Domínguez Rodríguez, Fernando. Valladolid, 2.VII.1907 – 22.XI.1976. Torero.
Hermano del novillero Antonio y tío del matador de toros, y luego apoderado, Roberto Domínguez Díaz, Fernando Domínguez se presentó en público en una becerrada celebrada en Valladolid el 27 de abril de 1924. Volvió a torear en la plaza de su ciudad natal al año siguiente, el 11 de octubre de 1925, alternando con Finito de Valladolid, el salmantino Martín Martín García y con el becerrista Periquillo. Entonces se apodó Chico de Cleto, porque éste era el nombre de su padre, carnicero de profesión. Tras algún éxito como sobresaliente, debutó en Valladolid como novillero con picadores el 8 de agosto de 1926, junto a Félix Merino y Ramón Hernández, Habanero. Los utreros fueron de Fabián Mangas.
En Madrid hizo su primer paseíllo el 5 de julio de 1930. La temporada de 1932 fue importante en su carrera: toreó en Zaragoza, Santander y, en dos ocasiones (ambas con éxito), en la plaza madrileña de Tetuán de las Victorias (los días 24 y 31 de julio, alternando en el primer festejo con Contreras y Niño de Haro). El inmediato 11 de agosto regresó a la plaza de Madrid, junto al Niño de Puerto Real y Toreri.
Gustó tanto a la afición que repitió en otras tres novilladas en un intervalo de sólo dos semanas (del 15 al 25 de agosto, y otra, la cuarta, más adelante), quedando muy favorable su carrera para tomar la alternativa en Valencia en marzo del año siguiente. El crítico Uno al Sesgo escribió en su anuario de 1932: “Ha sido la revelación de este año. Sus grandes éxitos en Tetuán le abrieron las puertas de Madrid, en la que toreó cuatro corridas seguidas y una luego, dando en todas ellas la sensación de un torero cuajado y de gran torero”.
Tomó la alternativa en Valencia el 18 de marzo de 1933, de manos de Vicente Barrera —le cedió el toro Mohoso, de Manuel Camacho— y en presencia de Domingo Ortega y Victoriano de la Serna, que ejercieron de testigos de la ceremonia. Marcial Lalanda se la confirmó en Madrid el 16 de mayo de ese mismo año, con el testimonio de Domingo Ortega.
El toro se llamó Pocapena, y pertenecía al hierro de Francisco Coquilla. Dice Cossío: “Figuró en todas las ferias y en los mejores carteles de aquel año”; además, triunfó en plazas muy importantes y sumó, al final de temporada, treinta y ocho corridas. En los años siguientes descendió el número de contratos, viéndose finalmente afectado, como tantos otros, por el estallido de la Guerra Civil.
Según Cossío, “tiene en la ejecución de las suertes arrogancia, quietud, gracia, majestuosidad, elegancia, arte purísimo, en fin”, Sin embargo, señala Don Ventura, que no llegó a más por sus deficiencias en el manejo de la espada. En cualquier caso, a la historia del toreo ha pasado por ser un veroniqueador elegante, sobrio y muy puro, al que le faltó, según explicó el propio torero a Vicente Zabala, ambición para llegar más alto en su profesión: “Yo no he sido nunca ambicioso y para mantenerse muy arriba hay que pelear empujado por esa ambición que yo nunca tuve”, dijo en una entrevista.
Se retiró en 1942 y regresó en 1944, y, tras torear siete corridas, dijo adiós de manera definitiva a los ruedos.
Bibl.: J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vols. III, IV y V, Madrid, Espasa Calpe, 1943, 1961 y 1980, págs. 245-246, pág. 436 y pág. 868, respect.; Don Justo (I. Amorós), “Historia de la plaza de Tetuán de las Victorias”, en El Ruedo (Prensa y Radio del Movimiento, Madrid), n.º 424 (7 de agosto de 1952); Don Ventura (V. Bagués), Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imprenta Castells-Bonet, 1943 (ed. Barcelona, De Gassó Hnos., 1970, págs. 212-213); C. Jalón, Memorias de “Clarito”, Madrid, Guadarrama, 1972; V. Zabala, Hablan los viejos colosos del toreo, Madrid, Sedmay, 1976, págs. 159-171; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; D. Tapia, Historia del toreo, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1992; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.).
José Luis Ramón Carrión