispado y Reino de Cartagena y Murcia respectivamente, casi toda la documentación contenida en las actas capitulares concejiles hace mención suya; y, a su vez, la por él producida menciona a sus numerosos agentes o factores, recaudadores a su servicio.

Tesorero mayor, llega a aparecer consignada su condición en 1404 entre la variedad de sus plurales ocupaciones, entre las cuales perdura cierto endeudamiento con la Corona, que siempre fue reconocido por él y fue probablemente producido por descubiertos de fallidos recaudadores. Y otras fuertes partidas eximentes le fueron mantenidas, seguramente en razón de su propia dificultad, y siempre por la fidelidad a la Corona, por el infante Fernando frente a su corregente la reina viuda Catalina en relación con irregularidades en acuñaciones de la Ceca de Cuenca, que también le fueron encargadas; como lo fue el reparo de las murallas de la ciudad y construcción de un nuevo alcázar en la ciudad de Murcia; y en la recluta de hombres para embarcar en fustas defensoras de las costas de su responsabilidad para 1411 a 1413.

Un eficiente agente, en definitiva, para la Corona castellana, desde unas latitudes para ésta no siempre accesibles con la premura que la casuística requiriera.

 

Bibl.: E. Benito Ruano, “Avisos y negocios mediterráneos del mercader Pero de Monsalve”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXIX (1971), págs. 139-169 (reed. en E. Benito Ruano, Gente del siglo XV, Madrid, Real Academia de la Historia, 1998 [col. Clave Historial, 5], págs. 23-59).

 

Eloy Benito Ruano

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