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Pedro Manuel de Céspedes y Morales

Biografía

Manuel de Céspedes y Morales, Pedro. Sevilla, 1.III.1706 – 8.IX.1776. Canónigo, rector de la Universidad de Sevilla y ganadero de toros de lidia.

Al investigar a este personaje aparecen tantas variantes sobre el nombre y apellidos que se hace necesario fijar su correcta filiación. Es también frecuente la confusión con otros miembros muy conocidos de su familia, como su tío carnal José Manuel de Céspedes y Federigui, arcediano de Carmona, de quien fue ahijado y heredero y, sin duda, su apoyo más fuerte en el Cabildo catedral. Sin embargo, ciertas fuentes —partida de bautismo, pruebas de hidalguía (entre otras la “blanca de la carne” de Sevilla), Herrera García— no dejan lugar a dudas sobre sus dos primeros nombres (Pedro José) y sus apellidos.

Pedro Manuel de Céspedes era hijo legítimo de Jerónimo Manuel de Céspedes, conde de Villanueva, y de María Ana de Morales Guerrero. Su padre fue un aristócrata sevillano, caballero maestrante y veinticuatro del Cabildo de la ciudad. Por su madre, descendía de la familia Morales, importantes comerciantes con Indias y banqueros. De hecho, su bisabuelo, Gabriel de Morales, había sido un importante banquero sevillano.

En tres amplios campos desarrolló su actividad, que ejerció y compaginó a lo largo de su vida: como propietario, como eclesiástico y como miembro de la Universidad de Sevilla.

Tanto por la vía paterna como por la materna le correspondieron en herencia importantes propiedades rústicas, que incrementó a lo largo de su vida con nuevas adquisiciones en compra y en arrendamiento.

Su gran patrimonio en tierras le llevó a convertirse en un gran labrador sevillano. Explotaba haciendas de olivar en el Aljarafe, las haciendas de Torrearcas y Zaudín, cortijos y dehesas en Guillena y Dos Hermanas en la vega del Guadalquivir. Para labrar esta gran cantidad de tierras, que superaban las 2.000 hectáreas, contaba con una importante ganadería de labor y granjería, que había sido formada por sus antecesores por línea materna y luego por él incrementada.

Así, su crecida cabaña ganadera le convirtió en un importante proveedor de toros de lidia para la Real Maestranza de Caballería de Sevilla a la que vendió ciento sesenta y ocho toros para las fiestas taurinas organizadas por dicha Real Corporación entre 1749 y 1774, convirtiéndose, así, en uno de los principales proveedores de la misma y, por tanto, en uno de los principales criadores de toros de lidia sevillanos del siglo XVIII.

Pedro Manuel de Céspedes destacó también en su carrera eclesiástica. Las primeras noticias se encuentran en 1730, cuando siendo clérigo subdiácono obtuvo la coadjutoría del canonicato que por entonces poseía Fernando Fernández de Santillán y que ocupó tras el fallecimiento de éste en 1738. Cinco años antes, en 1733, había ya tomado posesión de una de las dignidades del Cabildo: la de tesorero, que detentó, al igual que la canonjía, hasta que hubo de jubilarse en 1773 como establecen los estatutos capitulares, una vez transcurridos los cuarenta años de residencia.

Fue además capellán perpetuo de la Real Maestranza y ocupó diversos cargos en la curia diocesana, entre ellos: provisor y vicario general, juez sinodal del Arzobispado y juez apostólico de Cruzada. Según el autor que más datos personales aporta sobre él, fueron tales sus virtudes que le quisieron premiar con una mitra, a la que renunció “bastándole el haberla merecido” (J. Matute).

Toda esta actividad no le impidió ocupar un papel destacado en el ámbito universitario, correspondiéndole el título con el que ha pasado a la posteridad de “primer rector de la Universidad reformada de Sevilla”.

Doctor en Cánones en 1741, ejerció diversos cargos en la Junta de Gobierno, como procurador (1747) y diputado (1760), culminando su trayectoria al ser elegido rector el 2 de enero de 1772, cargo que ocupó hasta enero de 1775. Fue reelegido en junio de 1776 interinamente tras el fallecimiento del nuevo rector, hasta que en septiembre también a él le sorprendió la muerte. Desde esta posición participó en uno de los momentos más difíciles de la historia de la Universidad hispalense, ya que a los problemas seculares que arrastraba —internos y con otras instituciones sevillanas— se sumaron los generados por la política ilustrada: la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, el Plan de Estudios de Olavide, el traslado de sede de la Universidad a la antigua casa profesa de los jesuitas (el 31 diciembre de 1771, dos días antes de su nombramiento como rector) y las consecuencias inmediatas de todo ello: conflictos con los colegiales y las órdenes religiosas, la crisis económica de la Universidad reformada, etc.

Como hombre “ilustrado” de la sociedad sevillana fue elegido en 1775 miembro de la recién fundada Sociedad Patriótica de Sevilla (posteriormente conocida como Real Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País), en concreto de la comisión de Agricultura.

Murió en su casa en la calle Real, collación de San Marcos. Había dispuesto ser enterrado junto a su padre, pero finalmente compartió sepultura en la capilla de la Virgen de la Antigua de la catedral junto a su tío José, según atestigua la leyenda de su lápida. Según Matute, “fue uno de los sujetos que más se señalaron en esta época, no sólo por sus empleos, sino por su prudencia y literatura”, “manifestó su inteligencia en negocios, con otras virtudes así políticas como cristianas, que le granjearon el común aprecio y una laudable memoria después de su muerte”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo de la Catedral de Sevilla, Fondo Capitular, Libro de entradas de canónigos, sign. 07436; Expediente de limpieza de sangre sign. 07632 (P-59).

J. Matute y Gaviria, Hijos de Sevilla señalados en Santidad, letras, Armas, Artes o Dignidad, t. III, Biblioteca Capitular y Colombina (BCC), ms. 7-5-20, págs. 239-241; Anales Eclesiásticos y Seculares de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Sevilla, Sevilla, Imprenta E. Rasco, 1887, t. II; F. Aguilar Piñal, La Universidad de Sevilla en el siglo XVIII. Estudio sobre la primera reforma universitaria moderna, Sevilla, Universidad, 1969; J. Díaz de Noriega y Pubul, La Blanca de la Carne en Sevilla, Madrid, Instituto Salazar y Castro, 1975; A. Herrera García, Torre Arcas. Biografía de un latifundio sevillano, Córdoba, Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1989; R. Rojas y Solís, Anales de la Plaza de Toros de Sevilla, 1730-1835, Sevilla, Real Maestranza de Caballería, 1989; Temas Sevillanos (primera serie), Sevilla, Universidad, 1992; A. L. López Martínez, Ganaderías de lidia y ganaderos. Historia y economía de los toros de lidia en España, Sevilla, Fundación Real Maestranza de Caballería de Sevilla, 2002; Universidad de Sevilla 1505-2005: V Centenario, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2004.

 

Núria Casquete de Prado Sagrera y Antonio Luis López Martínez

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